9 de febrero de 2025

Y fue presentado

Lc 2, 22-40


"Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación de ellos, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley:

'Todo varón primogénito será consagrado al Señor'. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor.

Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo:

'Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel'.

Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de Él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre:

'Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos'.

Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años.

No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con Él.'"

COMENTARIO

Es cierto y verdad que el Evangelio de hoy, que corresponde al de San Lucas, lo hemos leído o escuchado muchas veces porque es, además, un texto que nos revela muchas cosas y, sobre todo, porque deducimos del mismo que el Espíritu Santo en verdad ilumina los corazones de los hijos de Dios.

Cuando el Niño es presentado en el Templo de Jerusalén aquellos dos ancianos se dan cuenta de que no se trata de un niño más de los que todos los días veían que acercaban a la capital judía para presentarlo en aquel majestuoso lugar religioso. Ellos saben que se trata del Mesías aunque es cierto que fuera un Mesías pequeñito. 

El caso es que Simón profetizó lo que iba a pasar exactamente. Y pasó, como bien sabemos.

JESÚS, gracias por seguir la Ley de Dios tan a rajatabla entonces y siempre luego. 

Eleuterio Fernández Guzmán

8 de febrero de 2025

Les enseñaba

Mc 6, 30-34


"Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado. Él, entonces, les dice: 'Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco.' Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas."

COMENTARIO 

Como podemos imaginar, el Hijo de Dios sabía que aquellos a los había escogido como Apóstoles debían saber a qué atenerse en cuanto a lo que había venido a hacer al mundo al haber sido enviado por el Todopoderoso. 

Se nos dice aquí que había tanta gente que acudía a Jesucristo que no tenían tiempo ni para comer. Y es que la fama de santidad que tenía Cristo atraía a muchas personas en la confianza de que, por ejemplo, iban a ser sanados de la enfermedad que les pesara en la vida o, simplemente, para escuchar su santa Palabra. 

El caso es que sabía el Hijo de Dios que aquellas personas estaban como ovejas que no tienen pastor. Por eso quiso ser su Pastor, el Buen Pastor y les enseñaba... porque lo necesitaban. 

JESÚS, gracias por ser tan Buen Pastor y enseñar a tus ovejas, fueran de la clase que fueran. 

Eleuterio Fernández Guzmán

7 de febrero de 2025

El Mal en estado puro

Mc 6, 14-29


"Se enteró el rey Herodes, pues su nombre se había hecho célebre. Algunos decían: «Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas». Otros decían: «Es Elías»; otros: «Es un profeta como los demás profetas». Al enterarse Herodes, dijo: «Aquel Juan, a quien yo decapité, ése ha resucitado». Es que Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano». Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto. Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino». Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?» Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista». Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista». El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura"

COMENTARIO

No podemos negar que Herodes era, por decirlo pronto, una muy mala persona. Y es que sus acciones, como aquí mismo se demuestra, sólo podían ser llevadas por el mismo Satanás con todas sus envidas y malas intenciones. 

La muerte de Juan el Bautista fue algo más que grave porque lo único que había hecho es hacer ver la verdad de la situación en la que estaba Hedores al respecto de la madre de Herodías. 

Juan el Bautista murió dando ejemplo de fidelidad a Dios y Herodes ya sabemos cómo terminó...

JESÚS, da las gracias a tu primo Juan por ser como fue.

Eleuterio Fernández Guzmán

6 de febrero de 2025

Cuando Satanás gana

Marcos 6, 14-29


"Se enteró el rey Herodes, pues su nombre se había hecho célebre. Algunos decían: 'Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas'. Otros decían: 'Es Elías'; otros: 'Es un profeta como los demás profetas'. Al enterarse Herodes, dijo: 'Aquel Juan, a quien yo decapité, ése ha resucitado'. Es que Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: 'No te está permitido tener la mujer de tu hermano». Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto. Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: 'Pídeme lo que quieras y te lo daré'. Y le juró: 'Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino'. Salió la muchacha y preguntó a su madre: '¿Qué voy a pedir?' Y ella le dijo: 'La cabeza de Juan el Bautista'. Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: 'Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista'. El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura"

COMENTARIO 

Herodes, que tenía poco de religioso, se enteró de lo que hacía y decía el Hijo de Dios quería conocerlo. Pero no era para aprender nada sino, en todo caso, para conocer la novedad de aquella última hora. 

