Jn 6,16-21
“Al atardecer, los discípulos de Jesús bajaron a la orilla del mar, y subiendo a una barca, se dirigían al otro lado del mar, a Cafarnaúm. Había ya oscurecido, y Jesús todavía no había venido donde ellos; soplaba un fuerte viento y el mar comenzó a encresparse. Cuando habían remado unos veinticinco o treinta estadios, ven a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y tuvieron miedo. Pero Él les dijo: ‘Soy yo. No temáis’. Quisieron recogerle en la barca, pero en seguida la barca tocó tierra en el lugar a donde se dirigían”.
COMENTARIO
Jesús no quería que sus discípulos mostraran falta de arrojo en la misión que les iba a encomendar. Les enseña, por supuesto, que no será fácil lo que tendrán que hacer y que iban a estar entre lobos.
Jesús demuestra el poder de Dios. Caminar sobre las aguas no es una acción que pueda hacer cualquiera sino sólo Quien tiene la legitimidad de hacer tal cosa. Era demostración de que quien decía que era, lo era.
Jesús quería que se mostrasen valientes. Pero con una valentía que tuviera su asiento en una voluntad firme para hacer las cosas. “No temáis” es una expresión que reclama confianza de parte de quien es recibida, confianza que es creencia.
JESÚS, querías que tus discípulos no tuviesen miedo porque les esperaban tiempos difíciles de sobrellevar. Si les mostrabas el poder de Dios era para que supiesen que podían tener confianza en ti y, así, conocerte mejor y saber, sobre todo, que siempre estarías con ellos y, también, con nosotros.
Eleuterio Fernández Guzmán
7 de mayo de 2011
6 de mayo de 2011
Alimento del alma
Jn 6,1-15
“En aquel tiempo, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos. Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia Él mucha gente, dice a Felipe: ‘¿Dónde vamos a comprar panes para que coman éstos?’. Se lo decía para probarle, porque Él sabía lo que iba a hacer. Felipe le contestó: ‘Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco’. Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: ‘Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?'.
Dijo Jesús: ‘Haced que se recueste la gente’. Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil. Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: ‘Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda’. Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. Al ver la gente la señal que había realizado, decía: ‘Éste es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo’. Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte Él solo.
COMENTARIO
A Jesús lo seguía mucha gente. Unos sería porque sabían que era una persona especial; otros, para ver qué hacía pues muchos conocían lo que había hecho. Al fin y al cabo, seguían a Jesús.
Jesús confiaba en su Padre. Por eso le da gracias. Pide para los que necesitan y lo pide con amor. Un muchacho había puesto a disposición del Maestro lo que tenía que no era mucho pero suficiente para que demostrara Cristo el poder de Dios.
Se sintieron impresionados por lo que había hecho. Multiplicar unos panes y unos pocos peces y que de tal multiplicación coman hasta saciarse miles de personas les debió producir gran impresión. Querían hacerlo Rey a Jesús pero, al parecer, ignoraban que su reino no era de este mundo.
JESÚS, el hambre material la saciaste con aquel hecho extraordinario. Sin embargo, no comprendieron el valor de lo que hacías porque querían coronarte como Rey. Tú, que deseabas instaurar un reino de amor y de misericordia. Ellos tampoco sabían lo que hacían…
Eleuterio Fernández Guzmán
“En aquel tiempo, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos. Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia Él mucha gente, dice a Felipe: ‘¿Dónde vamos a comprar panes para que coman éstos?’. Se lo decía para probarle, porque Él sabía lo que iba a hacer. Felipe le contestó: ‘Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco’. Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: ‘Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?'.
Dijo Jesús: ‘Haced que se recueste la gente’. Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil. Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: ‘Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda’. Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. Al ver la gente la señal que había realizado, decía: ‘Éste es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo’. Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte Él solo.
COMENTARIO
A Jesús lo seguía mucha gente. Unos sería porque sabían que era una persona especial; otros, para ver qué hacía pues muchos conocían lo que había hecho. Al fin y al cabo, seguían a Jesús.
Jesús confiaba en su Padre. Por eso le da gracias. Pide para los que necesitan y lo pide con amor. Un muchacho había puesto a disposición del Maestro lo que tenía que no era mucho pero suficiente para que demostrara Cristo el poder de Dios.
Se sintieron impresionados por lo que había hecho. Multiplicar unos panes y unos pocos peces y que de tal multiplicación coman hasta saciarse miles de personas les debió producir gran impresión. Querían hacerlo Rey a Jesús pero, al parecer, ignoraban que su reino no era de este mundo.
JESÚS, el hambre material la saciaste con aquel hecho extraordinario. Sin embargo, no comprendieron el valor de lo que hacías porque querían coronarte como Rey. Tú, que deseabas instaurar un reino de amor y de misericordia. Ellos tampoco sabían lo que hacían…
Eleuterio Fernández Guzmán
5 de mayo de 2011
Aceptar a Jesucristo
Jn 3,31-36
“En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: “El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo, da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él”.
