Lc 4, 21-30
“21 Comenzó, pues, a decirles: ‘Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha
cumplido hoy.’ 22 Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las
palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: ‘¿No es éste el hijo
de José?’ 23 Él les dijo: ‘Seguramente me vais a decir el refrán: Médico,
cúrate a ti mismo. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo
también aquí en tu patria.’24 Y añadió: ‘En verdad os digo que ningún profeta
es bien recibido en su patria.’ 25 ‘Os digo de verdad: Muchas viudas había en
Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis
meses, y hubo gran hambre en todo el país; 26 y a ninguna de ellas fue enviado
Elías, sino a = una mujer viuda de Sarepta de Sidón. = 27 Y muchos leprosos
había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue
purificado sino Naamán, el sirio.’ 28 Oyendo estas cosas, todos los de la
sinagoga se llenaron de ira; 29 y, levantándose, le arrojaron fuera de la
ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba
edificada su ciudad, para despeñarle. 30 Pero él, pasando por medio de ellos,
se marchó.”
COMENTARIO
Resulta
síntoma de tener unas miras muy cortas cuando entendemos que lo bueno es para nosotros
y los demás no pueden gozar de eso. Y es lo que les pasa a muchos que escuchan
al Hijo de Dios y que creen que hace de menos al pueblo de Israel.
Los
que escuchaban aquel día a Jesús querían oír algo que halagase sus oídos como,
por ejemplo, que Dios había escogido al pueblo de Israel como su pueblo y que
los demás, en fin…, que no tenían importancia.
Sin
embargo, Jesucristo sabe que el Amor de Dios no se circunscribe a un solo
pueblo sino que es de todo aquel que lo acepta como Padre y le pide compasión y
Amor. Y eso, al parecer, había muchos que no querían aceptarlo con ser la
verdad. Y por eso querían despeñarlo... ¡claro!
JESÚS, gracias por decir la verdad de la Verdad.
Eleuterio Fernández Guzmán
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