31 de diciembre de 2022

Al principio

Jn 1, 1-18


"Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios.

Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino el testigo de la luz.

La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.

Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de Él, al declarar: 'Este es Aquél del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo'.

De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Dios Hijo único, que está en el seno del Padre." 


COMENTARIO 

Este texto del Evangelio de San Juan, por ser el que da comienzo al mismo, está repleto de realidades espirituales que son muy ricas y profundas. Desde el mismo principio del mismo hasta el final todo de todo lo que nos dice podemos obtener gran provecho. 

La Palabra, Dios... todo apunta a la Verdad más extrema y todo nos dirige al tiempo en el que todo se hizo, en el que Dios creó y manifestó su Amor hacia todo lo creado. 

Sin embargo, como bien sabemos por la realidad de las cosas y por otros textos bíblicos... a la luz hubo quien no quiso recibirla e, incluso, procuró que se apagara aunque, claro, eso ni lo consiguieron ni todo el Mal con sus secuaces lo conseguirá nunca.


JESÜS, gracias por estar siempre donde tienes que estar.

Eleuterio Fernández Guzmán

Misioneros sin pasaporte

Artículo de Manuel Lozano Garrido, Lolo







Es cierto y verdad que estas letras que Lolo escribe, en cierto modo, también son para él mismo. Y es que al tratar del amplio mundo del enfermo… si hay alguien que se pueda sentir concernido es él.

Lolo nos habla de la importancia que tiene la labor santificante que las personas enfermas, misioneras de tal misión, que, muy a pesar de sus circunstancias, son un verdadero tesoro para el creyente.

Dice Manuel que el enfermo es “millonario de dolor” pero que tal caudal no se desperdicia o se pierde sino que, bien encauzado, ayuda y mucho en la salvación del prójimo. Y es que así, en efecto, fue su vida.

Recomiendo, encarecidamente, la lectura de lo que sigue. Y la lectura serena y pausada de lo que es un maravilloso y gozoso artículo: pura luz espiritual.

 

 

Publicado en la revista Enfermos Misioneros, en octubre de 1961

 

MILLONARIOS

 

Estas letras han nacido y van, de corazón a corazón, de cicatriz a cicatriz. Me gustaría que las leyeras por la tarde en la terraza, ahora que ya hay bochorno de siesta, que fuera la primera cosa que hagas cuando suene el timbre para el fin del reposo, todavía con la preocupación por la gráfica, las hidracinas, la sobrealimentación o los gestos del médico.

 

Mi carta es para ese escozor de tu vida cuadriculada y matemática: a las siete en punto el despertar; a las nueve, la visita sanitaria; a las doce, a las tres, a las seis, la comida, el reposo, los recreos, la leve compañía… Un hombre escribe, pensando en acompañar a otro que está en un sanatorio como si de pronto empezara a encenderse en su corazón la cerilla de una caja con premio.

 

Muchas tardes, cuando la luz se derrumba, anaranjada, por detrás de los pinares, tú, amigo, has sentido como una mano dura que agarraba tu alma como un limón y lo goteaba por los ojos en lágrimas. Es tu vida gallarda, la sangre joven que te hierve y los paseos, el corro de amigos o la tarde de campo que abandonas lo que astilla las ásperas horas de quietud, de silencio, de monotonía. Duele, y con razón, sentir un líquido de fuego por las venas, mirarse las manos que antes jugaban al frontón o empuñaron un martillo y verlas leves y desmadejadas sobre el colchón. Apenas si la primavera se ha deshojado sobre ti diecinueve, veintidós, ¿veinticuatro? Veces; pero ya tu memoria archiva un gran legajo de sufrimientos. Y es que –joven- al fin y al cabo, eres, en verdad, un MILLONARIO DE DOLOR.

 

CALVARIO SIGLO XX

 

Hay una vieja historia que se repite todos los días sobre las calles y los modos de nuestro tiempo. La vivimos todos, y cada uno tiene su buen papel en la representación. Tú, todos los días, a las seis, pones el termómetro debajo del brazo, mientras un sudor compacto y ardiente te escribe en los pómulos una estampa de agonía. De noche, cuando apenas si se oyen en los pasillos las leves pisadas de los enfermeros, una corona de preocupaciones va ribeteándote la cabeza, que arde como una corona de espinas. En la madrugada, cuando ya en el bosque hay trinar y un ruido de caracolas en las ramas, una tos, honda, seca y cansina, golpea y hiere brutalmente tus costillas como en una dura flagelación. Mañana y tarde -¿has visto tus pies?- tus pies briosos, los de la ronda, el taller o la mañana de clase, están retenidos sobre la cama casi taladrados por los clavos de una quietud forzosa y necesaria. Y así, con la fatiga o con el hondo sufrimiento de los compañeros que temen a tu enfermedad – “Perdónales, que no saben lo que hacen”-, minuto a minuto, dolor a dolor, va quedando sobre el fondo airoso y geométrico de tu sanatorio la imagen acabada de tu caminar de crucificado.

