30 de octubre de 2021

Saber dónde hay que estar

Lc 14, 1. 7-14


"Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola:

'Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: 'Déjale el sitio', y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar.

Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: 'Amigo, acércate más', y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado'”.




COMENTARIO

Seguramente que las cosas no podían ser tan sencillas como algunos pensaban en tiempos de la primera venida al mundo del Hijo de Dios. Y es que, para algunos o para muchos, las prácticas más comunes no eran más que, por decirlo así, prácticas que se debían llevar a cabo. Sin embargo, Jesucristo fue enviado al mundo para que el mundo se salvase y para eso debía cambiar muchas actitudes y muchas formas de ver las cosas y de hacerlas que para Dios estaban erradas y equivocadas.

Podemos decir, a tal respecto, que los ejemplos que nos pone Jesucristo son claros y diáfanos: no es conveniente querer ser el mejor porque, a lo mejor, no lo somos; también que debemos tener en cuenta a los más desfavorecidos porque, de otra forma, el corazón de Dios lo tendrá en cuenta.




JESÚS, gracias por poner las cosas en su sitio.



Eleuterio Fernández Guzmán

29 de octubre de 2021

Aunque fuera sábado

Lc 14, 1-4



1 Y sucedió que, habiendo ido en sábado a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando. 2 Había allí, delante de él, un hombre hidrópico. 3 Entonces preguntó Jesús a los legistas y a los fariseos: ‘¿Es lícito curar en sábado, o no?’ 4 Pero ellos se callaron. Entonces le tomó, le curó y le despidió.”


COMENTARIO

Siempre que podían, aquellos que querían perseguir al Hijo de Dios procuraban cogerlo en un renuncio. Y el tema del sábado, como día sagrado, era uno de sus preferidos. Y en aquella ocasión, Jesucristo se lo puso fácil.

Aquel hombre enfermo es seguro que le importaba bien poco ser curado en sábado. Y Cristo les pregunta a los que le están observando para ver qué hace. Pero ellos no quieren contestar pues sería faltar a la misericordia decir que por ley de los hombres no se atiende a la Voluntad de Dios…

El caso es que el Hijo de Dios no puede ni quiere hacer otra cosa. Y por eso cura al enfermo, al hombre hidrópico. Y lo hace porque es más importante tener en cuenta una necesidad así que ver qué se puede hacer o no en sábado...



JESÚS, gracias por mostrarte misericordioso.



Eleuterio Fernández Guzmán

28 de octubre de 2021

Escogió a los Doce

Lc 6, 12-19


"Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios.

Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.

Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse sanar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban sanos; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos."


COMENTARIO

No es poco importante que el Hijo de Dios escoja a un grupo de personas, hombres en este caso, que transmitan la Buena Noticia al mundo conocido o, mejor, más cercano de entonces empezando por las ovejas perdidas de Israel. Y es que Jesucristo sabía que eso era lo que debía hacer.

Escoge a Doce, como es bien sabido. Y los escoge, por decirlo así, siendo cada uno de su casa, también, de un oficio distinto aunque pudieran prevalecer los pescadores pues iban a pasar a ser todos pescadores, también, pero de hombres.

Tampoco nos extraña nada de nada que hubiera quien quisiera acercarse al Hijo de Dios porque querían ser curados de sus muchas dolencias. Y el caso es que sí, que eran curados, como dice el texto bíblico, porque una fuerza que salía de Cristo los sanaba.



JESÚS, gracias por escoger a los Doce que escogiste.



Eleuterio Fernández Guzmán

27 de octubre de 2021

Ser los últimos para ser los primeros

Lc 13, 22-30


"Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: 'Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?'
Él respondió: 'Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: 'Señor, ábrenos'. Y Él les responderá: 'No sé de dónde son ustedes'.

Entonces comenzarán a decir: 'Hemos comido y bebido contigo, y Tú enseñaste en nuestras plazas'. Pero Él les dirá: 'No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!

Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occ
idente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios.

Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos'”.



COMENTARIO

No es nada extraño que le preguntaran al Hijo de Dios, en la confianza de que se creía en Él, lo de la salvación y del número de los que se salvarán. Pero, en realidad, ellos querrían saber cómo podían salvarse.

Jesucristo no duda en decirles la verdad: hay que entrar por la puerta estrecha o, lo que es lo mismo, no es fácil salvarse pero si se quiere… entonces sí es posible. Pero, para eso, se ha de cumplir la Voluntad de Dios no sólo cuando nos conviene…

Tampoco debe extrañarnos que el Hijo de Dios diga eso de que habrá muchos que son ahora últimos que serán los primeros y al revés. Y es que para Dios las cosas y el orden de las mismas no es mismo que para nosotros los hombres. Aquí vale ansiar ser el último en el orden de los hombres y de la mundanidad para ser los primeros en el Cielo. Eso es lo que importa.



JESÚS, gracias por ponernos sobre la pista de cómo debemos ser.



Eleuterio Fernández Guzmán

26 de octubre de 2021

Lo pequeño que es grande

Lc 13, 18-21



18 Decía, pues: ‘A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? 19 Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas’ 20 Dijo también: ‘¿A qué compararé el Reino de Dios? 21 Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo.’”


COMENTARIO

Podemos decir que el Hijo de Dios, que conocía muy bien la capacidad de entendimiento de aquellos que le entregó su Padre del Cielo, sabía que era necesario que comprendiesen su predicación de la mejor forma posible y, es verdad, como también se hacía muchas veces.

El caso es que, para comparar el Reino de Dios no utiliza ejemplos grandilocuentes (aunque podría haber hecho dado cómo ha de ser el mismo) sino que se sirve de lo que es más pequeño, una semilla y la levadura, porque sabe que eso lo pueden comprender.

En realidad, lo que nos quiere decir Jesucristo es que lo que puede resultar muy pequeño, como puede ser la fe, puede llegar a crecer más que mucho y eso pasa cuando quien lo recibe está dispuesto a hacerlo.


JESÚS, gracias por ser tan claro en lo que nos dices.


Eleuterio Fernández Guzmán

24 de octubre de 2021

Querer ver


Mc 10, 46-52

 

46 Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino.47 Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: ‘¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!’ 48 Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: ‘¡Hijo de David, ten compasión de mí!’ 49 Jesús se detuvo y dijo: ‘Llamadle.’ Llaman al ciego, diciéndole: ‘¡Animo, levántate! Te llama.’ 50 Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús. 51 Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: ‘¿Qué quieres que te haga?’ El ciego le dijo: ‘Rabbuní, ¡que vea!’ 52 Jesús le dijo: ‘Vete, tu fe te ha salvado.’ Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino.”

 

 

 

COMENTARIO

 

Este texto del Evangelio de San Marcos nos presenta con toda claridad dos actitudes que son, como poco, ejemplo de lo que se ha de ser y de lo que no se ha de ser.

 

Por un parte, está el ciego que, como es de suponer, ha de querer ser curado. Y tiene la fe y la confianza suficientes como para estar seguro de que, al llamar al Maestro, puede curarle. Y no deja de hacerlo.

 

Por otra parte, está la de aquellos que no tienen en cuenta la misericordia y quieren que aquel ciego se calle. Sin embargo, el Hijo de Dios, que tiene un corazón blando y misericordioso no puede menos que atender a quien tiene la suficiente confianza en su persona como para enfrentarse a todos para hablar con Él. Y le cura, como es de esperar.

 

 

JESÚS,  gracias por saber qué es lo que, verdaderamente, importa.

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán