23 de marzo de 2019

El rincón del hermano Rafael – “Saber esperar”- Una santa voluntad

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“Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.”
Esta parte de una biografía que sobre nuestro santo la podemos encontrar en multitud de sitios de la red de redes o en los libros que sobre él se han escrito.
Hasta hace bien poco hemos dedicado este espacio a escribir sobre lo que el hermano Rafael había dejado dicho en su diario “Dios y mi alma”. Sin embargo, como es normal, terminó en su momento nuestro santo de dar forma a su pensamiento espiritual.
Sin embargo, San Rafael Arnáiz Barón había escrito mucho antes de dejar sus impresiones personales en aquel diario. Y algo de aquello es lo que vamos a traer aquí a partir de ahora.
             
Bajo el título “Saber esperar” se han recogido muchos pensamientos, divididos por temas, que manifestó el hermano Rafael. Y a los mismos vamos a tratar de referirnos en lo sucesivo.

“Saber Esperar” – Una santa voluntad

“¡Virgen María, Madre de los Dolores! Cuando mires a tu Hijo ensangrentado en el Calvario, déjame a mí que humildemente recoja tu inmenso dolor, aunque indigno, enjugue tus lágrimas.”

Saber cómo somos nos viene la mar de bien para hablar con Dios o, en este caso, con la Madre de Dios en la seguridad de ser escuchados. Y no queremos decir con esto que Dios mire para otro lado cuando no sabemos cómo somos sino que es, sencillamente, mucho mejor, no esconder nada de nuestra forma de ser, espiritualmente hablando. Y es que, además, esto  no sirve de nada porque Dios todo lo sabe de nosotros y todo lo conoce de nuestros hijos.
Bien. Esto lo sabemos y estamos seguros de que es un principio básico de nuestra vida de fe. Y nos viene, además, muy bien saberlo porque puede ayudarnos a salir de muchas tinieblas…
El hermano Rafael, que muchas veces habla con Dios o, como en este caso, con la Virgen María, no quiere olvidar lo que supone el Calvario, la Sangre del Hijo de  Dios y, en fin, todo lo que contiene aquello que entonces pasó.
Para empezar, debemos decir que todo aquello que, decimos, entonces pasó (en un tiempo determinado de la historia, en la propia del Imperio Romano y del pueblo judío) pasó entonces. Es decir, que creemos que todo sucedió según sabemos que sucedió. Y es que está escrito y no sólo por autores cristianos sino, también, judíos o paganos...

No se trata, sin embargo, de hacer discursos sobre algo que sabemos pasó. No. De lo que se trata es de lo que nos dice San Rafael Arnáiz Barón y que tiene que ver con nuestra capacidad, no sólo de aceptar que Cristo murió como murió sino de hacer algo más, de dar un paso más.

Antes hemos dicho que aquello pasó entonces pero estamos más que seguros que, en un modo más que cierto, sigue pasando ahora mismo, cuando crucificamos al Hijo de Dios por nuestros pecados y en ellos.

Esto lo decimos porque sólo así podemos entender que el hermano Rafael se dirija a la Virgen María para decir que cuando mire a si Hijo ensangrentado… Y es que eso sólo puede ser si, en efecto, Jesucristo sigue ensangrentado.

Pues bien, entonces, en tal caso, ¿qué podemos hacer nosotros con tal situación a sabiendas de que seguramente somos culpables que Cristo aún, hablando así, no haya bajado de la Cruz?

San Rafael Arnáiz Barón nos lo dice con toda claridad. Y es que, claro, no podemos quedarnos mirando lo que pasa y ya está. Demos un paso más.

Se nos dice que, hablando con la Virgen Inmaculada, que nos deje recoger el inmenso dolor que debe estar acumulando la Madre cuando ve así al Hijo. Y, es cierto, aún sabiéndonos indignos de eso (sabemos cómo somos y en qué pecados estamos…) lo que queremos es que sí, que se nos deje echar una mano así,  estando al lado de quien sufre al ver a un Hijo en tales circunstancias y, ¡Ay!, al ver que, por muchos siglos que pasen sigue en tal situación…

Dice el hermano Rafael que quiere enjugar las lágrimas de la Virgen María. Y no ha de ser mala cosa hacer eso cuando en la mismas está todo el amor que una Madre como ella puede atesorar. Eso lo hizo ella en su corazón a lo largo de la vida de Jesucristo y eso es lo que quiere hacer San Rafael Arnáiz Barón. ¿También nosotros?