 

Hombre en Cruz, Cristo de hoy, tal vez sientas el temblor y la emoción de unos nombres que nacieron en un plano divino. ¿Se puede hablar de crucificados o apellidarse Cristos, desde un cuerpo que es atribulado y siente las justas limitaciones de su naturaleza? Te asustan –nos asustan- nombres que son de Dios pero entre aparatos de radio y medicamentos, con oxígeno y cartas por avión, se alza en el cuarto 18 de la Planta B tu perfil, reflejo vivo del Cristo, en la moderna Pasión horizontal de las sábanas. Y es que, con las altas palabras, con las divinas palabras, no usurpamos soberbiamente una categoría, sino que es Cristo el que desciende y va metiendo en la vida de cada uno ese fabuloso milagro de Dios en nosotros. Tú y yo, que también sufro, gracias a Él y a su generosidad, CRISTOS DEL SIGLO XX, y CALVARIOS, NUESTROS SANATORIOS. Fatiga, sangre, dolor, abandono, agonía, pero todo con el mágico fulgor y el centelleo de un signo de redención.

 

SUSPENSO EN GEOGRAFÍA

 

Más de uno está mereciendo un buen palmetazo de bachillerato. No, las capitales de la gran nación de las almas no están en Madrid, San Sebastián o Valencia, ni tienen poblaciones millonarias. Radican en las afueras, casi siempre altas, casi nunca remontando los 500 habitantes y con unos nombres que se llaman el Tomillar, Valdelatas, Montearagón, Guadarrama y El Neveral. Son conocimientos de geografía que conviene rectificar, como también que allí están los lingotes de oro o los filones de oro o los filones de metales preciosos y no en el Banco de España, Rodalquilar o El Centenillo. Desde los sanatorios viene una sabia gobernación por la que el mundo rueda, pese a todo, por un aire de esperanza.

 

Es la impotencia del dolor transcendido, el soberano poder de la fe que mueve montañas, de las ofrendas purificadas y vertidas en el río de la sangre de Dios. En el mundo de las almas, los pantanos se fabrican en las alturas y allí se represa la energía que luego va encendiendo un corazón aquí y otro allá, al norte y al sur, en casa o en el país donde nace el sol y hay gentes de ojos rasgados o piel de ébano, con tantanes o noches de seis meses. Las verdaderas fuerzas del mundo no residen en las bombas de destrucción; se crecen sobre los ‘átomos’ de unas celdas serranas, con gráficas y camas de esmalte. Los desalientos del mundo, las caídas o  las desgracias son trajinados para la esperanza desde esas gotas de dolor humano que se acepta y trabajan las turbinas del amor de Dios para mover positivamente, aunque sea palmo a palmo, a toda la humanidad.

 

CREER Y NO VER

 

Miro a la pluma y me digo que va trazando palabras muy solemnes, que huelen a luces, a ideales, a campañas y a triunfo. Pero mi pluma está también entre cuatro paredes, junto a la sal, la jeringa o la monotonía. Y desde el baño gris de cada hora, vuelvo a mis palabras y las noto seguras, auténticas, fundamentales, como rocas de cimientos. Nunca estaré solo mientras tenga un corazón que vuela. El sol está fijo más arriba de mi telón de nubes cárdenas.

