La Iglesia diocesana tiene un día en el que
recordamos, de manera especial, la labor que realiza la misma. Este año
es el domingo 18 de noviembre.
El lema de este año es “La Iglesia contribuye a crear una sociedad
mejor. Ayuda a tu parroquia, ganamos todos” y nos pone sobre la mesa lo
que supone para nosotros pertenecer a una de las muchas diócesis que
componen la Iglesia católica.
Deberíamos preguntarnos qué celebramos cuando celebramos el Día de la
Iglesia Diocesana porque es importante conocer qué debemos hacer por
pertenecer a ella.
Así, en primer lugar, necesitamos saber que cada uno de nosotros,
católicos, formamos parte de la Iglesia Diocesana y que, por eso mismo,
es obligación grave tomar parte en aquello que desde la misma se nos
demande sin cicaterías ni excusas que sólo nos alejan de nuestros
hermanos en la fe.
Sostener económicamente a la Iglesia Diocesana es, también, un deber
que no podemos dejar de lado ni olvidar. Sostenemos, en realidad, lo que
es nuestro a lo que pertenecemos y, aunque sea por egoísmo, debemos
hacerlo.
Pero tampoco podemos olvidar la labor que se hace desde la Iglesia
Diocesana porque sin ella no seríamos lo que somos y, aunque los tiempos
en los que nos ha tocado vivir buscan, muchas veces, alejarse la Esposa
de Cristo, no por ello vamos a dar la espalda a quien se ocupa,
espiritualmente, de nuestras almas.
Dice, por otra parte, el lema citado arriba que “La Iglesia ayuda a
crear una sociedad mejor”. Y no es poco cierto esto porque desde que fue
fundada por Jesucristo y el Hijo de Dios diera las llaves de la misma
al apóstol que tanto sufrió por traicionarlo, no ha venido haciendo otra
cosa que preparar el camino que nos lleva al definitivo Reino del
Creador. La tal Iglesia, la católica, es, pues, el seno donde crecemos
espiritualmente. Y, dentro de ella, la que lo es Diocesana, es nuestra
Madre a la que no podemos olvidar ni dejar de lado porque al mundo venga
bien que así lo hagamos.
Sabemos, si nos referimos a algo concreto, que nuestra Iglesia
Diocesana nos propone a Jesucristo y, lo que es muy importante, al
Evangelio como un instrumento espiritual que nos ayuda a vivir y a tener
una existencia plena y gozosa. Pero también, que nos hace sentir
personas marcadas, para bien, con una ascendencia divina y que, por lo
tanto, somos hijos de Dios que viven y conviven en una determinada
diócesis que debemos amar aunque, a veces, no estemos de acuerdo con los
pastores que, como seres humanos, también pueden equivocarse.
Tampoco podemos dejar de lado, dentro de la labor que hace la Iglesia
Diocesana, el inmenso bien que se hace desde el bautismo de nuestros
hijos hasta que, cuando Dios quiere, somos llamados para acudir a su
casa o, ¡ay! al Purgatorio (y esperemos que no al infierno) Allí está
nuestra Diócesis y allí está quienes la conforman.
Y todo eso lo celebramos, especialmente, ahora mismo.
Debemos, pues, celebrarlo no haciendo sólo mención y recuerdo de la
misma sino, siendo más concretos en lo que hacemos y, en fin, poniendo
de nuestra parte todo lo que somos capaces de poner al hacer rendir los
talentos que Dios nos entrega a cada uno de nosotros.
“La Iglesia contribuye a crear una sociedad mejor”. Y es bien cierto.
“Ayuda a tu parroquia. Ganamos todos”. Y es bien necesario. Y justo.
Eleuterio Fernández Guzmán
Publicado en Análisis Digital