COMENTARIO
Jesús sabía distinguir muy bien entre los que eran del cielo y los que eran de la tierra. La distinción era muy sencilla porque quien no lo tenía por el Hijo de Dios no estaba con Él y, justo, al revés.
Jesucristo daba testimonio de Dios por lo que hacía y por lo que hacía. Por eso resultaba extraño que, viendo una cosa y la otra, muchos lo quisieran poco y, así, acabara muriendo de muerte de cruz.
El Hijo de Dios ofrecía algo que no tiene precio humano por ser puramente espiritual: la vida eterna. Tal ofrecimiento era, por tanto, aceptado o no aceptado por quien lo recibía pero, en verdad, suponía que Dios permaneciese, o no, en la persona.
JESÚS, viniste de “arriba” como tú mismo dijiste. Muchos, sin embargo, no aceptaron que así fuera porque les trastocaba muchas de las opciones de vida que habían tomado y, por eso mismo, no te aceptaban. Nosotros queremos seguirte y, por eso mismo, nos aclamamos a tu vida y Palabra.
Eleuterio Fernández Guzmán
“En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: “El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo, da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él”.
COMENTARIO
Jesús sabía distinguir muy bien entre los que eran del cielo y los que eran de la tierra. La distinción era muy sencilla porque quien no lo tenía por el Hijo de Dios no estaba con Él y, justo, al revés.
Jesucristo daba testimonio de Dios por lo que hacía y por lo que hacía. Por eso resultaba extraño que, viendo una cosa y la otra, muchos lo quisieran poco y, así, acabara muriendo de muerte de cruz.
El Hijo de Dios ofrecía algo que no tiene precio humano por ser puramente espiritual: la vida eterna. Tal ofrecimiento era, por tanto, aceptado o no aceptado por quien lo recibía pero, en verdad, suponía que Dios permaneciese, o no, en la persona.
JESÚS, viniste de “arriba” como tú mismo dijiste. Muchos, sin embargo, no aceptaron que así fuera porque les trastocaba muchas de las opciones de vida que habían tomado y, por eso mismo, no te aceptaban. Nosotros queremos seguirte y, por eso mismo, nos aclamamos a tu vida y Palabra.
Eleuterio Fernández Guzmán
4 de mayo de 2011
La luz de Cristo
Jn 3,16-21
En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: ‘Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios’.
COMENTARIO
Jesús hablaba por boca de Dios porque era Dios mismo. Por eso sabe que no miente cuando dice que el Creador entregó a su Hijo único para la salvación del mundo.
La salvación o condenación de cada hijo de Dios depende de sí mismo: si cree en el Hijo de Dios y así lo confiesa se ha salvado; si no cree en el Hijo de Dios él mismo se ha ganado su condenación por no creer.
Jesús es la luz. Se ofrece la posibilidad de creer o no en Dios. Sin embargo, tal realidad espiritual tiene consecuencias, graves o buenas, para quien opta. Se puede o no seguir a la luz pero, el no hacerlo y seguir empecinados en vivir en la oscuridad sólo puede traer malas consecuencias.
JESÚS, muchas veces dijiste, en tu vida pública (y ahora sigues diciendo) que eres la Luz y que nos conviene seguirte y actuar según dices. Sin embargo, muchas veces nos hacemos los ciegos voluntarios y miramos para otro lado porque tu propuesta, de amor incondicional y de entrega, no es de nuestro mundano gusto.
Eleuterio Fernández Guzmán
En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: ‘Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios’.
COMENTARIO
Jesús hablaba por boca de Dios porque era Dios mismo. Por eso sabe que no miente cuando dice que el Creador entregó a su Hijo único para la salvación del mundo.
La salvación o condenación de cada hijo de Dios depende de sí mismo: si cree en el Hijo de Dios y así lo confiesa se ha salvado; si no cree en el Hijo de Dios él mismo se ha ganado su condenación por no creer.
Jesús es la luz. Se ofrece la posibilidad de creer o no en Dios. Sin embargo, tal realidad espiritual tiene consecuencias, graves o buenas, para quien opta. Se puede o no seguir a la luz pero, el no hacerlo y seguir empecinados en vivir en la oscuridad sólo puede traer malas consecuencias.
JESÚS, muchas veces dijiste, en tu vida pública (y ahora sigues diciendo) que eres la Luz y que nos conviene seguirte y actuar según dices. Sin embargo, muchas veces nos hacemos los ciegos voluntarios y miramos para otro lado porque tu propuesta, de amor incondicional y de entrega, no es de nuestro mundano gusto.
Eleuterio Fernández Guzmán
3 de mayo de 2011
Dios y Jesucristo
Jn 14,6-14
“En aquel tiempo, Jesús dijo a Tomás: ‘Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto’. Le dice Felipe: ‘Señor, muéstranos al Padre y nos basta’. Le dice Jesús: ‘¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré’.
COMENTARIO
Como Camino Jesús mostró el que era recto para llegar al definitivo reino de Dios. Con su vida supo incardinar el corazón de sus discípulos en el de Dios y hacernos mejores.
