2 de mayo de 2020

Cuerpo y sangre que salvan



Jn 6,60-69

“En aquel tiempo, muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: ‘Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?’. Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: ‘¿Esto os escandaliza? ¿Y cuándo veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. Pero hay entre vosotros algunos que no creen’. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. Y decía: ‘Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre’. 

COMENTARIO

No es poco cierto que cuando Cristo habla de cosas como comer su carne y beber su sangre muchos se escandalicen. Eso o cuando habla de hacer determinados sacrificios. Pero, ciertamente, hay cosas que considera Jesucristo que aún son más difíciles de comprender.

Ciertamente, para una mentalidad mundana, decir que la carne no sirve para nada es decir mucho. Sin embargo, no es poco cierto que la carne acabará desapareciendo y sólo el Espíritu prevalecerá.

Hay algo que debieron tener en cuenta entonces y que debemos tener en cuenta ahora: la Palabra de Cristo-Dios es la única que da validez a una vida digna de ser vivida como hijo del Todopoderoso. Y esto sabiendo que, de todas formas, es el Padre quien nos escoge.

JESÚS,   ayúdanos aceptar tu cuerpo y tu sangre.


Eleuterio Fernández Guzmán


1 de mayo de 2020

Tener fe o no tenerla

Mt 13, 54-58
·Y sucedió que, cuando acabó Jesús estas parábolas, partió de allí. Viniendo a su patria, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que decían maravillados: '¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? Entonces, ¿de dónde le viene todo esto?' Y se escandalizaban a causa de él. Mas Jesús les dijo: 'Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio.' Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su falta de fe."
COMENTARIO

No hay duda alguna que la fe, para el Hijo de Dios, era algo más que importante y siempre vemos que la misma acarrea bondad y misericordia de su parte. Y es que Aquel que había sido enviado por el Todopoderoso para que el mundo se salvase tenía muy en cuenta que quien se dirigía a Él creyese en Él.
En este caso, en su mismo pueblo hay quien lo tiene por una persona común, hijo de María y de José. Sin embargo, no parece que crean en Él, que confían en su labor de Mesías.
Jesucristo, como es de esperar y cumpliendo con su misión y con su forma de ser, no podía hacer mucho allí donde no confiaban en su persona. Sin embargo, estamos seguros de que sí lo hizo con aquellos que sí creían en Él.


JESÚS, gracias por ser bueno con aquellos que creen en Ti.

Eleuterio Fernández Guzmán

30 de abril de 2020

El Pan Vivo que lleva a la vida eterna

Jn 6, 44-51
"Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo."

COMENTARIO

Podemos decir que, en muchas ocasiones, el Hijo de Dios ha dicho cosas parecidas a las que recoge hoy el Evangelio de San Juan. Es decir, que no en pocas de ellas no se ha limitado a teorizar sobre esto o sobre lo otro acerca de la vida eterna sino que ha dicho, con toda claridad, lo que supone la misma y, sobre todo, cómo se puede alcanzar. Y en el día de hoy sobreabunda el tema con una claridad meridiana. Y es que nos dice que quien cree en Él, quien lo acepta como Hijo de Dios o quien, en suma, come de Él (adelanto de la Eucaristía) alcanza la vida eterna.
Ciertamente, no podemos decir que sea necesario decir nada más que lo que nos dice Jesucristo acerca de la vida eterna y de cómo llegar a ella. Ahora bien, no basta, claro está, con escuchar estas palabras y decir algo así como “qué bien” sino que hay que poner por obra lo que supone creer en el Hijo de Dios.

JESÚS, gracias por evidenciar la verdad de las cosas del alma.

Eleuterio Fernández Guzmán

29 de abril de 2020

Ser humilde


Mt 11, 25-30
"En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: 'Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. 'Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.'"

COMENTARIO

Lo que nos dice el Hijo de Dios y recoge el evangelista que fuera recaudador de impuestos es de tanta importancia que debería formar parte el frontispicio de nuestra vida. Y es que tiene que ver, totalmente, con cómo debemos ser para ser agradables a Dios.
Es bien cierto que aquellos que escuchaban a Jesucristo esperaban que su Maestro les llevara al corazón pensamientos que les fueran agradables o que, digamos, no molestara a su realidad. Sin embargo, no siempre era así, claro está.
Ser humilde no es poca cosa. Es decir, saber serlo supone que, por nuestra parte, sabemos en qué posición estamos con respecto a Dios. Y eso es lo que pide Jesucristo: que seamos humildes porque Él lo es y, sin duda alguna, no hay mejor ejemplo que seguir.

JESÚS, gracias por ser humilde.

