15 de junio de 2019

El rincón del hermano Rafael – Un gozo más que bueno





“Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.”
Esta parte de una biografía que sobre nuestro santo la podemos encontrar en multitud de sitios de la red de redes o en los libros que sobre él se han escrito.
Hasta hace bien poco hemos dedicado este espacio a escribir sobre lo que el hermano Rafael había dejado dicho en su diario “Dios y mi alma”. Sin embargo, como es normal, terminó en su momento nuestro santo de dar forma a su pensamiento espiritual.
Sin embargo, San Rafael Arnáiz Barón había escrito mucho antes de dejar sus impresiones personales en aquel diario. Y algo de aquello es lo que vamos a traer aquí a partir de ahora.
             
Bajo el título “Saber esperar” se han recogido muchos pensamientos, divididos por temas, que manifestó el hermano Rafael. Y a los mismos vamos a tratar de referirnos en lo sucesivo.

“Saber Esperar” – Un gozo más que bueno

 Qué dulces son las amarguras, las soledades, las penas devoradas y sorbidas en silencio, sin ayuda…, qué dulces son las lágrimas derramadas junto a tu Cruz.” (Saber esperar, punto 313 b)
  
El hermano Rafael, en santidad llamado San Rafael Arnáiz Barón, tenía una relación muy estrecha con el Hijo de Dios. Y es que se dirige a Jesucristo con una no menguada amistad que dice mucho de la tal relación.
Este hermano nuestro, que tan mal lo pasó, físicamente hablando, en su vida en el mundo, sabe muy bien que la cercanía espiritual con el Hijo de Dios es algo no sólo recomendable sino más que conveniente para todo discípulo de Cristo.
El sufrimiento físico o espiritual se puede mostrar en esto que sigue:
-Amarguras,
-Soledades,
-Penas devoradas y sorbidas… en silencio.
El hermano Rafael habla de que eso lo sufre “en silencio”. Y es que tal situación, pasarlo mal en silencio, viene muy bien a todo aquel que no quiera hacerse pasar por sufridor ante su prójimo sino que, en lo oscuro de su habitación (como diría Jesucristo), hace participe a Dios de eso que su sufrimiento.
Hay algo aquí, de todas formas, que pudiera parecer algo increíble de creer o de aceptar. Y es que nos dice San Rafael Arnáiz Barón que eso lo entiende como “dulce”.
Es bien cierto que resulta extraño que alguien pueda decir que pasar amarguras, pasar soledades o sentirse penado por algo es algo dulce. Pero no es así si se sabe sobrenaturalizar el sufrimiento y se le da la importancia que tiene el mismo pero, sobre todo, si se acepta el mismo y se ofrece por una santa causa espiritual, en busca, por ejemplo, del bien del prójimo.
Podemos decir que, en realidad, no necesita ayuda alguna para saber pasar el sufrimiento que tiene nuestro hermano Rafael. Y es que se basta con su sufrimiento, con aceptarlo y, sobre todo, con tenerlo en cuenta mirando a la Cruz de Cristo.
Junto a la Cruz.
El hermano Rafael sabe que sí, que mucho puede sufrir (como, en efecto, sufrió) y que eso puede acaecerle a todo ser humano (sea creyente o no lo sea) Sin embargo, todo eso puede mitigarse si se mira a la Cruz de Cristo.
Mirar a la Cruz del Hijo de Dios y estar junto a la misma es mucho más que una pose o un, incluso, querer no abandonar al Maestro. Y es que supone, en primer lugar, un aceptar que pasa, uno mismo, por momentos tales que lleven su propia cruz; en segundo lugar, porque eso supone reconocer que la Cruz se corresponde, desde ella, con la salvación del creyente que se nos ha alcanzado.
San Rafael Arnáiz Barón tiene un gozo más que bueno también sufrir. Es más, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que sabe que eso es más que bueno y, claro, lo acepta con toda la alegría que su corazón puede ser capaz de aceptar.


Eleuterio Fernández Guzmán 

Lo que es importante saber


Mt 5, 33-37

“33 ‘Habéis oído también que se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos. 34 Pues yo digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo =, porque es el trono de Dios, 35 ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey. 36 Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro. 37 Sea vuestro lenguaje: "Sí, sí’; ‘no, no’: que lo que pasa de aquí viene del Maligno.”