 

¿Qué supone sólo una queja que se respira antes de nacer? Apenas nada desde mi dimensión de hombre; bastante desde el montón de quejas que son retenidas y aunadas con las de todos los lechos de dolientes de la tierra. En algún lugar -¡y qué lugar!-, un ángel factura el mundo de los colores que pudo corresponder a unos ojos sin luz que aceptaron  la renuncia, y en el cielo que se junta con los andares sin estrenar de un hombre paralítico, o con la espina dorsal, siempre rígida, de una chica con ojos azules; y el ‘levántate y anda’ de Cristo que le corresponde se escucha en un alma acartonada por el materialismo, en un profesor de instituto malayo que dice de pensar en la otra orilla, en las ruinas de una fe, en los cimientos de una esperanza… Sin salacot, sin pasaporte, con ‘esquijama’ y la silla de cristal, centenares de misioneros no oficiales van jalonando de claridad y de gloria la ruta salvadora de la Iglesia. Son muchos casi oscuros e invisibles, pero sus corazones rezan todos los días por el dolor de las almas sin luz y bajo la almohada tienen un diploma de la Unión de Enfermos Misioneros. Hasta ella les impulsó un día la conciencia de la unidad y el deseo de ser útiles. Apenas si necesitaron más que la aceptación de la voluntad de Dios en sus dolores y el propósito de vivir los sufrimientos con un giro amplio y misionero. Ninguno de ellos ha visto la espiga de su sementera, pero todos jurarían que su grano va germinando. Tan fijo es como el fulgor de las estrellas. La aceptación se nimba con la fe. Dan y dan gratuitamente, sin cápsulas de botella con premio, porque es hermoso continuar creyendo y confiando y amando al Dios-Padre providente.

 

¿Comprendes ahora que yo te escriba con amor, casi de rodillas, con el temblor en la pluma y la emoción de tu vida y mi vida esperanzadas, ricas y poderosas?

 

EL MEJOR PLAN MARSHALL

 

Tal vez me leas al filo de un día que es ancho y hermoso. En Pentecostés viven nuestros aldeanos la fiesta de unos trabajos y sudores que se coronan en el volumen de la cosecha. Pentecostés, para todos, es la celebración de la Gracia, de la santificación sin fronteras. Los bancos y los comercios recuentan sus cajas al filo de la Nochevieja. La Iglesia capitaliza a la luz clara de este día. Hace arqueo de almas que sufren, de cuerpos que sangran, de espíritus que viven en la pobreza y los pasa por la ventana abierta de la santidad. Del presupuesto de circunstancias dolorosas que aporta la JORNADA DE LOS ENFERMOS ha de vivir durante todo el año; y, no obstante, su saldo es una hermosa cifra de esperanza.

30 de diciembre de 2022

José fue fiel a Dios

Mt 2, 13-15.19-23



"Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:

'Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.'

José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta:

'Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.'

Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo:

'Levántate, toma al niño y a su madre y vuélvete a Israel; ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño.'

Se levantó, tomó al niño y a su madre y volvió a Israel.

Pero, al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno."

COMENTARIO

En la historia de la salvación ha habido personas que han sido importantes para la misma. Una de ellas es José, el esposo de María. Y es que, en cada ocasión en la que se le ha dicho algo para llevar a cabo lo ha acabado haciendo sabiendo que era la Voluntad de Dios. 

La situación no era la mejor. Recién nacido el Niño, es de suponer que José y María volverían a Nazaret a vivir una vida más o menos tranquila. Pero había alguna persona que no quería lo mismo para el Niño Jesús...

Pero, como todo debía cumplirse, en cuanto le dicen a José que regrese a Israel no duda lo más mínimo en hacerlo. Y que volvieran a Nazaret era, por así decirlo, de lo más normal. De allí salieron. 

JESÚS, gracias por cumplir todo según estaba escrito. 

Eleuterio Fernández Guzmán

29 de diciembre de 2022

Simeón sí vio

Lc 2, 22-35


"Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: 'Todo varón primogénito será consagrado al Señor'. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor.

Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con Él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo:

'Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel'.

Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de Él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: 'Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos'”. 

COMENTARIO

Como parte de la historia de la salvación, aquel día en el Templo debía haber alguien, por así decirlo, que certificase que aquel Niño era, en verdad, el Mesías.

Simeón fue avisado. El Espíritu Sango, como nos dice el texto bíblico, estaba en él y eso le hizo saber que aquel día iba a suceder algo grande en el Templo. Por eso le dice a Dios que ya puede llevárselo pues sabe que ha cumplido con lo que quería cumplir: ver al Hijo de Dios. 

Y, luego, lo otro. Y es que también se le ha avisado de lo que le pasará a la Madre, María. Y ella, estamos seguros, guardó aquellas palabras de Simeón en su corazón...


JESÚS, gracias por haber iluminado al anciano Simeón.

Eleuterio Fernández Guzmán

28 de diciembre de 2022

Eran inocentes

Mt 2, 13-18


"Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: 'Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo'.

José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto.

Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta:

'Desde Egipto llamé a mi hijo'.

