1 de enero de 2022

Alabar a Dios

Lc 2,16-21

 

En aquel tiempo, los pastores fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al Niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel Niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno.”

 

 

COMENTARIO

 

Aquellos pastores no dudaron lo más mínimo acerca de lo que les había dicho el Ángel. Por eso no debieron extrañarse cuando vieron la escena que les había sido dicha. Tampoco debe extrañarnos que contaran a todos lo que les había pasado.

 

La Virgen María, como en otros episodios que contienen las Sagradas Escrituras, guarda en su corazón aquello que le está pasando con relación a su recién nacido hijo. Y es que debería servir de alimento espiritual para toda una vida de amor y de entrega.

 

Y le pusieron por nombre Jesús. Aquel era el que les había dado el enviado de Dios. Cumpliendo con lo establecido en la Ley no dudan en hacer todo lo que se les había dicho. Y es que cumplir con la voluntad de Dios no era nada extraño en ellos.

 

JESÚS, ayúdanos a ser tan cumplidores con la Ley de Dios como lo fueron José y María, alabando a Dios con ello.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

31 de diciembre de 2021

No recibieron a la Luz

Jn 1, 1-5.9-16



Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.

Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de Él, al declarar: ‘Este es Aquél del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo’.

De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia.”



COMENTARIO


El Evangelio de San Juan, aquel discípulo que es, además, autor del Apocalípsis y, por tanto, alguien que sabe lo que dice porque vio mucho y eso lo hace decir la verdad, nos presenta la llegada al mundo del Mesías.

El caso es que en este texto dice algunas veces que Dios envió a Su Hijo al mundo, a quien identifica como la Luz del mundo, pero el mundo estaba a otra cosa y no quisieron recibir a Quien había venido a salvarles.

Por otra parte, debemos tener muy en cuenta lo que dice aquí mismo Juan el Bautista acerca de que él ya puso sobre la pista de que había venido al mundo Quien existía antes que él, desde el Principio de todo y, es más, del Hijo hemos recibido, como dice Juan, gracia sobre gracia o, lo que es lo mismo, dones sobre dones.

JESÚS, gracias por haber sido y ser la Luz del mundo.



Eleuterio Fernández Guzmán

30 de diciembre de 2021

Ana, la profetisa

Lc 2, 36-40



Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor.
Estaba también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con Él.”


COMENTARIO

Es conocido, porque así está puesto en el Nuevo Testamento que, cuando José y María llevaron al Niño Jesús al Templo de Jerusalén para presentarlo al Señor, junto al anciano Simeón estaba otra anciana, de nombre Ana, que también supo darse cuenta de que aquel Niño era el Mesías.

El caso es que daba gracias a Dios Ana. Y las daba porque había apreciado en aquel Niño lo suficiente de su realidad como para darse cuenta de que era, en efecto, el Enviado de Dios. Y fue lo mismo que, como sabemos, decía Simeón.

José y María cumplieron con lo dicho en la Ley al respecto de la presentación del Niño en el Templo Y luego, como aquí mismo se nos dice, aquel Niño siguió creciendo como sucede con cualquiera niño. Sin embargo, Jesús lo hacía en sabiduría y gracia de Dios pues era Dios hecho hombre.



JESÚS, gracias por crecer como quería Dios que crecieses.




Eleuterio Fernández Guzmán

29 de diciembre de 2021

La espada que atravesará el alma

Lc 2, 22-35


"Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: 'Todo varón primogénito será consagrado al Señor'. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor.

Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con Él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo:

'Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel'.

Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de Él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: 'Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos'".

COMENTARIO

Es muy cierto que cuando José y María acuden al Templo de Jerusalén para cumplir con la Ley y presentar al Niño Jesús muchas de las cosas que pasan son muy importantes porque nos dicen mucho a los creyentes cristianos. Y es que el anciano Simeón, que llevaba mucho tiempo esperando aquel momento, sabe que por fin ha llegado y que aquel Niño que tiene en sus brazos es el Hijo de Dios. Y no nos extraña, por tanto, que ya no quiera ver nada más porque su corazón ha sido colmado de gozo y alegría.

Sin embargo, lo que le dice a la Virgen María acerca de la espada que ha de atravesar su alma, es bien seguro que la Madre de Dios lo guardó muy bien en su corazón y saldría del mismo en el justo momento en el que su hijo, en su Pasión, entregó su vida por todos nosotros.