COMENTARIO

A lo largo de muchos diálogos y muchas conversaciones, el Hijo de Dios enseñaba lo que, en realidad, era la Ley de Dios verdaderamente comprendida. Y es que muchos creían cumplirla aunque, en realidad, andaban muy lejos de eso.

No podemos negar que hay muchas verdades que pone sobre la mesa Jesucristo que no pueden ser del agrado de algunos de los que le escuchan. Y es que no siempre viene bien escuchar lo que es cierto y verdad.

Algo muy importante: donde la Ley de Dios dice una cosa no se puede decir la contraria y cuando establece algo como malo no puede ser bueno. Y eso era una lección muy difícil de aceptar.


JESÚS,  gracias por enseñarnos lo que vale la pena.


Eleuterio Fernández Guzmán

14 de junio de 2019

La verdadera Ley de Dios

Mt 5, 27-32
"27 'Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. 28 Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer  deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. 29 Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna. 30 Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehenna. 31 'También se dijo: El que repudie a su mujer, que le dé acta de divorcio. 32 Pues yo os digo: Todo el que repudia a su mujer, excepto el caso de fornicación, la hace ser adúltera; y el que se case con una repudiada, comete adulterio."
COMENTARIO
Es lógico pensar que el pueblo judío creía cumplir con la Ley establecida por Dios. Ellos seguían los Mandamientos y eso, al parecer era suficiente. Sin embargo, el Hijo de Dios, que había venido al mundo a que la citada Ley se cumpliese en su totalidad, iba a darles una sorpresa. Y es que, en realidad, el cumplimiento de la Ley de Dios iba mucho más allá de lo que se podía pensar.

Cumplir con la Ley de Dios supone, por ejemplo, tener en cuenta el más allá de la norma o, lo que es lo mismo, la norma misma. Por eso se prohíbe no sólo el adulterio sino tener el mismo en el corazón a través de la vista. Y por eso Jesucristo recomienda atar corto a los sentidos porque los mismos pueden llevarnos al Infierno. Y eso, se diga lo que se diga, es comprender y entender la Ley de Dios de forma correcta pero, sobre todo, completa...

JESÚS, gracias por poner sobre la mesa el verdadero y último sentido de la Ley de Dios.


Eleuterio Fernández Guzmán

13 de junio de 2019

Bondad y Misericordia del Buen Pastor para con sus ovejas

Jn 17, 1-2.9.14-26
1 Así habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. 2 Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado.9 Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos;14 Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. 15 No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno. 16 Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. 17 Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad. 18 Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo. 19 Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad. 20 No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, 21 para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. 22 Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: 23 yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí. 24 Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que contemplan mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo. 25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido y éstos han conocido que tú me has enviado. 26 Yo les he dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos·. 

COMENTARIO

Sabemos que la misión que Dios encomendó a su Hijo Jesucristo fue, en esencia, que conservara a los que le había entregado como hermanos suyos, en el mundo. Lo que hace, por tanto, el Mesías es hacer todo lo posible para que eso se pueda llevar a cabo. Y ruega por aquellos que, entonces, creyeron en él pero también por los que iban a creer, mediando sus hermanos creyentes, en Aquel que había sido enviado al mundo por el Todopoderoso. Y eso es lo que hace en este texto del Evangelio de San Juan: se dirige a su Padre del Cielo para implorar por aquellos que le han sido entregados y que no ha perdido, para demandar a Dios que cuide de ellos cuando se vaya a su lado y, en fin, que tenga muy en cuenta que Él estaba haciendo lo que se le había mandado hacer y que procuraría pedir, también, en el Cielo por sus hermanos los hombres.

Y así fue.

JESÚS, gracias por tu Bondad y tu Misericordia.

12 de junio de 2019

Cumplir la Ley de Dios

Mt 5, 17-19

17 ‘No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. 18 Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. 19 Por tanto, el que traspase uno solo de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos’”.


COMENTARIO

Algunos, a lo mejor, como no habían entendido la labor que tendría que llevar a cabo el Mesías que Dios iba a enviar, tenían por verdad que sería un Mesías vengador y que vendría con la espada en la mano. Ciertamente, andaban más que equivocados aquellos que así entendían las cosas.