Eleuterio Fernández Guzmán 




Todos pródigos somos



Lc 15,1-3.11-32

En aquel tiempo, viendo que todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: ‘Este acoge a los pecadores y come con ellos’. Entonces les dijo esta parábola. ‘Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: ‘Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde’. Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: ‘¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros’. Y, levantándose, partió hacia su padre. 

‘Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: ‘Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo’. Pero el padre dijo a sus siervos: ‘Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado’. Y comenzaron la fiesta.

‘Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. El le dijo: ‘Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano’. Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: ‘Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!’ Pero él le dijo: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado’”.


COMENTARIO

Muchos de los que escuchaban a Jesús no estaban de acuerdo con lo que decía porque, por ejemplo, estaba con pecadores. No entendían que un Maestro pudiese hacer eso. Pero el Hijo de Dios sabía que sólo los enfermos necesitan médico.

La parábola del hijo pródigo la cuenta Jesús para que entiendan en qué situación se encuentran aquellos que tanto le critican. Son como quien se aleja del Padre y, después de dilapidar su herencia espiritual tiene que volver a su casa para pedir perdón.

Pero, entre aquellos, había muchos como el hermano que no se alegra de que vuelva quien todo lo había gastado de mala forma. Siempre hay quien, entre los hermanos, guarda rencor por el bien que a otro le pueda suceder. Y eso a Dios no puede gustarle nada de nada.


JESÚS, los que te persiguen no quieren entender que es primero la misericordia y luego, en todo caso, la ley de los hombres. Ayúdanos a tener siempre presente la voluntad de Dios. 





Eleuterio Fernández Guzmán

22 de marzo de 2019

Cuidar de la viña del Señor



Mt 21, 33-43.45-46

En aquel tiempo, Jesús dijo a los grandes sacerdotes y a los notables del pueblo: ‘Escuchad otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó. Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores para recibir sus frutos. Pero los labradores agarraron a los siervos, y a uno le golpearon, a otro le mataron, a otro le apedrearon. De nuevo envió otros siervos en mayor número que los primeros; pero los trataron de la misma manera. Finalmente les envió a su hijo, diciendo: ‘A mi hijo le respetarán’. Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: ‘Este es el heredero. Vamos, matémosle y quedémonos con su herencia’. Y agarrándole, le echaron fuera de la viña y le mataron. Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?’. 

Dícenle: ‘A esos miserables les dará una muerte miserable y arrendará la viña a otros labradores, que le paguen los frutos a su tiempo’. Y Jesús les dice: ‘¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos? Por eso os digo: se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos’. 
Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que estaba refiriéndose a ellos. Y trataban de detenerle, pero tuvieron miedo a la gente porque le tenían por profeta.”

COMENTARIO

Jesús sabía más que de sobra que el pueblo elegido por Dios para ser su pueblo y él su Dios lo había traicionado muchas veces. Otras tantas veces se había vuelto a convertir porque sabía que el Creador era, sin duda alguna, su Dios.

Jesús pone, por eso mismo, el ejemplo de aquella viña que es cuidada queriendo decir que los profetas, que cuidaron del pueblo elegido por Dios transmitiendo su voluntad, habían sido matados uno a uno por aquellos que debían dejarse cuidar.

Aquello no gusta a los poderosos que le escuchan. Era de esperar que unas personas que se sentían, espiritualmente, superiores a los demás, no admitiesen que se les hiciera aquella advertencia. Por eso querían matar al Enviado de Dios.



JESÚS, los que no te querían no podían aceptar lo que les decías. Ayúdanos a tener siempre en cuenta las grandes verdades que salen de tu corazón.





Eleuterio Fernández Guzmán

20 de marzo de 2019

La verdad, a veces, duele


Mt 20, 17-28

“17 Cuando iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomó aparte a los Doce, y les dijo por el camino: 18 ‘Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y escribas; le condenarán a muerte 19 y le entregarán a los gentiles, para burlarse de él, azotarle y crucificarle, y al tercer día resucitará’. 20 Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. 21 Él le dijo: ‘¿Qué quieres?’ Dícele ella: ‘Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino’. 22 Replicó Jesús: ‘No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?’ Dícenle: ‘Sí, podemos’. 23 Díceles: ‘Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre. 24 Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. 25 Mas Jesús los llamó y dijo: ‘Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. 26 No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, 27 y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; 28 de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos’”.



