2 de julio de 2016

Sábado, 2 de julio de 2016 - Vino y odres


Mt 9,  14-17

“Entonces se le acercan los discípulos de Juan y le dicen: ‘¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos no ayunan?’ Jesús les dijo: ‘Pueden acaso los invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán.   Nadie echa un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, porque lo añadido tira del vestido, y se produce  un desgarrón peor. Ni tampoco se echa vino nuevo en pellejos viejos; pues de otro modo, los pellejos revientan, el vino se derrama, y los pellejos se echan a perder; sino que el vino nuevo se echa en pellejos nuevos, y así ambos se conservan.’”

COMENTARIO

Muchos de los que iban tras Jesús para acusarlo de incumplir alguna ley o algún precepto de los muchos establecidos no dejaban de plantearle preguntas. Ellos no es que quisiera saber sino que querían, en todo caso, conocer si lo que decía aquel Maestro coincidía con lo que ellos pensaban.

Pero Jesús sabe que aquellos que le preguntan no tienen muy claro qué es lo que les conviene y, por esto, con palabras suaves pero firmes trata de que aprendan lo que deberían conocer y aprender.

Cuando vino Cristo al mundo lo hizo para traer una Ley que no era nueva sino que era la verdadera. Pero, para que aquella Ley, la de Dios, se asentara en los corazones de sus hermanos los hombres, estos debían abandonar sus antiguas costumbres y atenerse a ella. Necesitaban, pues, para el vino nuevo, un odre nuevo.


JESÚS,  ayúdanos a ser odre nuevo para recibir la Palabra de Dios, siempre nueva y siempre eterna.



Eleuterio Fernández Guzmán

1 de julio de 2016

Cristo busca a los pecadores


Viernes XIII del tiempo ordinario

Mt 9,9-13

“En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: ‘Sígueme’. Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: ‘¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?’. Mas Él, al oírlo, dijo: ‘No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: ‘Misericordia quiero, que no sacrificio’. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores’”

COMENTARIO

Lo que había venido Cristo a hacer en la Tierra no era cosa que tuviera poca importancia. Con Él se iba a abrir el Cielo y quería que todos sus hermanos los hombres llegaran a él. Por eso buscaba a los que necesitan auxilio.

Seguramente aquel hombre, Mateo, tenía el corazón preparado para seguir a Cristo. Sus pecados, probablemente relacionados con el dinero, no debían dejar su corazón tranquilo y cuando aquel Maestro lo llamó no lo dudo ni un segundo. Lo dejó todo y lo siguió.

Los que querían mal a Cristo murmuran acerca del acercamiento que tenía y mantenía con los pecadores o, al menos, con los que ellos consideraban así. Sin embargo, Cristo, adalid del amor y de la misericordia ni podía ni quería hacer otra cosa.


JESÚS, ayúdanos a ser misericordiosos.



Eleuterio Fernández Guzmán

30 de junio de 2016

Así es el poder de Dios


Jueves XIII del tiempo ordinario

Mt 9,1-8

En aquel tiempo, subiendo a la barca, Jesús pasó a la otra orilla y vino a su ciudad. En esto le trajeron un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: ‘¡Animo!, hijo, tus pecados te son perdonados’. Pero he aquí que algunos escribas dijeron para sí: ‘Éste está blasfemando’. Jesús, conociendo sus pensamientos, dijo: ‘¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: ‘Tus pecados te son perdonados’, o decir: ‘Levántate y anda’? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados —dice entonces al paralítico—: ‘Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’. Él se levantó y se fue a su casa. Y al ver esto, la gente temió y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los hombres.”

COMENTARIO

Jesús tiene muy en cuenta la fe de aquellos que se dirigen a Él. Si, además, los que a Él se dirigen lo hacen para interceder por el prójimo abunda en gracia y en dones. Y es lo que pasa en este caso.

Aquellos amigos querían mucho al amigo. Por eso hacen lo posible  o imposible para que Jesús lo vea y lo cure. Ellos están seguros que lo va a curar. Y Jesús lo cura. Y, además, da una lección a muchos de los allí presentes.

Los que vigilan, según dicen, la ley, están en contra de que Jesús diga que perdona los pecados. Eso sólo puede hacer Dios. Y, entonces, mostrando que es Dios hecho hombre, el Cristo cura de la parálisis al hombre y, además, le perdona los pecados.


JESÚS,  ayúdanos a confiar en Dios.



Eleuterio Fernández Guzmán


29 de junio de 2016

¿Quién es Cristo para ti?


Mt 16,13-19

En aquel tiempo, llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: ‘¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?’. Ellos dijeron: ‘Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas’. Díceles Él: ‘Y vosotros ¿quién decís que soy yo?’. Simón Pedro contestó: ‘Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo’. Replicando Jesús le dijo: ‘Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos’”.