JESÚS, consuela a tu Madre de tanto dolor y sufrimiento.


Eleuterio Fernández Guzmán

28 de diciembre de 2021

Santos Inocentes

Mt 2, 13-18


"Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: 'Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo'.

José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto.

Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta:

'Desde Egipto llamé a mi hijo'.

Al verse engañado por los magos, Herodes se enfureció y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años, de acuerdo con la fecha que los magos le habían indicado. Así se cumplió lo que había sido anunciado por el profeta Jeremías:

'En Ramá se oyó una voz, hubo lágrimas y gemidos: es Raquel, que llora a sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya no existen'".

COMENTARIO

Ciertamente, todo este texto del Evangelio de San Marcos muestra hasta qué punto es posible ser mala persona. Y es que Herodes, viendo que a lo mejor su poder quedaría menguado por el nacimiento del “Rey de los judíos” no tiene otra idea mejor que matar a niños.

José hace bien, por otra parte, haciendo caso del aviso del Ángel del Señor que sabe lo que ha pasado por el corazón de Herodes y teme por la vida del Niño-Dios. Y por eso coge a María y a Jesús y se los lleva al exilio de Egipto.

Todo, sin embargo, se ha de cumplir a su tiempo pues cuando llegue el momento, y siguiendo las palabras del Ángel del Señor, José, María y Jesús volverán a Israel para que se cumpla todo lo escrito.


JESÚS, gracias por cumplir, palabra por palabra, con lo escrito.



Eleuterio Fernández Guzmán

27 de diciembre de 2021

Y creyó, Juan creyó


Jn 20,2-8

 

“El primer día de la semana, María Magdalena fue corriendo a Simón Pedro y a donde estaba el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: ‘Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto. Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó.”

 

COMENTARIO

 

María Magdalena y las mujeres que la acompañan al sepulcro habían descubierto algo inaudito: no estaba el cuerpo del Señor. Y corren a decírselo al resto de discípulos que ya podemos imaginar lo que piensan de ellas.

 

Por lo que piensan de María Magdalena salen corriendo Simón y Pedro. Quieren comprobar con sus propios ojos eso de que el cuerpo del Maestro no está donde lo dejaron. Y, en efecto, entra primero Pedro y ve que no está.

 

Cuando entra Juan, el más joven de sus Apóstoles, también ve que es cierto: no está el cuerpo de Jesús sino que todo lo que le habían puesto para cubrir su cuerpo y su cabeza está en perfecto orden. Entonces comprende que ha resucitado. Y cree, entonces ve y cree.

 

JESÚS, gracias por haber resucitado.

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

26 de diciembre de 2021

Y todo se cumplió


Lc 2, 22-35.39-40

 

“22 Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, 23 como está escrito en la Ley del Señor: = Todo varón primogénito será consagrado al Señor = 24 y para ofrecer en sacrificio = un par de tórtolas o dos pichones =, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor. 25 Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. 26 Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. 27 Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, 28 le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: 29 ‘Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; 30 porque han visto mis ojos tu salvación, 31 la que has preparado a la vista de todos los pueblos, 32 luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.’ 33 Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. 34 Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: ‘Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción - 35 ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.’ 39 Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. 40 El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él”.

  

COMENTARIO

 

La Ley y la Sagrada Familia

Ciertamente, podemos decir sin temor a equivocarnos, que la Sagrada Familia cumplía con la Ley en todo momento y nada más lejos de la realidad que no lo hiciera. Por eso acuden al Templo en forma y según lo establecido.

  

Simeón

Aquel anciano había tenido, seguramente, una revelación del Espíritu Santo que había escuchado en su corazón. Por eso sabe que aquel Niño es el Mesías enviado por Dios al mundo y por eso sabe, también, lo que le dice a la Virgen María.

 Lo que ha de venir

Lo que anuncia Simeón a María es seguro que lo guardó la Madre de Dios en su corazón y ahí lo llevó durante toda la vida en el mundo de Jesucristo. Por eso, también es seguro, que cuando pasó todo lo que pasó no se extrañó para nada sino que confirmó, entonces, que todo lo dicho por Simeón era cierto y verdad.

  

JESÚS,  gracias por cumplir siempre con la Voluntad de Dios.

 

Eleuterio Fernández Guzmán