Mc, 6, 30-34
Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.”
Mc, 6, 30-34
Mc 6, 17-29
“Herodes había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías,
la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a
Herodes: “No te es lícito tener a la mujer de tu hermano”. Herodías odiaba a
Juan e intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo
que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía, quedaba
perplejo, pero lo escuchaba con gusto.
Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su
cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los
notables de Galilea. Su hija, también llamada Herodías, salió a bailar, y
agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: “Pídeme
lo que quieras y te lo daré”. Y le aseguró bajo juramento: “Te daré cualquier
cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino”. Ella fue a preguntar a su
madre: “¿Qué debo pedirle?” “La cabeza de Juan el Bautista”, respondió ésta.
La joven volvió rápidamente donde estaba el rey y le hizo
este pedido: “Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza
de Juan el Bautista”.
El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y
por los convidados, no quiso contrariarla. En seguida, mandó a un guardia que
trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza.
Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y ésta se la dio a su
madre.
Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger
el cadáver y lo sepultaron.”
COMENTARIO
El
episodio bíblico de la muerte de Juan el Bautista es una clara muestra de hasta
donde puede llegar la maldad y hasta dónde el ser humano puede ser necio y
despreocupado.
Juan
el Bautista no había hecho más que decirle a Herodes una verdad tan grande como
que no podía casarse con la mujer con la que quería casarse. Y es de esperar
que tal mujer no quiera muy bien a Juan. Por eso procura su muerte hasta que la
consigue. Maldad en estado puro.
El
Bautista había cumplido con la misión que tenía en encomendada y que no era
otra que anunciar al Mesías y difundir y defender la Palabra de Dios. Por eso
es asesinado de una manera tan vil.
JESÚS, agradece a tu primo Juan haber sido fiel y leal a
Dios.
Eleuterio Fernández Guzmán
Mc 6,7-13
“En
aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos,
dándoles poder sobre los espíritus inmundos. Les ordenó que nada tomasen para
el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja;
sino: ‘Calzados con sandalias y no vistáis dos túnicas’. Y les dijo: ‘Cuando
entréis en una casa, quedaos en ella hasta marchar de allí. Si algún lugar no
os recibe y no os escuchan, marchaos de allí sacudiendo el polvo de la planta
de vuestros pies, en testimonio contra ellos’. Y, yéndose de allí, predicaron
que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos
enfermos y los curaban.”
COMENTARIO
Enviados por Cristo
Jesús envía al mundo a los que escoge
para ser sus evangelizadores. Sabe que a las personas que escoge y que
responden sí a su petición, no les van a defraudar y van a hacer todo lo
posible para que la Palabra de Dios llegue al mundo.
Lo que hay que
tener en cuenta
Hay cosas que, en la vida de un creyente,
tienen importancia pero otras no lo tienen. Jesús sabe que lo que importa no es
acumular en esta vida sino, en todo caso, acumular para la vida eterna.
Dar a quien
quiera recibir
Jesús sabe que no todas las personas van
a recibir bien la Palabra de Dios, la doctrina Santa. Sin embargo, no obliga a
nadie a aceptarla. Propone pero no impone y tal es la actitud que recomienda a
los suyos.
JESÚS, aquello que comunicas a tus enviados, entonces, es
importante, también, ahora mismo. Ayúdanos a ser buenos transmisores de la
Palabra de Dios.
Eleuterio Fernández Guzmán
Miércoles, 2 de febrero de 2022
Mc 5, 22-43
Mc 5,1-20
“En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos
llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos. Apenas saltó de la
barca, vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu
inmundo que moraba en los sepulcros y a quien nadie podía ya tenerle atado ni
siquiera con cadenas, pues muchas veces le habían atado con grillos y cadenas,
pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía
dominarle. Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes,
dando gritos e hiriéndose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, corrió y se
postró ante Él y gritó con gran voz: “¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de
Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes”. Es que Él le había
dicho: “Espíritu inmundo, sal de este hombre”. Y le preguntó: “¿Cuál es tu
nombre?”. Le contesta: “Mi nombre es Legión, porque somos muchos”. Y le
suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región.
