Día 9
1. Oración inicial
Oh Cruz del Emmanuel, amparo donde el Hijo de Dios supo manifestar una
voluntad acorde con la de Dios; refugio donde el Mesías encontró el aliento del
Padre que, desde su Reino, miraba la agonía humana del Corazón de Cristo; puerto
en el que supo llegar Quien se había entregado por sus amigos; ayúdanos, Cruz
santa, a salvarnos de las asechanzas del mundo. Amén.
2. Cita
“Pero este corazón que honramos, que adoramos en esta humanidad unida a
la persona del Verbo, sirve aquí de símbolo. ¿Símbolo de qué? Del amor. En el
lenguaje usual, el corazón es aceptado como el símbolo del amor. Cuando Dios
nos dice en la Escritura: ‘Hijo mío, dame tu corazón’, comprendemos que el
corazón significa aquí el amor. Se puede decir de alguien: le estimo le
respeto, pero no puedo darle mi corazón; se destaca por esas palabras que la
amistad, la intimidad y la unión son imposibles.
En
la devoción al Corazón Sagrado de Jesús, honramos, pues, el amor que nos
alcanza el Verbo encarnado. Primeramente amor creado. Cristo Jesús,
simultáneamente, Dios y Hombre, Dios perfecto: es el misterio mismo de la encarnación.
En su Calidad de ‘Hijo del hombre’, Cristo tiene un corazón como el nuestro, un
corazón de carne, un corazón que late por nosotros con el amor más tierno, más
verdadero, más noble, más fiel que pueda haber”. Beato Dom Columba Marmion.
3. Reflexión
Suele equipararse a la Iglesia católica con una
barca que navega por el mar proceloso de la vida. Se enfrenta, como sucede a
las naves marinas, con todo tipo de tempestades y a ellas se ha de enfrentar
con la Palabra de Dios y con la doctrina que Cristo, adornado por su Sagrado
Corazón, estableció para bien de la humanidad.
En realidad es la Cruz de Cristo la que nos sirve
de asidero con el que sostenernos ante los embates del mundo. Nosotros, hijos
de Dios también nos vemos abocados a plantar espíritu a lo que nos pueda
suceder que sea contrario al bien de nuestro corazón.
4. Nos proponemos hoy
-Propongámonos darnos cuenta de lo proceloso que
es nuestro caminar por el mundo para no obviar al Enemigo ni a sus maléficos
discípulos.
-Propongámonos mirar hacia adelante para
descubrir que nuestra vida futura,
depende mucho de cargar con nuestro cruz a imitación de Cristo.
5. Oración final
Dígnate, Divino Corazón de Jesús, presidir
nuestras reuniones, bendecir nuestras empresas espirituales y temporales,
santificar nuestro trabajo, ahuyentar nuestros pesares, aliviar nuestras penas
y llenarnos de tu alegría y de tu paz.
6. Jaculatoria
Sagrado Corazón de Jesús, creo en vuestro amor por mí.