8 de octubre de 2016

Escuchar a Dios y hacer, ser

Sábado XXVII del tiempo ordinario

Lc 11,27-28
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, sucedió que una mujer de entre la gente alzó la voz, y dijo: ‘¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!’. Pero Él dijo: ‘Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan’”.


COMENTARIO

No es nada extraño ni era poco de esperar que aquellos que escuchaban al Hijo de Dios con gozo y encontraban en sus palabras consuelo y amor, tuvieran palabras buenas para aquella mujer que lo había traído al mundo.

Pero Jesucristo, sin hacer de menos a María, la Virgen Inmaculada, a la que quería muchísimo, sabe que hay algo que es, incluso, más importante que tal amor: saber escuchar a Dios, Padre Todopoderoso.

Y había algo más. Y es que no era suficiente, ¡No!, con escuchar a Dios quedarse, digamos, tan ancho. No. Había que actuar en consecuencia y llevar sus santas palabras a la vida ordinaria, al cada día. Entonces, se era verdadero hijo de Dios.


JESÚS, ayúdanos a ser hijos de Dios de los que se pueda decir que, de verdad, lo son.



Eleuterio Fernández Guzmán

7 de octubre de 2016

Saber con Quién nos corresponde estar


Viernes XXVII del tiempo ordinario
Lc 11,15-26

“En aquel tiempo, después de que Jesús hubo expulsado un demonio, algunos dijeron: ‘Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios’. Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo. 

Pero Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: ‘Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y casa contra casa, cae. Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino?, porque decís que yo expulso los demonios por Beelzebul. Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces. Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios.

‘Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos. El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama. Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo; y, al no encontrarlo, dice: ‘Me volveré a mi casa, de donde salí’. Y al llegar la encuentra barrida y en orden. Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio’”.

COMENTARIO

Decir una cosa como dicen aquellos que, aquí, quieren atacar a Jesús, era decir algo muy grave. Y es que decir que trabajaba para Satanás era un poco exagerado y, además, una falsedad más que grande.

Jesucristo, ante esto, arremete con sus propias palabras. Sin duda alguna, ellos no podían creer que sus hijos expulsaban demonios por orden de Satanás. Y eso justificaba, a la perfección, que era Él el Hijo de Dios y que el Reino había llegado.

Por eso el Hijo del Padre Todopoderoso sabe que nos conviene más que mucho seguirlo a Él. Es la única forma de no desparramar ni perder el tiempo sino, al contrario, recogerlo todo en nuestro corazón y llevarlo al prójimo como expresión de amor a Dios.

JESÚS, ayúdanos a no equivocarnos en nuestra elección espiritual, a seguirte a Ti siempre.



Eleuterio Fernández Guzmán

6 de octubre de 2016

Perseverar en la oración J

Jueves XXVII del tiempo ordinario

Lc 11,5-13

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Si uno de vosotros tiene un amigo y, acudiendo a él a medianoche, le dice: ‘Amigo, préstame tres panes, porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle’, y aquél, desde dentro, le responde: ‘No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos’, os aseguro, que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos se levantará por su importunidad, y le dará cuanto necesite.
‘Yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!’”.

COMENTARIO

La mejor forma de enseñar es aquella que hace uso de situaciones de la vida ordinaria que puedan resultar conocidas para quien ha de recibir la enseñanza. Y eso es lo que hace Jesús.  En este caso con aquello del amigo que acude en busca de ayuda.

La oración tiene mucho que ver con esto. Pedir a Dios ha de cumplir con un requisito esencial: ha de ser perseverante. Y es que sólo quien insiste puede obtener, si le es conveniente, del Todopoderoso, lo que necesita.

Jesús, para mostrar que eso es así, insiste en decir que quien llama al a puerta del corazón de Dios es escuchado y quien busca al Padre porque lo necesita… también será escuchado. Y es que Dios no se deja ganar en generosidad y amor a sus hijos.


JESÚS,  ayúdanos a ser perseverantes en la oración.



Eleuterio Fernández Guzmán

5 de octubre de 2016

Aprendiendo a orar a Dios Padre Todopoderoso

Miércoles XXVII del tiempo ordinario

Lc 11,1-4

Sucedió que, estando Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: ‘Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos’. Él les dijo: ‘Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación’”.

COMENTARIO

Aquellos que seguían a Jesús más de cerca, los Apóstoles, veían cómo el Maestro se retiraba muchas veces para orar. Allí, en aquella aparente soledad lo veían hablando con Dios de una forma muy profunda y querían aprender.

Jesús, que sabe que necesitan aprender lo más básico de la relación con el Padre, les va a enseñar. Podía haberles enseñado una oración muy difícil de comprender y que pudiera parecer muy importante de cara al mundo pero no hace eso. Y es que conoce que lo mejor es que comprendan desde lo sencillo pero profundo.

