Jn 15,1-8
“En aquel tiempo, los judíos se
pusieron a discutir entre sí y decían: ‘¿Cómo puede éste darnos a comer su
carne?’. Jesús les dijo: ‘En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne
del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que
come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último
día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que
come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el
Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma
vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron
vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre’. Esto lo
dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm”.
COMENTARIO
Ciertamente eran de duro corazón muchos
de los que escuchaban a Jesús porque no creían más que en lo que veían. Por eso
era difícil que entendiesen aquello de comer su carne o, incluso beber su sangre.
Jesús lo dice con toda claridad: su
carne es verdadera comida y su sangre verdadera bebida. Y con ello les quería
decir que a través de
Él se llegaba a la vida eterna. Además, permanecer en Cristo ha de suponer, por eso mismo, comer su carne y beber su sangre en la Santa Eucaristía.
Él se llegaba a la vida eterna. Además, permanecer en Cristo ha de suponer, por eso mismo, comer su carne y beber su sangre en la Santa Eucaristía.
Jesús les dice algo que es muy
importante: Él es el profeta de la nueva alianza. Aquella que Dios formalizó
con los padres del pueblo judío ha periclitado y ahora, a través del Hijo de
Dios, el Creador nos salva. Sólo así y de tal forma.
JESÚS, por muy difícil que se entender
lo que supone comer tu carne y beber su sangre, debemos entender que es ganarse
la vida eterna con la aceptación de Ti.
Eleuterio Fernández Guzmán