COMENTARIO

Jesús quería saber qué se pensaba acerca de su persona pero, en realidad, lo que quería era que sus apóstoles le dijeran que si sabían quién era él. Y, al parecer, uno de ellos, el primero entre iguales, lo sabe.
Jesús sabe que el hecho de que Pedro le diga que es el Mesías, el Enviado de 

Dios esperado por el pueblo judío, no es cosa ni de él ni de otro hombre sino cosa de Dios. Le ha revelado eso a través de su Espíritu.

Entonces, Jesús nombra a Pedro primer Papa. Sobre él iba a edificar la Iglesia que, con el tiempo, se llamaría católica. Es más, le concedía el atar y desatar o, lo que es lo mismo, la facultad de decidir, espiritualmente, lo que era cierto y lo que no.


JESÚS, ayúdanos a saber que eras todo para nosotros, tus hermanos.



Eleuterio Fernández Guzmán

28 de junio de 2016

La poca fe que, a veces, tenemos


Martes XIII del tiempo ordinario

Mt 8,23-27

En aquel tiempo, Jesús subió a la barca y sus discípulos le siguieron. De pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las olas; pero Él estaba dormido. Acercándose ellos le despertaron diciendo: ‘¡Señor, sálvanos, que perecemos!’. Díceles: ’¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?’. Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza. Y aquellos hombres, maravillados, decían: ‘¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?’”.

COMENTARIO

Que Jesús subiera a una barca no era nada extraño porque muchas veces lo había hecho y había recorrido el lago en busca de aquellos que querían escucharle aunque, en otras ocasiones, se retiraba algo lejos para enseñar a sus discípulos más allegados.

Aquellos hombres, muchos de ellos pescadores profesionales, también tenían miedo. Es decir, cuando la tempestad se levanta había pocos hombres que dejaran de pasar por malos momentos. Y ellos, que ven como Jesús duerme, acuden a Él, le necesitan.

Pero Jesús sabe que todo aquello no es más que una prueba de fe. Ellos, al parecer, no confían tanto en Quien llevan consigo en la barca. Y aquella forma de actuar de Cristo los deja en muy mal lugar…


JESÚS, ayúdanos a tener fe y a tenerla en Ti y en Dios.



Eleuterio Fernández Guzmán

27 de junio de 2016

Seguir a Cristo supone mucho



Lunes XIII del tiempo ordinario
Mt 8,18-22
En aquel tiempo, viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla. Y un escriba se acercó y le dijo: ‘Maestro, te seguiré adondequiera que vayas’. Dícele Jesús: ‘Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza’. Otro de los discípulos le dijo: ‘Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre’. Dícele Jesús: ‘Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos’”.

COMENTARIO

Seguir a Cristo, en aquellos momentos primeros de su predicación y ahora mismo, supone algo más que sostener que se es discípulo suyo porque hacer sólo es hacer, exactamente, nada. Y Jesús lo explica muy bien en este texto del evangelio de san Mateo.

Jesús, para empezar, pone todas las cartas sobre la mesa. Ha de saber todo aquel que quiera seguirlo que no va tener una vida fácil. Muchos serán perseguidos porque al Hijo de Dios hay muchos que no lo quieren. Y a ellos les va a pasar lo mismo. Depende, pues, de su voluntad.

El caso es que seguir a Jesús no es poco. Supone, antes que nada, olvidarse de que se ha tenido una vida anterior, un corazón viejo. Supone, por tanto, tener en cuenta que se ha venir a tener un corazón nuevo, de carne.


JESÚS, ayúdanos a serte fieles.



Eleuterio Fernández Guzmán

26 de junio de 2016

Seguir a Cristo

Lc 9, 51-62                             

“Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: ‘Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?’ pero volviéndose, les reprendió; y se fueron a otro pueblo. Mientras iban caminando, uno le dijo: ‘Te seguiré adondequiera que vayas.’ Jesús le dijo: ‘Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde  reclinar la cabeza.’ A otro dijo: ‘Sígueme.’ El respondió: ‘Déjame ir primero a enterrar a mi padre. ’Le respondió: ‘Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios.’ También otro le dijo: ‘Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa.’ Le dijo Jesús: ‘Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.’”                              

COMENTARIO

Cuando Jesús llama a Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, “Boanerges” es porque, en verdad, debían ser de armas tomar. Por eso no dudan en querer hacer perecer de mala muerte a los que no han querido recibir a Jesús. Actúan, sólo, como hombres.

Pero Jesús entiende las cosas de otra forma. Y reprende a los hermanos, seguramente, diciéndoles que el amor era más importante que determinadas cosas que, además, se sustentaban, en no conocer al Mesías.

Por eso seguir al Maestro no era fácil. Y por eso muchos, que querían seguirlo pero no querían dejar, del todo, su vida anterior, se ven reprendidos, también, por el Hijo de Dios. Y es que para poder ser discípulo suyo, hay que dejar del todo la vida anterior, el corazón viejo, el viejo vino.


JESÚS, ayúdanos a seguirte como quieres que te sigamos.



Eleuterio Fernández Guzmán