Sábado II de Adviento
Mt 17,10-13
“Bajando Jesús del monte con ellos, sus discípulos le preguntaron: ‘¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?’. Respondió Él: ‘Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo. Os digo, sin embargo: Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos’. Entonces los discípulos comprendieron que se refería a Juan el Bautista.”
COMENTARIO
Aquellos que acompañaban a Jesús no entendían muchas de las cosas que decía el Maestro. Les costaba porque lo sobrenatural del comportamiento de Cristo no es fácil de llevar al corazón.
Preguntaban por las profecías que se habían hecho a lo largo de los siglos acerca de que el profeta Elías tendría que volver. Sin embargo lo que no entendían es que no volvería el mismo Elías sino, en todo caso, su espíritu a ponerlo en práctica otra persona. Aquella persona era Juan el Bautista.
Al Bautista no lo recibieron, muchos, con agrado porque les decía lo que no tenían que hacer. Eso es lo que le pasó con Herodes y fue lo que le costó la Vida. A Cristo tampoco lo recibieron todos como profeta sino, en todo caso, como una persona que les decía lo que no querían escuchar.
JESÚS, tus discípulos eran, a veces, duros de corazón y no comprendían bien las cosas que les decías. Actuaban como hombres carnales sin darle importancia al espíritu que en ellos moraba. Nosotros, en muchas ocasiones, somos también apóstoles y, como aquellos otros nosotros no comprendemos porque no nos conviene comprender.
Eleuterio Fernández Guzmán