1 de febrero de 2014

La tan importante confianza en Dios






Mc 4, 35-41

Este día, al atardecer, les dice: ‘Pasemos a la otra orilla.’       Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con él. En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. El estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: ‘Maestro, ¿no te importa que perezcamos?’ El, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: ‘¡Calla, enmudece!’ El viento se calmó y sobrevino  una gran bonanza. Y les dijo: ‘¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?’ Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: ‘Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le  obedecen?’”.


COMENTARIO

Los que más de cerca seguían a Jesús, aquellos a los que había elegido para ser sus apóstoles, vivían con Él siempre y, por eso, debían aprender de todas las circunstancias por las que los hacía pasar.

El oleaje era muy fuerte y ellos tenían miedo. A pesar de saber que Jesús estaba allí con ellos sentían miedo. El Hijo de Dios estaba durmiendo porque sabía que nada les iba a pasar estando allí con ellos. Pero, a pesar de lo primero, se ven en la tesitura de tener que despertarlo.

Y Jesús les espeta si es que no tienen confianza en Él, que está allí con ellos. Sabe que la fe, la confianza, es esencial para alcanzar el definitivo Reino de Dios y por eso les conmina a tenerla. Jesús dominó el mar y ellos, a lo mejor, su falta de fe.


JESÚS, incluso aquellos que te siguen más de cerca no tienen perfecta fe. Ayúdanos a no comportarnos, en las tribulaciones, con falta de fe.





Eleuterio Fernández Guzmán


31 de enero de 2014

Hermanos de Cristo




Mc 3, 36-34

“Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado su fin. Pero nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si  no ata primero al fuerte; entonces podrá saquear  su casa. Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas  sean. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno.’ Es que decían: ‘Está poseído por un espíritu inmundo.» Llegan su madre y sus hermanos, y quedándose fuera, le envían a llamar. Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: ‘¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan.’ El les responde: ‘¿Quién es mi madre y mis hermanos?’ Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: ‘Estos son mi madre y mis hermanos’”.
       
COMENTARIO

Jesús sabe que el ser humano es pecador y es malo. Por eso reconoce que, por nuestra naturaleza, es más que posible, que caigamos más de una vez en actuaciones u omisiones que determinen una ruptura de la relación que mantenemos con Dios.

Sin embargo, hay un pecado que no se perdona y que es el que se comete contra el Espíritu Santo. Por eso dice Jesús que todo aquello que se cometa, a saber, pecados, blasfemias, etc. es perdonado por Dios pero no aquello que se cometa contra Su Espíritu pues es cometerlo contra Dios mismo.

Jesús sabe que es hijo de Dios aquel que cumple la Palabra del Padre. Por eso aquellas personas que, al parecer, escuchan a Cristo pero, al fin y al cabo, nada hacen para aplicar en sus vidas, aquello que escuchan no son, en realidad, verdaderos hijos de Dios. Sí lo son los que, escuchando a Cristo, ponen por obra sus palabras.







JESÚS, siempre quieres lo mejor para nosotros. Ayúdanos a no rehuir lo que dices y a seguir, siempre, tu voluntad que es la de Dios.





Eleuterio Fernández Guzmán


30 de enero de 2014

Dios todo lo conoce





Jueves III del tiempo ordinario


Mc 4,21-25

En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: ‘¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero? Pues nada hay oculto si no es para que sea manifestado; nada ha sucedido en secreto, sino para que venga a ser descubierto. Quien tenga oídos para oír, que oiga’. 
Les decía también: ‘Atended a lo que escucháis. Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará’”.

COMENTARIO

Jesús sabe que aquello que enseña, que es muy importante para el devenir de la humanidad y del hombre concreto, no puede ser escondido. A lo mejor alguno creía que le bastaba con quedarse para sí lo aprendido. Muy al contrario era y es la verdad.

En realidad, Dios, que todo lo sabe, conoce lo que es de nuestro corazón lo más íntimo y aquello que, a lo mejor, no queremos que nadie sepa. Sin embargo, el Creador, que ve en lo secreto de nuestro corazón, conoce hasta lo más recóndito del mismo y nada podemos ocultarle.