La oración que les enseña, el Padrenuestro, tiene relación directa con el Dios Todopoderoso que todo lo ha creado y mantiene. Lo que en ella se dice no es nada complicado sino que pedimos lo que es esencial y necesario para cada hijo de Dios.


JESÚS, ayúdanos a orar, enséñanos a orar.

Eleuterio Fernández Guzmán


4 de octubre de 2016

Saber lo que nos conviene

Martes XXVII del tiempo ordinario
Lc 10,38-42

En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: ‘Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude’. Le respondió el Señor: ‘Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada’”.

COMENTARIO

Que Jesucristo acudiera muchas veces a casa de sus amigos de Betania no era nada extraño. Marta, María y Lázaro habían convivido con él durante muchos años y ahora no los iba a olvidar fácilmente. Y es de suponer que acudiera con otros de los suyos.

En casa de sus amigos debía haber mucho jaleo. Trabajo mucho se acumulaba cuando, de repente, acudían muchas personas que debían ser atendidas respondiendo a la afectividad y a la atención personal. Por eso Marta se enfada con María que, al parecer, no quiere ayudarla.

Pero Jesús entiende las cosas de forma distinta. María sabía que escuchar a Jesús era bueno y por eso se quedaba a sus pies. Mientras, Marta hacía otro trabajo que también era necesario. Pero el Cristo sabía qué era lo importante, lo único importante.


JESUCRISTO,  ayúdanos a aceptar lo que nos conviene aceptar.




Eleuterio Fernández Guzmán

3 de octubre de 2016

Lunes, 3 de octubre de 2016


Lunes XXVII del tiempo ordinario

Lc 10,25-37

“En aquel tiempo, se levantó un maestro de la Ley, y dijo para poner a prueba a Jesús: ’Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?’. Él le dijo: ‘¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?’. Respondió: ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo’. Díjole entonces: ‘Bien has respondido. Haz eso y vivirás’.

Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: ‘Y ¿quién es mi prójimo?’. Jesús respondió: ‘Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva. ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?’. Él dijo: ‘El que practicó la misericordia con él’. Díjole Jesús: ‘Vete y haz tú lo mismo’.

COMENTARIO

“Ir por lana y salir trasquilado”. Eso es lo que le pasó al maestro de la ley que quiso poner a prueba a Jesús. Quiere saber, seguramente cree que lo sabe, qué ha de hacer para ganar la vida eterna. Y Jesús se lo dice, pero el buen hombre no le parece suficiente aquella respuesta. E iba a obtener una que no le iba a gustar mucho.

La parábola del buen samaritano encierra, contiene, nos trae, muchas lecciones para las almas tibias o atenidas tan sólo a sus intereses personales. Y es aquel maestro de la ley no esperaba que se le dijese que tenía que hacer algo por alguien que pudiese herir su supuesta pureza espiritual.

Recibe, además, una gran lección: el único que socorrió al atacado por los ladrones no fue uno de los considerados “sabios” por el común del pueblo. No. Fue un samaritano, enemigo declarado para el pueblo judío, de la fe. Y es que la misericordia de Dios no era muy bien entendida por según qué personas.


JESÚS, ayúdanos a ser misericordiosos con nuestro prójimo.

Eleuterio Fernández Guzmán


2 de octubre de 2016

Domingo, 2 de octubre de 2016 – Aumentar nuestra fe



Lc 17, 5-10

“Dijeron los apóstoles al Señor; ‘Auméntanos la fe.’ El Señor dijo: ‘Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: "Arráncate y plántate  en el mar", y os habría obedecido.’ ‘¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: ‘Pasa al momento y ponte a la mesa?’ ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?’ ¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado? De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: Somos siervos inútiles; hemos hecho  lo que debíamos hacer.’”

COMENTARIO

A lo mejor aquellos que seguían más de cerca al Hijo de Dios creían que les iba a aumentar la fe de una forma mágica. Es decir, lo mismo que habían visto manifestaciones extraordinarias propias de Dios, querían que fuera de una forma así.

Jesucristo, sin embargo, sabe que la cosa va por otro camino. La fe deben tenerla… ¡porque es fe! Por eso no podía hacer “algo” que les aumentase la fe como si la cosa fuera así de sencilla.

Además, debían reconocerse nada. Es decir, después de haber hecho todo bien (si tal era el caso) era muy importante que reconociesen que habían hecho lo que debían hacer y que eran siervos inútiles que, en todo caso, hacían lo que debían.


JESÚCRISTO, ayúdanos a hacer lo que debemos hacer.



Eleuterio Fernández Guzmán