26 de septiembre de 2020

Con miedo a saber

Lc 9, 43b-45


43b Estando todos maravillados por todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos: 44 ‘Poned en vuestros oídos estas palabras; el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.’ 45 Pero ellos no entendían lo que les decía; les estaba velado de modo que no lo comprendían y temían preguntarle acerca de este asunto.”


COMENTARIO


Al parecer aún no había llegado el momento para que se comprendiera Quién era aquel Maestro que enseñaba con autoridad. Y, sin embargo, todos se maravillaban de lo decía pero, sobre todo (por ser un signo querido y necesitado por el pueblo judío) de lo que hacía.

Jesucristo, sin embargo, no escondía nada. Y es que les dice cuál va a ser su futuro y el mismo no es, precisamente, un camino de rosas sino, más bien, de espinas y de piedras puestas en el camino.

Lo que resulta más curioso es que, como se nos dice en el texto de este Evangelio de San Lucas, a los que le escuchaban les “estaba velado” para que no comprendiesen lo que escuchaban. Por eso ellos no querían preguntar… a lo mejor por no querer saber aquello que, a lo mejor, podían intuir.


JESÚS, gracias por decir la verdad, Tú, que eres la Verdad.


Eleuterio Fernández Guzmán

25 de septiembre de 2020

Saber Quién es Cristo

Lc 9, 18-22


"Estando una vez orando a solas, en compañía de los discípulos, les preguntó: '¿Quién dice la gente que soy yo?' Ellos respondieron: 'Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos ha resucitado.' Les dijo: 'Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?' Pedro le contestó: 'El Cristo de Dios.' Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie.


Dijo: 'El Hijo del hombre debe sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día.'" 


COMENTARIO


Que el Hijo de Dios quisiese saber lo que pensaba el común de la gente no es cosa rara. Y es que, humanamente hablando, era lógico que quisiese conocer el pensar general. Y, al parecer, había mucho despiste.

Cuando Pedro contesta que saben, ellos al menos sí lo saben, que su Maestro es El Cristo de Dios o, lo que es lo mismo, el Enviado o Mesías, está revelando algo que era muy importante saber y tener en cuenta.

Jesucristo, sin embargo, no quiere que se sepa todavía que es Quien es. Y es que aún no estaba preparado nadie para saberlo y eso podía traer consecuencias tan graves como las que dice a los que entonces lo escuchan pero antes de tiempo.


JESÚS, gracias por decir las cosas como son.


Eleuterio Fernández Guzmán

24 de septiembre de 2020

Buscar ver a Cristo

Lc 9, 7-9


7 Se enteró el tetrarca Herodes de todo lo que pasaba, y estaba perplejo; porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; 8 otros, que Elías se había aparecido; y otros, que uno de los antiguos profetas había resucitado. 9 Herodes dijo: ‘A Juan le decapité yo. ¿Quién es, pues, este de quien oigo tales cosas?’ Y buscaba verle.”


COMENTARIO


Es bien cierto que los poderosos de todos los tiempos siempre han tenido la sensación de poder hacerlo todo según su antojo. Y eso le pasaba a Herodes, tetrarca. Y es que conocía lo que se decía de aquel Maestro al que muchos admiraban pero otros odiaban.

Es cierto y verdad que Herodes quiere ver a Jesucristo. Sin embargo, una vez reconoce su injusta maldad de haber mandado decapitar a Juan, aquel hombre que vestía con ropa de camello y comía langostas porque, al fin y al cabo, le decía las verdades del barquero, quiere conocer al Maestro.

Las cosas que oía Herodes de Jesucristo debían ser de mucha enjundia porque hace intención de verlo. En verdad, lo que le gustaba a aquel depravado hombre era el espectáculo y no la fe.


JESÚS, gracias por haber mostrado hasta a Herodes la Verdad.


Eleuterio Fernández Guzmán

23 de septiembre de 2020

Anunciar la Buena Noticia

Lc 9, 1-6

"1 Convocando a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; 2 y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. 3 Y les dijo: 'No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno. 4 Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí. 5 En cuanto a los que no os reciban, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.' 6 Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes."

COMENTARIO


Era de esperar que el Hijo de Dios supiese que era necesario que otras personas, además de Él, anunciaran la Buena Noticia de que el Reino de Dios había llegado. Y eso es lo que hace con los que había escogido, los Doce, para que fueran sus Apóstoles.

No podemos negar que Jesucristo les de una serie de instrucciones que debían tener en cuenta. Y había una bien curiosa: no debían obligar a nadie a creer en lo que ellos iban predicando. Y es que Dios da libertad a sus hijos, incluso, para que lo rechacen.

Ellos, aquellos Doce que habían sido escogidos, ni cortos ni perezosos se encaminaron al mundo a transmitir que el Reino de Dios había llegado al mundo y que era más que importante seguir tan buena indicación.