Había muchos de la época de Jesús que creían tener mucha fe. Eran los considerados sabios de su tiempo, del tiempo y modo de vida judío. Sin embargo, bien sabía el Hijo de Dios que andaban muy equivocados. Por eso a esos todo se les iba a quitar pues, en realidad, no tendrían nada. Y a los que mucho dieron por tener mucho amor, mucho también se les dará.


JESÚS,  quieres que aquello que conozcamos de Ti, lo bueno que eres y el amor que siempre muestras, lo digamos desde las azoteas y no lo guardemos para nosotros mismos. Ayúdanos a no olvidar que somos hermanos tuyos y a que todos los sepan.





Eleuterio Fernández Guzmán


29 de enero de 2014

Salió el sembrador; salió Dios


  


Miércoles III del tiempo ordinario


Mc 4,1-20

En aquel tiempo, Jesús se puso otra vez a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a Él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar. Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su instrucción: ‘Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar. Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó enseguida por no tener hondura de tierra; pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto. Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose, dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento». Y decía: «Quien tenga oídos para oír, que oiga’”.

COMENTARIO

A Jesús, en cuanto empezó su predicación como Maestro, le seguía mucha gente. Eran muchos los que quería escuchar lo que decía aquel hombre que gozaba de una fama ganada a base de fe y de obras. Y les enseñaba de forma que pudieran entenderlo.

El sembrador, Dios, arroja su semilla de amor por los caminos del corazón del mundo. Quiere, claro está, que la acojamos porque es lo mejor que podemos hacer al respecto de nuestra vida; que la tomemos y que hagamos de ella algo grande. Eso es lo que quiere el Creador.

A cada cual, la semilla arrojada por Dios la recibe de una forma o de otra. Así, hay muchos corazones que pronto se olvidan de ella; que se dejan dominar por el mundo y sus mundanidades. Pero también los hay que la reciben bien y la hacen rendir mucho. Esos corazones son importantes para Dios.


JESÚS, el sembrador, Dios, siembra para recoger, un día, su fruto. Ayúdanos a ser corazones que reciban bien al semilla divina del Amor de Dios.





Eleuterio Fernández Guzmán


28 de enero de 2014

Los que creen en Jesús




Martes III del tiempo ordinario


Mc 3,31-35

En aquel tiempo, llegan la madre y los hermanos de Jesús, y quedándose fuera, le envían a llamar. Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: ‘¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan’. Él les responde: ‘¿Quién es mi madre y mis hermanos?’. Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: ‘Éstos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre’”.


COMENTARIO

Los que siguen a Jesús

Como es más que conocido a Jesús le seguían muchas personas. Pero también allí donde iba y se presentaba para predicar siempre tenía a otras tantas que querían escucharle. Y allí estaban, a su alrededor sentados o de pie.


Madre y hermanos

Esta expresión causa mucha controversia pues pudiera parecer que cuando en el texto evangélico dice lo de “hermanos” pudiera pensarse que la Virgen María tuvo más hijos. Sabemos, sin embargo, que tal término se refiere a personas de la familia de Jesús como, por ejemplo, primos suyos.

Madre y hermanos según Cristo

De todas formas, Jesús sabe muy bien a quien considerar madre y hermanos. Sabe que quien escucha su Palabra, que es la de Dios, y la pone en práctica, puede considerarse hermano suyo y madre suya. Y eso no dice nada en contra de María, su Madre quien, además, ponía en práctica las enseñanzas de Jesús.


JESÚS, muchos te siguen porque quieren escucharte. Lo hacían con gozo porque aprendían mucho de Ti. Ayúdanos a ser como los que, escuchándote, ponen en práctica lo que dices.





Eleuterio Fernández Guzmán


27 de enero de 2014

No saber entender a Dios


Lunes III del tiempo ordinario


Mc 3, 22-30

En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: 'Está poseído por Beelzebul' y 'por el príncipe de los demonios expulsa los demonios'. Entonces Jesús, llamándoles junto a sí, les decía en parábolas: '¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir. Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá subsistir. Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado su fin. Pero nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al fuerte; entonces podrá saquear su casa. Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas sean. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno'. Es que decían: 'Está poseído por un espíritu inmundo'.