Eleuterio Fernández Guzmán

28 de abril de 2020

El Pan del Cielo


Jn 6, 30-35
"Ellos entonces le dijeron:'«¿Qué signo haces para que viéndolo creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: Pan del cielo les dio a comer.' Jesús les respondió: 'En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo.' Entonces le dijeron: 'Señor, danos siempre de ese pan.» Les dijo Jesús: 'Yo soy el pan de vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed."

COMENTARIO

No podemos negar que los que conocían al Hijo de Dios, aquellos que habían visto lo que era capaz de hacer con el poder del Todopoderoso, no podían hacer otra cosa que creer. Sin embargo, también habría personas que sólo lo conocían, digamos, de oídas, y querían signos.
Todos ellos sabían aquello del maná caído del cielo. Pero estaban seguros de que había sido Moisés quien había procurado alimento al pueblo judío que andaba hambriento por el desierto.
Jesucristo sabía que aquel maná bajado del cielo lo había dado Dios a su pueblo y no Moisés. Por eso les ha de decir que el nuevo Pan bajado del Cielo es Él y que quien cree en Él no pasará nunca hambre y sed.

JESÚS, gracias por ser tan claro con quienes te escuchan.

Eleuterio Fernández Guzmán

27 de abril de 2020

Creer en Jesucristo


Jn 6, 22-29

“Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar vio que allí no había más que una barca y que Jesús no había montado en la barca con sus discípulos, sino que los discípulos se habían marchado solos. Pero llegaron barcas de Tiberíades cerca del lugar donde habían comido pan. Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún, en busca de Jesús. Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: ‘Rabí, ¿cuándo has llegado aquí?’ Jesús les respondió: ‘En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.’ Ellos le dijeron: ‘¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?’ Jesús les respondió: ‘La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado.’”

COMENTARIO

Ciertamente, no es de extrañar que aquellos que, muy poco antes, habían sido testigos directos de la multiplicación de los panes y de los peces y del alimento que pudieron llevarse a la boca, quieran buscar a Quien eso ha hecho.

Tampoco debe extrañarnos de que Jesucristo les diga lo que les dice porque no es otra cosa que la pura verdad: ellos no lo buscan por lo que pudieran haber entendido espiritualmente acerca de la citada multiplicación. No. Ellos lo buscan porque quieren volver a comer de la forma como comieron antes.

El Hijo de Dios, que tenía un mensaje que enviar al mundo, no duda lo más mínimo en hacer explícita la verdad: ellos deben tener en cuenta, mucho más, el alimento espiritual que lleva a la vida eterna porque el otro perecerá con toda seguridad. Y, para ello, es algo elemental y esencial que creen en Quien ha sido enviado por Dios al mundo para que el mundo se salve.




JESÚS,  gracias por decir la verdad siempre.

Eleuterio Fernández Guzmán

26 de abril de 2020

Lo reconocieron al partir el pan



Lc 24, 13-25


“13 Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, 14 y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. 15 Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; 16 pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran. 17 El les dijo: ‘¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?’ Ellos se pararon con aire entristecido. 18 Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: ‘¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?’ 19 El les dijo: ‘¿Qué cosas?’ Ellos le dijeron: ‘Lo de Jesús el Nazoreo, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; 20 cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. 21 Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. 22 El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, 23  y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que él  vivía. 24 Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no  le vieron.’ 25  El les dijo: ‘¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?’ 27 Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras. 28 Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante. 29 Pero ellos le forzaron diciéndole: ‘Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.’ Y entró a quedarse con ellos. 30 Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando.31    Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado. 32 Se dijeron uno a otro: ‘¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino  y nos explicaba las Escrituras?’ 33 Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con  ellos, 34 que decían: ‘¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!’ 35 Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.”


COMENTARIO

Tampoco debería extrañarnos tanto que aquellos hombres estuvieran preocupados por todo lo que había pasado. Y es que a su Maestro lo acababan de matar en una Cruz y lo más prudente, humanamente hablando, era salir corriendo hacia su pueblo.

Ellos, claro, no sabían nada de lo que había pasado. Por eso no acaban de comprender que alguien les diga lo que les dice aquel que los acompaña. Y es cuando parte el pan cuando se dan cuenta de que es su Maestro el que ha estado y está con ellos.

No es poco cierto que, en su descargo, podemos decir que, en cuanto se dieron cuenta de que era Jesús quien les había partido el pan salen corriendo hacia donde estaban los Apóstoles para decir lo que les había pasado. Y es que, al fin, se les abrieron los ojos.

JESÚS,  gracias por haber abierto los ojos a los de Emaús.

Eleuterio Fernández