6 de noviembre de 2021
Dios todo lo conoce y saber
5 de noviembre de 2021
No dejarse engañar
'Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: '¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto'.
El administrador pensó entonces: '¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!'
Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: '¿Cuánto debes a mi señor?' 'Veinte barriles de aceite”, le respondió. El administrador le dijo: 'Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez'.
Después preguntó a otro: 'Y tú, ¿cuánto debes?' 'Cuatrocientos quintales de trigo', le respondió. El administrador le dijo: 'Toma tu recibo y anota trescientos'.
Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz."
4 de noviembre de 2021
Saber a quién hay que servir
Lc 16, 9-15
3 de noviembre de 2021
La pura realidad de Cristo
Lc 14, 25-33
¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: '“Éste comenzó a edificar y no pudo terminar'”.
¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz.
De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee no puede ser mi discípulo.'"
2 de noviembre de 2021
Cristo el Camino, la Verdad, la Vida
Jn 14, 1-6
“‘No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí.
En la casa de mi Padre hay muchas mansiones;
si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando
haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino.’ Le dice
Tomás: ‘Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?’ Le dice
Jesús: ‘Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.
Nadie va al Padre sino por mí’”.
COMENTARIO
Jesús está muy interesado en que sepamos qué es lo que nos conviene
para nuestra vida eterna. Sabe que anhelamos alcanzar la misma y estar con Dios
y, para eso, debemos creer en Él.
Jesús nos lo dice con toda claridad: está en el Cielo preparándonos
estancias para que, cuando Dios quiera, las ocupemos. Y también nos habla de su
Parusía, cuando vuelva para juzgar a vivos y muertos.
El camino para ir a Dios lo sabemos porque nos lo dice Jesús: es
Él. Sólo, pues, creyendo en el Mesías, en su santa doctrina y en todo aquello
que hizo en su primera venida al mundo, podremos comprender lo que supone que
sea el Camino, la Verdad y la Vida.
JESÚS, ayúdanos a aceptarte
como Verdad, como Camino, como Vida.
Eleuterio Fernández Guzmán
1 de noviembre de 2021
Los bienaventurados
Mt 5,1-12a
“En
aquel tiempo, viendo Jesús la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus
discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
‘Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los
Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la
tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán
saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán
misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a
Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados
hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque
de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien,
y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi
causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los
cielos’”.
COMENTARIO
Jesús tuvo que decir, en una ocasión, que no había venido a abolir
la Ley de Dios sino a darle cumplimiento. Y eso es lo que hace cuando, subido
en un promontorio, proclama las Bienaventuranzas, no dichas para sustituir a
los Mandamientos sino para darles, en efecto, cumplimiento.
Cada uno de los “preceptos” que aquí indica Jesús lo son para que
sepamos a qué atenernos acerca de lo que es verdaderamente para un discípulo de
Cristo. Centran, por así decirlo, nuestra fe
y la hacen efectiva, con relación a Dios Padre Todopoderoso.
Jesús termina las mismas con una gran verdad que ha sido comprobada
a lo largo de los siglos: debemos sentirnos bienaventurados si somos
perseguidos por Él. Ahí está el centro de nuestra fe: ser perseguidos por
Cristo.
JESÚS, ayúdanos a atender
a las bienaventuranzas en nuestra vida ordinaria.
Eleuterio Fernández Guzmán