JESÚS, gracias por anunciar la Buena Noticia.


Eleuterio Fernández Guzmán

22 de septiembre de 2020

Escuchar y cumplir

Lc 8, 19-21

"Se le presentaron su madre y sus hermanos, pero no podían llegar hasta él a causa de la gente. Le avisaron: 'Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte.' Pero él les respondió: 'Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la cumplen.'"


COMENTARIO


Siempre que surge este texto del Evangelio de San Lucas salta la misma, digamos, prevención: diera la impresión de que el Hijo de Dios hace de menos a su madre (lo mismo pasó en Caná de Galilea, en aquella boda a la que fueron invitados y también parecía que no hacía caso a su Madre) porque dice lo que dice Jesucristo.

Sin embargo, la verdad es muy otra. Y es que escuchar lo que dice Jesucristo cuando le dicen que su Madre está fuera porque quiere hablar con Él. Y es que lo que dice no es que no quiera saber nada de ella sino que su madre y sus hermanos son aquellos que, al escuchar la Palabra de Dios no se limitan a escucharla sino que la cumplen.

Entonces se entiende mejor la cosa: la Madre del Hijo de Dios había cumplido siempre la Palabra de Dios y, desde la Anunciación se había declarado esclava del Señor. Por era quien más era su Madre y no quien menos.


JESÚS, gracias por dejar las cosas claras al respecto de la Virgen María.


Eleuterio Fernández Guzmán

21 de septiembre de 2020


 

¡Qué gran lección de parte de Cristo!

Mt 9, 9-13

 

“Cuando se iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: ‘Sígueme.’ Él se levantó y le siguió.

 Y sucedió que estando él a la mesa en la casa, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: ‘¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?’ Mas él, al oírlo, dijo: ‘No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.’”

 

 COMENTARIO

 

Resulta verdaderamente misterioso el influjo que tenía el Hijo de Dios con aquellas personas a las que se dirigía muy especialmente. Y Mateo, aquel al que consideraban pecador porque cobraba impuestos para el invasor, no iba a ser menos. Todo lo deja allí donde está trabajando y sigue a Aquel que lo ha llamado.

 

No es poco cierto, por otra parte, que había muchos que no entendía lo que hacía Jesucristo. ¿Cómo era posible que tomara como discípulo a un pecador así considerado? Por eso, exactamente por eso, había quien no quería, para nada, al hijo de María.

 

Había algo, sin embargo, que aquellos que perseguían a Jesús no acababan por comprender y era, nada más y nada menos, que tener en cuenta la misericordia o, lo que es lo mismo, que el amor se manifestase con aquellos que lo necesitaban. Y Mateo, lo mismo que en otro momento fue Zaqueo, la necesitaban y muy mucho.

 

 

JESÚS,  gracias por ser misericordioso con los que lo necesitan.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

20 de septiembre de 2020

Domingo, 20 de septiembre de 2020 – Querer ser de los últimos

 MT 20, 1-16

‘Es que nadie nos ha contratado.” Díceles: ‘Id también vosotros a la viña.’ 8 Al atardecer, dice el dueño de la viña a su administrador: ‘Llama a los obreros y págales el jornal, empezando por los últimos hasta los primeros.’ 9 Vinieron, pues, los de la hora undécima y cobraron un denario cada uno. 10 Al venir los primeros pensaron que cobrarían más, pero ellos también cobraron un denario cada uno.11 Y al cobrarlo, murmuraban contra el propietario, 12 diciendo: ‘Estos últimos no han trabajado más que una hora, y les pagas como a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el calor.’ 13 Pero él contestó a uno de ellos: ‘Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No te ajustaste conmigo en un denario? 14 Pues toma lo tuyo y vete. Por mi parte, quiero dar a este último lo mismo que a ti. 15 ¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?’.

16 Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos.’”

 

COMENTARIO

 

Resulta curioso, pero normal, que haya quien se pueda sentir disgustado por el bien ajeno como les pasa a los trabajadores que han trabajado todo el día. Sin embargo, ellos han recibido el salario prometido y no hay razón para que manifiesten su disgusto de tal forma.

 

Aquel contratista había cumplido con lo pactado con los trabajadores que había contratado y, a lo mejor, se había apiadado de aquellos que, de no ser por él, no habrían llevado nada a su casa para comer. Y habían esperado pacientemente la llegada de su salvación.

 

El Hijo de Dios lo dice muy bien: los últimos serán los primeros por ser los más perjudicados; los primeros, por haber sido los más agraciados, ya han disfrutado de su gracia en el mundo. 

 

JESÚS,  gracias por decir las cosas como tienen que ser dichas.

 

Eleuterio Fernández Guzmán