Había allí una gran piara de puercos que
pacían al pie del monte; y le suplicaron: “Envíanos a los puercos para que
entremos en ellos”. Y se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron
y entraron en los puercos, y la piara -unos dos mil- se arrojó al mar de lo
alto del precipicio y se fueron ahogando en el mar. Los porqueros huyeron y lo
contaron por la ciudad y por las aldeas; y salió la gente a ver qué era lo que
había ocurrido. Llegan donde Jesús y ven al endemoniado, al que había tenido la
Legión, sentado, vestido y en su sano juicio, y se llenaron de temor. Los que
lo habían visto les contaron lo ocurrido al endemoniado y lo de los puercos.
Entonces comenzaron a rogarle que se alejara de su término.
Y al subir a la barca, el que había
estado endemoniado le pedía estar con Él. Pero no se lo concedió, sino que le
dijo: “Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho
contigo y que ha tenido compasión de ti”. Él se fue y empezó a proclamar por la
Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él, y todos quedaban maravillados.
COMENTARIO
Sin duda, aquel hombre lo estaba pasando
muy mal. Estaba, según nos dice el texto del Evangelio de San Marcos,
gravemente endemoniado. Tenía muchos demonios. Por eso necesitaba el auxilio de
Aquel a Quien los demonios temían: el Hijo de Dios.
Jesús echa a los demonios de aquel
hombre. Sin embargo, a la ambición humana aquello, siendo tan maravilloso,
parece no importarle nada. Y es que aquellos hombres no querían perder e negocio que hacían con
los cerdos. Al parecer poco les importaba la vida de su prójimo endemoniado.
Aquel hombre, como es de esperar, está
agradecido. Por eso quiere acompañar a Jesús. Pero el Maestro prefiere que diga
lo que Dios ha hecho en su favor. Por eso no nos extraña nada que la fama de
santidad de Jesucristo se extendiera por doquier.
JESÚS, ayúdanos a aceptar el auxilio de tu corazón.
Eleuterio Fernández Guzmán
Lc 4, 21-30
“21 Comenzó, pues, a decirles: ‘Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha
cumplido hoy.’ 22 Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las
palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: ‘¿No es éste el hijo
de José?’ 23 Él les dijo: ‘Seguramente me vais a decir el refrán: Médico,
cúrate a ti mismo. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo
también aquí en tu patria.’24 Y añadió: ‘En verdad os digo que ningún profeta
es bien recibido en su patria.’ 25 ‘Os digo de verdad: Muchas viudas había en
Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis
meses, y hubo gran hambre en todo el país; 26 y a ninguna de ellas fue enviado
Elías, sino a = una mujer viuda de Sarepta de Sidón. = 27 Y muchos leprosos
había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue
purificado sino Naamán, el sirio.’ 28 Oyendo estas cosas, todos los de la
sinagoga se llenaron de ira; 29 y, levantándose, le arrojaron fuera de la
ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba
edificada su ciudad, para despeñarle. 30 Pero él, pasando por medio de ellos,
se marchó.”
COMENTARIO
Resulta
síntoma de tener unas miras muy cortas cuando entendemos que lo bueno es para nosotros
y los demás no pueden gozar de eso. Y es lo que les pasa a muchos que escuchan
al Hijo de Dios y que creen que hace de menos al pueblo de Israel.
Los
que escuchaban aquel día a Jesús querían oír algo que halagase sus oídos como,
por ejemplo, que Dios había escogido al pueblo de Israel como su pueblo y que
los demás, en fin…, que no tenían importancia.
Sin
embargo, Jesucristo sabe que el Amor de Dios no se circunscribe a un solo
pueblo sino que es de todo aquel que lo acepta como Padre y le pide compasión y
Amor. Y eso, al parecer, había muchos que no querían aceptarlo con ser la
verdad. Y por eso querían despeñarlo... ¡claro!
JESÚS, gracias por decir la verdad de la Verdad.
Eleuterio Fernández Guzmán