El Hijo de Dios, Dios hecho hombre, no podía hacer otra cosa que procurar que la Ley del Todopoderoso se cumpliese palabra a palabra y mandamiento a mandamientos. Por eso de que antes habrá de pasar todo tiempo que se incumpla el más pequeño de los preceptos de la Ley.

Y un aviso: quien no sólo no cumpla con la Ley de Dios sino que, además, enseñe que incumplirla está algo así como bien y es bueno… en fin, tal persona no será mucho en el Reino de los Cielos. Es más, ya veremos si llega al mismo.


JESÚS, gracias por poner sobre la mesa toda la Verdad y nada más que la Verdad.

Eleuterio Fernández Guzmán

11 de junio de 2019

Enviados

Mt 10, 7-13

“7 Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. 8 Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios.  Gratis lo recibisteis; dadlo gratis. 9 No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla en vuestras fajas; 10 ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su sustento. 11 ‘En la ciudad o pueblo en que entréis, informaos de quién hay en él digno, y quedaos allí hasta que salgáis. 12 Al entrar en la casa, saludadla. 13 Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz; mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros.”

COMENTARIO

Cuando Jesucristo envía a sus discípulos más allegados no lo hace, por ejemplo, de cualquier manera sino que, al contrario: con todo aquello que ellos pueden necesitar tanto material como espiritualmente.

Lo que les dice es, nada más y nada menos, que pueden resucitar muertos. Y eso no es cosa baladí sino algo que muestra el poder que Dios puede otorgarle al hombre. Y, además, otros dones de no poca importancia: curar leprosos o, también, expulsar demonios que posean a ser humanos.

Hay, aquí, algo que es fundamental en aquel viaje: deben confiar totalmente en Dios y en su Amor y, por tanto, deben abandonarse a su santísima Providencia. Y esa es, por cierto, la única manera de caminar por el mundo anunciado la Buena Noticia.


JESÚS,  gracias  por haber confiado en aquellos hombres.


Eleuterio Fernández Guzmán

10 de junio de 2019

Madre e hijo; hijos y Madre


Jn 19, 25-27

“25 Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena. 26 Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo’. 27 Luego dice al discípulo: ‘Ahí tienes a tu madre’. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.”

COMENTARIO

Es bien cierto que el momento que refleja, hoy, el Evangelio de San Juan es más que gozoso. Y no que queramos ver el sufrimiento del Hijo de Dios sino que, al contrario, gozamos con ver qué es lo que fue capaz de hacer entonces… cuando moría.

Hay, por cierto, algunos de los suyos allí presentes. La gran mayoría, por miedo, había huido y se había escondido. Pero allí estaban los únicos que fueron capaces de ser fieles hasta el último momento. Y entre ellos su Madre, María, y Juan, su discípulo más joven.

Lo que hace entonces Jesucristo ha quedado, ya para siempre, establecido en la Tierra y en Cielo. Y es que al entregar a su Madre a su discípulo Juan, lo que hace es hacerlo con todo ser humano creyente en Jesucristo como Enviado de Dios. Y así estamos, desde entonces: María es, ya, Madre nuestra.

JESÚS,  Gracias, Cristo, por ser tan generoso con nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán

9 de junio de 2019

Cristo vuelve, entre los suyos


Jn 20, 19-23


“19 Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: ‘La paz con vosotros.’ 20 Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. 21 Jesús les dijo otra vez: ‘La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.’ 22       Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Recibid el Espíritu Santo. 23 A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.’”


COMENTARIO

Muchas veces, desde entonces, se ha dicho que no era extraño que los Apóstoles tuvieran miedo del resto de judíos o, a lo mejor, de los poderosos de entre ellos. Y es que era casi seguro que tuvieran intención de acabar, cuando antes, con los seguidores de Aquel que habían matado en una Cruz.

Pero Cristo había resucitado y va a ver a sus amigos. Sabe que debe tranquilizarlos porque, después de lo que ha pasado con su muerte… en fin, que la cosa no anda demasiado bien en sus corazones.

Pero no sólo los visita sino que además les otorga el Espíritu Santo y sus corazones se llenan de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Y, además, les concede la posibilidad perdonar pecados… o de retenerlos. Así quedara eso en el Cielo...

JESÚS, gracias por tranquilizarnos.


Eleuterio Fernández Guzmán