Como algunos decían que era era Juan el Bautista que había resucitado nos narra este Evangelio de San Marcos cómo paso aquello de la muerte del último profeta del Antiguo Testamento. 

Es verdad que todo cristiano conoce cómo fue la muerte de aquel hombre santo. Y es que Satanás se había ganado muchos corazones que, por eso mismo, se hicieron muy contrarios de lo bueno y mejor.


JESÚS, agradece de nuestra parte a tu primo Juan que fuera como fue hasta las últimas consecuencias. 

Eleuterio Fernández Guzmán

5 de febrero de 2025

Una sorpresiva falta de fe

Mc 6, 1-6


"Salió Jesús de allí y vino a su patria, y sus discípulos le siguen. Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La multitud, al oírle, quedaba maravillada, y decía: '¿De dónde le viene esto? y ¿Qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?' Y se escandalizaban a causa de él. Jesús les dijo: 'Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio'. Y no podía hacer allí ningún milagro, a excepción de unos pocos enfermos a quienes curó imponiéndoles las manos. Y se maravilló de su falta de fe. Y recorría los pueblos del contorno enseñando."

COMENTARIO 

Podemos imaginar al Hijo de Dios cuando en su mismo pueblo, donde tanto había vivido a lo largo de los treinta años que son considerados como "vida oculta", no apreció mucha fe. Es decir, muchos no tenían confianza en su persona por mucho que, es seguro, hubieran oído de sus palabras y sus milagros...

Dice el texto que Jesucristo "se maravilló de su falta de fe". Y es que le parecía, eso, maravilloso (por extraordinario e inusual) que no creyeran en Quien había mostrado y demostrado más que de sobre que era el Mesías. 

Eso, es posible, a veces nos pasa a nosotros: que no confiamos del todo...

JESÚS, gracias por, al menos, haber curado a los que sí tenían fe y creían en Ti...

Eleuterio Fernández Guzmán

4 de febrero de 2025

El poder de la fe

Mc 5, 21-43


21 Cuando Jesús atravesó de nuevo al otro lado, una gran multitud se congregó adonde estaba él, y él se quedó junto al mar. 22 Llegó un jefe de sinagoga, de nombre Jairo, y al verlo cayó a sus pies, 23 rogándole con insistencia:

- Mi hijita está en las últimas; ven a aplicarle las manos para que se salve y viva."

24 Y se fue con él.
Lo seguía una gran multitud que lo apretujaba. 25 Una mujer que llevaba doce años con un flujo de sangre, 26 que había sufrido mucho por obra de muchos médicos y se había gastado todo lo que tenía sin aprovecharle nada, sino más bien poniéndose peor, 27 como había oído hablar de Jesús, acercándose entre la multitud le tocó por detrás el manto, 28 porque ella se decía: "Si le toco aunque sea la ropa, me salvaré".
29 Inmediatamente se secó la fuente de su hemorragia, y notó en su cuerpo que estaba curada de aquel tormento. 30 Jesús, dándose cuenta interiormente de la fuerza que había salido de él, se volvió inmediatamente entre la multitud preguntando:
- ¿Quién me ha tocado la ropa?
31 Los discípulos le contestaron:
- Estás viendo que la multitud te apretuja ¿y sales preguntando "quién me ha tocado"?
32 Él miraba a su alrededor para distinguir a la que había sido. 33 La mujer, asustada y temblorosa por ser consciente de lo que le había ocurrido, se acercó, se postró ante él y le confesó toda la verdad. 34 Él le dijo:
- Hija, tu fe te ha salvado. Márchate a la paz y sigue sana de tu tormento.
35 Aún estaba hablando cuando llegaron de casa del jefe de sinagoga para decirle:
- Tu hija ha muerto. ¿Para qué molestar ya al maestro?
36 Pero Jesús, sin hacer caso del mensaje que transmitían, le dijo al jefe de sinagoga:
- No temas; ten fe y basta.
37 No dejó que lo acompañara nadie más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. 38 Llegaron a la casa del jefe de sinagoga y contempló el alboroto de los que lloraban gritando sin parar. 39 Luego entró y les dijo:
- ¿Qué alboroto y qué llantos son éstos? La chiquilla no ha muerto, está durmiendo.
40 Ellos se reían de él. Pero él, después de echarlos fuera a todos, se llevó consigo al padre de la chiquilla, a la madre y a los que habían ido con él y fue adonde estaba la chiquilla. 41 Cogió a la chiquilla de la mano y le dijo:
- Talitha, qum (que significa: "Muchacha, a ti te digo, levántate").
42 Inmediatamente se puso en pie la muchacha y echó a andar (tenía doce años). Se quedaron viendo visiones. 43 Les advirtió con insistencia que nadie se enterase y encargó que se le diera de comer."