COMENTARIO

Ciertamente el Mal se adueña de los corazones con mucha facilidad teniendo en cuenta que no siempre estamos dispuestos a separarnos de Él. Por eso muchos de tus comporáneos pensaban lo que pensaban de Jesús

Dicen algunos que quita los demonios el Hijo del hombre porque actúa, digamos, por órden del Mal. Sin embargo, lo que no saben es que no lo hace por eso, como sabemos, sino porque es mandato de Dios que así lo haga.

Jesús dice algo muy importante: se perdonan todos los pecados pero no aquel que va contra el Espíritu Santo, Espíritu de Dios y Espíritu de Cristo. Y esto porque curaba en defensa de los más necesitados.


JESÚS, los que te persiguen no pueden entender que quites el Mal de aquellos que lo tienen. Ayúdanos a no desconfiar nunca de Ti.l




Eleuterio Fernández Guzmán



Hoy, al leer el Evangelio del día, uno no sale de su asombro —“alucina”, como se dice en el lenguaje de la calle—. «Los escribas que habían bajado de Jerusalén» ven la compasión de Jesús por las gentes y su poder que obra en favor de los oprimidos, y —a pesar de todo— le dicen que «está poseído por Beelzebul» y «por el príncipe de los demonios expulsa los demonios» (Mc 3,22). Realmente uno queda sorprendido de hasta dónde pueden llegar la ceguera y la malicia humanas, en este caso de unos letrados. Tienen delante la Bondad en persona, Jesús, el humilde de corazón, el único Inocente y no se enteran. Se supone que ellos son los entendidos, los que conocen las cosas de Dios para ayudar al pueblo, y resulta que no sólo no lo reconocen sino que lo acusan de diabólico.

Con este panorama es como para darse media vuelta y decir: «¡Ahí os quedáis!». Pero el Señor sufre con paciencia ese juicio temerario sobre su persona. Como ha afirmado Juan Pablo II, Él «es un testimonio insuperable de amor paciente y de humilde mansedumbre». Su condescendencia sin límites le lleva, incluso, a tratar de remover sus corazones argumentándoles con parábolas y consideraciones razonables. Aunque, al final, advierte con su autoridad divina que esa cerrazón de corazón, que es rebeldía ante el Espíritu Santo, quedará sin perdón (cf. Mc 3,29). Y no porque Dios no quiera perdonar, sino porque para ser perdonado, primero, uno ha de reconocer su pecado.

Como anunció el Maestro, es larga la lista de discípulos que también han sufrido la incomprensión cuando obraban con toda la buena intención. Pensemos, por ejemplo, en santa Teresa de Jesús cuando intentaba llevar a más perfección a sus hermanas.

No nos extrañe, por tanto, si en nuestro caminar aparecen esas contradicciones. Serán indicio de que vamos por buen camino. Recemos por esas personas y pidamos al Señor que nos dé aguante.

26 de enero de 2014

Elegidos por Dios




Domingo III (A) del tiempo ordinario




Mt 4,12-23


Cuando oyó que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea. Y dejando Nazaret, vino a residir en Cafarnaúm junto al mar, en el término de Zabulón y Neftalí; para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: '¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles! El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha amanecido'. Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: 'Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado'.

Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: 'Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres'. Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron. Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.



COMENTARIO

Sabía Jesús

Podemos decir que Jesús estaba esperando el momento de que se diera la señal. Una vez encarcelado Juan, su Precursor, sabía que había llegado el momento de salir al mundo y predicar la Buena Noticia:el Reino, por fin el Reino de Dios, había llegado mundo.

Escoge y elige

A nadie le puede caber duda alguna acerca de que Jesús escoge a los que quiere y elige a los que cree que pueden ser los mejores para cumplir con la misión que ha de entregarles. No es que sean los más sabios de su tiempo pero, a lo mejor, sí los que mejor puede recibir el Reino.

Responden los elegidos

Aquellos a los que Jesús llama podían haber respondido que no y seguir con su vida. Sin embargo, saben que en aquel hombre hay algo que, aún no entendiéndolo, es muy importante. Y lo dejan todo al instante y le siguen.


JESÚS, cuando escoges a tus primeros discípulos sabes lo que va a ser de ellos. Ayúdanos a ser como ellos y a seguirte sin dudarlo.




Eleuterio Fernández Guzmán