Como Verdad Jesús, con su hacer y la doctrina que enseñó, manifestó cuál era la voluntad de Dios. Con ella podemos sentirnos capaces de alcanzar la vida eterna a sabiendas de que el Creador sólo quiere, para su descendencia, lo espiritualmente bueno.
Como Vida Jesús defendió la del prójimo, incluso, a costa de la suya. Dio su sangre para que la salvación del mundo fuera posible y, por eso mismo, Él es Agua Viva para todos sus discípulos.
JESÚS, como muy dijiste eres el Camino, la Verdad y la Vida. Por eso mismo los creyentes que nos sabemos hermanos tuyos aspiramos a seguir tal Camino, a hacer caso a tal Verdad y a amar tal Vida.
Eleuterio Fernández Guzmán
“En aquel tiempo, Jesús dijo a Tomás: ‘Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto’. Le dice Felipe: ‘Señor, muéstranos al Padre y nos basta’. Le dice Jesús: ‘¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré’.
COMENTARIO
Como Camino Jesús mostró el que era recto para llegar al definitivo reino de Dios. Con su vida supo incardinar el corazón de sus discípulos en el de Dios y hacernos mejores.
Como Verdad Jesús, con su hacer y la doctrina que enseñó, manifestó cuál era la voluntad de Dios. Con ella podemos sentirnos capaces de alcanzar la vida eterna a sabiendas de que el Creador sólo quiere, para su descendencia, lo espiritualmente bueno.
Como Vida Jesús defendió la del prójimo, incluso, a costa de la suya. Dio su sangre para que la salvación del mundo fuera posible y, por eso mismo, Él es Agua Viva para todos sus discípulos.
JESÚS, como muy dijiste eres el Camino, la Verdad y la Vida. Por eso mismo los creyentes que nos sabemos hermanos tuyos aspiramos a seguir tal Camino, a hacer caso a tal Verdad y a amar tal Vida.
Eleuterio Fernández Guzmán
2 de mayo de 2011
Fe
Jn 20,19-31
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: ‘La paz con vosotros’. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: ‘La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío’. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos’.
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: ‘Hemos visto al Señor’. Pero él les contestó: ‘Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.
Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: ‘La paz con vosotros’. Luego dice a Tomás: ‘Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente’. Tomás le contestó: ‘Señor mío y Dios mío’. Dícele Jesús: .Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído’.
Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. Éstas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.
COMENTARIO
En muchas ocasiones quien tiene fe necesita pruebas de que la misma tiene un fundamento o, mejor, que en realidad tiene una base que es cierta. Se piden cosas a Dios sin saber que, a lo mejor, lo que se pide no conviene a quien lo pide.
Tomás no creía que Jesús se hubiese aparecido a sus amigos cuando así lo hizo. Su fe era una creencia basada en pruebas materiales y muy alejada de lo espiritual. No creyó hasta que no vio.
Dichosos son, en efecto, los que creen y saben que creen sin necesidad de prueba alguna. Son, así, creyentes que tienen un fundamento profundo en Dios y en saber que existe sin, por eso, necesitar que se les muestra porque, además, se muestra cada día en cada cosa que pueden ver o tocar.
JESÚS, la fe la definiste a la perfección al decir que consiste en creer sin ver. Así, creemos en Dios y, así, en ti mismo, sin necesidad de verte físicamente. Creemos porque te vemos en todo lo que podemos ver. Ahí está Dios y estás Tú, hermano nuestro, Hijo de Dios, Dios hecho hombre.
Eleuterio Fernández Guzmán
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: ‘La paz con vosotros’. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: ‘La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío’. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos’.
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: ‘Hemos visto al Señor’. Pero él les contestó: ‘Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.
Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: ‘La paz con vosotros’. Luego dice a Tomás: ‘Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente’. Tomás le contestó: ‘Señor mío y Dios mío’. Dícele Jesús: .Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído’.
Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. Éstas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.
COMENTARIO
En muchas ocasiones quien tiene fe necesita pruebas de que la misma tiene un fundamento o, mejor, que en realidad tiene una base que es cierta. Se piden cosas a Dios sin saber que, a lo mejor, lo que se pide no conviene a quien lo pide.
Tomás no creía que Jesús se hubiese aparecido a sus amigos cuando así lo hizo. Su fe era una creencia basada en pruebas materiales y muy alejada de lo espiritual. No creyó hasta que no vio.
Dichosos son, en efecto, los que creen y saben que creen sin necesidad de prueba alguna. Son, así, creyentes que tienen un fundamento profundo en Dios y en saber que existe sin, por eso, necesitar que se les muestra porque, además, se muestra cada día en cada cosa que pueden ver o tocar.
JESÚS, la fe la definiste a la perfección al decir que consiste en creer sin ver. Así, creemos en Dios y, así, en ti mismo, sin necesidad de verte físicamente. Creemos porque te vemos en todo lo que podemos ver. Ahí está Dios y estás Tú, hermano nuestro, Hijo de Dios, Dios hecho hombre.
Eleuterio Fernández Guzmán
Suscribirse a:
Entradas (Atom)