COMENTARIO

La misión que debía llevar a cabo el Hijo de Dios era importante que fuera conocida por aquellos que le seguían más de cerca. Por eso es avisa acerca de lo que va a ser su inmediato futuro. Pero ellos, seguramente, no querían escuchar nada de eso y, es más, la madre de dos de ellos quiere que sus hijos estén en los mejores puestos. Pero Jesucristo tiene muy claro que ellos seguirán su mismo camino pero sabe que no le corresponde a Él decidir sobre la posición de cada uno de los que le siguen.

De todas formas, hay algo que deben aprender y aprender más que bien: lo que importa es servir y no ser servido. A eso había venido el Maestro y eso es lo que deben aprender sus discípulos.


JESÚS, gracias por poner sobre la mesa la verdad de tu existencia.

Eleuterio Fernández Guzmán

19 de marzo de 2019

Y José crió a Dios


Mt 1, 16. 18-21. 24a


“16 y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. 17 Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.  18 La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo.

21 Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. 22 Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: 23 Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: ‘Dios con nosotros’. 24 Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado.”



COMENTARIO

Cuando recordamos al padre adoptivo del Hijo de Dios traemos al hoy la vida de alguien que tenía fe en el Todopoderoso y estaba seguro de que era muy importante cumplir Su Voluntad. Por eso cuando José duda acerca del embarazo de su desposada María, el Ángel del Señor se le presenta en sueños y le dice qué es lo que debe hacer.

Lo que se le dice a José es de una importancia absoluta. Y es que tiene que ver con la salvación del mundo y del nacimiento de quien será su hijo adoptivo. No nos extraña, nada de nada, que José, tras la advertencia del Ángel, haga exactamente lo que se le dice que debe hacer y tome a María y la acepte como esposa.



JESÚS, gracias por haber tenido un padre como José.


Eleuterio Fernández Guzmán

18 de marzo de 2019

Misericordia quiero, dice Dios

Lc 6,36-38

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá’”.

COMENTARIO


Lo que dice Jesús en esta ocasión tiene mucho que ver con la importancia de tener, en el corazón, bien arraigada la Ley de Dios. No se trata de cosas de poca importancia sino, al revés, de aquello que debemos tener como bueno y mejor para nosotros.

Ser compasivos. Lo dice Quien fue más compasivo que nadie y Quien tanto enseñaba acerca de la compasión y el amor. Ser compasivo es mostrar, con el prójimo, que hemos entendido lo que supone el Amor de Dios. Y que no juzguemos porque seremos juzgados; y que perdonemos…

Dice Jesús algo que es más que importante: debemos medir con el corazón de carne porque de hacerlo con el de piedra, lo mismo seremos medidos nosotros. Y lo seremos cuando ya nada tenga remedio ante el Tribunal de Dios. Pensemos, pues, lo que ahora hacemos.



JESÚS, lo que nos dices es demasiado importante como para olvidarlo con tanta facilidad. Ayúdanos a no caer en tal trampa del enemigo.


Eleuterio Fernández Guzmán

17 de marzo de 2019

Escuchad a Cristo




Lc 9, 28b-36

“Tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. 29 Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante, 30                    y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías; 31 los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén.32 Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos, y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. 33 Y sucedió que, al separarse ellos de él, dijo Pedro a Jesús: ‘Maestro, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías’, sin saber lo que decía. 34 Estaba diciendo estas cosas cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra; y al entrar en la nube, se llenaron de temor. 35 Y vino una voz desde la nube, que decía: ‘Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle.’ 36 Y cuando la voz hubo sonado, se encontró Jesús solo. Ellos callaron y, por aquellos días, no dijeron a nadie nada de lo que habían visto”.
                                      

COMENTARIO

Cuando el Hijo de Dios toma a aquellos tres discípulos y los lleva al monte estamos seguros de que sabía qué iba a pasar. Y es que aquello no era de lo más normal y sólo quien conoce la Voluntad de Dios y tiene conocimiento real de todo lo que pasa es posible haga lo que entonces hizo Jesucristo. Y ellos escuchan la voz del Todopoderoso diciéndoles que Aquel que es su Maestro, no sólo lo es sino que, además, es Su Hijo, el de Dios, y que debe ser escuchado. Pero ellos, al parecer, aún no acaban de comprender lo que significaba todo aquello que estaban presenciando y actúan como hombres que eran, demasiado pegados al suelo.

JESÚS, gracias por cumplir la misión que te fue encargada por parte de Tu Padre y el nuestro.

Eleuterio Fernández Guzmán