COMENTARIO

Los dos casos que se nos plantean en este Evangelio de San Marcos muestran muy bien qué es lo que debemos tener como primera realidad espiritual y no es otra cosa que la fe.

Aquella mujer que sufría físicamente y aquel hombre que pedía por su hija agonizante confiaban en la intervención del Hijo de Dios. No dudaron lo más mínimo en dirigirse a él aunque cada uno lo hiciera de una manera distinta.

Y Jesucristo no puede hacer otra cosa que sanar. Y es que para eso había salido...

JESÚS,  gracias por hacer el bien a quien lo necesita.

Eleuterio Fernández Guzmán

3 de febrero de 2025

Lo que vale la pena

 

Mc 5, 1-20


1 Y llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos. 2 Apenas saltó de la barca, vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo 6 Al ver de lejos a Jesús, corrió y se postró ante él 7 y gritó con gran voz: ‘¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes’. 8 Es que él le había dicho: ‘Espíritu inmundo, sal de este hombre’. 9 Y le preguntó: ‘¿Cuál es tu nombre?’ Le contesta: ‘Mi nombre es Legión, porque somos muchos’. 10 Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región. 11 Había allí una gran piara de puercos que pacían al pie del monte; 12 y le suplicaron: ‘Envíanos a los puercos para que entremos en ellos’. 13 Y se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos, y la piara - unos 2.0000 se arrojó al mar de lo alto del precipicio y se fueron ahogando en el mar. 16 Los que lo habían visto les contaron lo ocurrido al endemoniado y lo de los puercos. 17 Entonces comenzaron a rogarle que se alejara de su término. 18 Y al subir a la barca, el que había estado endemoniado le pedía estar con él. 19 Pero no se lo concedió, sino que le dijo: ‘Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti’. 20 Él se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él, y todos quedaban maravillados.”


COMENTARIO


Teniendo en cuenta que el Hijo de Dios era Dios mismo hecho hombre, no nos extrañada nada que tuviera poder, también, sobre los demonios que atormentaban a la gente. Por eso hay quien, siéndolo, reconoce a Cristo. Y, es más, le reconoce el poder total que tiene sobre él, el demonio. Por eso le piden, porque sabe que puede hacerlo, que los envíe a los cerdos una vez sabían que iban a ser echados de aquel hombre. Y el hombre liberado de aquel mal quiere seguir a su bienhechor pero Jesucristo prefiere que vaya a dar noticia de lo que le ha pasado. Y, sin embargo, los dueños de los cerdos no estaban, para nada, de acuerdo con aquellos porque, para ellos era mejor el negocio que la salvación de un ser humano sometido al Mal de aquella forma.



JESÚS, gracias por demostrar lo que valía, de verdad, la pena.


Eleuterio Fernández Guzmán