Al verse engañado por los magos, Herodes se enfureció y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años, de acuerdo con la fecha que los magos le habían indicado. Así se cumplió lo que había sido anunciado por el profeta Jeremías:

'En Ramá se oyó una voz, hubo lágrimas y gemidos: es Raquel, que llora a sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya no existen'”. 

COMENTARIO

No podemos negar que el texto que se nos ha reservado para hoy es bastante terrible. Y es que muestra, por un lado, la codicia del hombre y, por otro, la falta de comprensión y, en suma, de amor. 

Aquel hombre, Herodes, no podía soportar que se dijera que iba a nacer el Rey de Israel. Por eso busca matar al Niño y por eso se le avisa a José para que marche lejos, lo más lejos posible que es a Egipto. 

Y al fondo pueden escucharse los lamentos de las madres que, al ver morir a sus hijos de forma tan injusta y tan ilegítima, no tienen consuelo alguno. Es más, ni siquiera quieren consuelo...


JESÚS, consuela a los Inocentes de entonces y de hoy mismo. 

Eleuterio Fernández Guzmán

27 de diciembre de 2022

Y creyó

Jn 20, 1a.2-8


"El primer día de la semana, María la Magdalena echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:

'Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto'.

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.

Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.'" 


COMENTARIO

No podemos negar que los acontecimientos que habían tenido lugar entre los discípulos del Hijo de Dios no dejaban de sorprender a los que allí estaban. Y ya podemos imaginar cómo se quedaron todos cuando la Magdalena les dijo que el cuerpo del Maestro no estaba donde lo habían dejado. Era lo que faltaba.

Que salieran Pedro y Juan corriendo era lo que se debía esperar. ¿Cómo que allí no estaba el cuerpo del Maestro? Que llegara primero Juan no era de extrañar porque era el más joven de entre ellos. Pero no sabemos si por respeto a Pedro o por miedo no quiso entrar primero sino que dejó que el primero entre ellos pasara dentro.

El caso es que, sí, Juan acabó pasando dentro. Y vio... no vio al Maestro. Pero eso, en vez de producirle pavor o algo así lo que hizo fue que su corazón creyera. Entonces sí, entonces vio y creyó. Todo se había cumplido. 


JESÚS,  gracias por hacer creer a Juan.

Eleuterio Fernández Guzmán

26 de diciembre de 2022

Perseverar


Mt 10, 17-22

 

“Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. ‘Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.’”

 

 

COMENTARIO

 

Lo que dice Jesús en este texto del Evangelio de San Mateo no podemos negar que sea poca cosa. Y es que nos habla de lo que pasará con aquellos que quieran seguirle y ser sus discípulos. Humanamente nada bueno.

 

El futuro es terrible, si lo consideramos desde el punto de vista terreno. Serán entregados los que sigan a Cristo pero ellos tendrán defensa en el Espíritu Santo que hablará por ellos. Y deben dejarse conducir por Él.

 

Pero lo bueno, aquello que vale la pena, sirve para el bien del discípulo de Cristo. El odio hacia los que sigan a Cristo tendrá un gran don y un gran regalo de Dios: la salvación eterna. Para alcanzarla, sin embargo, hace falta perseverar en la fe y en la oración.

 

JESÚS, ayúdanos a perseverar en la fe y en la oración.

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

25 de diciembre de 2022

Domingo, 25 de diciembre de 2022 – En el principio


Jn 1, 1-18



“1 En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. 2 Ella estaba en el principio con Dios. 3 Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. 4 En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, 5 y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. 6 Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. 7 Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. 8 No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. 9 La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. 10 En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. 11 Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. 12 Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; 13 la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. 14 Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.   15 Juan da testimonio de él y clama: ‘Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.’ 16 Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia.  17 Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. 18 A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.’” 

 

COMENTARIO

 

No podemos negar que este texto evangélico del que lo de San Juan está repleto de mensajes que debemos tener en cuenta, sencillamente, porque son verdad.

 

Desde el mismo principio de todo hasta la gran verdad según la cual a Dios sólo lo ha visto el Hijo se nos dice algo que ese terrible: vino la Luz al mundo y muchos no la recibieron…

 

De todas formas, es cierto y verdad que el Hijo vino al mundo e hizo Morada entre nosotros. Y gracias a eso, y a otras cosas que pasarían años más tarde, nosotros hemos sido salvados.

  

 

JESÚS, gracias por ser Tú siempre.

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán