23 de julio de 2021

Vid y sarmientos


Jn 15, 1-8

 

“1 ‘Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. 2 Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. 3 Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. 4 Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. 6 Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. 7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. 8 La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos’”.

 

COMENTARIO

 

La imagen que utilizar el Hijo de Dios en este texto del Evangelio de San Juan era muy querida por todos aquellos que le escuchaban porque sabían que, como tal, la de la viña, como pueblo de Israel y el viñador, Dios, era creencia común.

 

Cristo, además, dice algo de importancia vital. Y es que, según nos habla el Mesías, es Él la viña y nosotros los sarmientos. Y quiere decir con eso que sin Él nada podemos hacer. Por eso debemos permanecer en Él y Él en nosotros.

 

El caso es que nada hay por casualidad en la viña del Señor. Por eso nos advierte Cristo que lo que quiere su Padre, Dios Eterno y Todopoderoso, es que demos fruto. Para eso lo envió al mundo.

 

 

 

JESÚS,  gracias por cumplir tu misión tan a la perfección.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

22 de julio de 2021

La fe y el amor de la Madgalena


Jn 20,1-2.11-18

 

 

“El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: ‘Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto’.


Estaba María junto al sepulcro, fuera, llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Dícenle ellos: ‘Mujer, ¿por qué lloras?’. Ella les respondió: ‘Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto’. Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús: ‘Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?’. Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: ‘Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré’. Jesús le dice: ‘María’. Ella se vuelve y le dice en hebreo: ‘Rabbuní’ —que quiere decir: Maestro’—. ‘Dícele Jesús: ‘No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios’. Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.”

 

 

COMENTARIO

 

Aquella mujer, María Magdalena, tenía mucho que agradecer a Cristo. Al parecer había sacado de ella una serie de demonios que la habían hecho perderse por caminos nada recomendables para quien quiere entrar en el reino de los cielos.

 

María de Magdala acude al sepulcro porque quiere cuidar un poco el cuerpo del Maestro. Ella se sorprende de que no esté allí su cuerpo y pregunta. En principio no lo reconoce pero cuando sí lo reconoce exulta de alegría y gozo.

 

Jesús la envía. Lo que quiere que haga el Hijo de Dios es que comunique a los otros, a sus apóstoles y demás discípulos que están escondidos por miedo a los judíos, que ha resucitado. Era el principio de todo un devenir divino.

 

JESÚS, ayúdanos a tener la fe de María Magdalena

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

21 de julio de 2021

Santo sembrador


Mt 13,1-9

En aquel tiempo, salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a Él, que hubo de subir a sentarse en una barca, y toda la gente quedaba en la ribera. Y les habló muchas cosas en parábolas. Decía: ‘Una vez salió un sembrador a sembrar. Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que tenga oídos, que oiga’”.

 

COMENTARIO

 

Había muchos que querían saber lo que Jesús decía. Por eso, en muchos textos del Nuevo Testamento se refleja la circunstancia de que eran, en efecto, muchos los que le seguían. Allí donde estuviese otros lo buscaban.

 

En esta ocasión les hace espiritual frente con la parábola del sembrador. En este caso es Dios quien sale a sembrar su voluntad y su ley. Y hay quienes la acogen de forma impetuosa pero, luego, la olvidan. Y hay quienes, así, la acogen mejor o peor e, incluso, quienes la acogen perfectamente y dan mucho fruto.

 

Ante aquello que decía, el Maestro hace uso de una expresión que utiliza otras muchas veces. Y es que decir que quien tenga oídos que oiga es lo mismo que manifestar que todo el mundo puede hacer lo posible para aceptar aquello que les está diciendo.

 

 

JESÚS, ayúdanos a aceptar tu santa Palabra.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

20 de julio de 2021

Hacer la Voluntad de Dios

 

Mt 12, 46-50

 

Jesús estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con Él. Alguien le dijo: “Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte”.


Jesús le respondió: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: “Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”.

 

COMENTARIO

 

 

Podemos imaginar al Hijo de Dios rodeado de mucha gente que quiere escucharlo pues, al parecer, nunca se cansaban de llevar a su corazón las palabras de aquel Maestro de Nazaret.

 

También podemos imaginarnos que su madre, la Virgen María, visto que podían pasar muchos días sin ver a su hijo Jesús, quisiera hablar con Él y que hubiera quien dijera al Maestro, eso, que había quien lo llamaba.

 

Jesucristo, no haciendo de menos a su Madre sino justamente al contrario, dice eso que pudiera parecer desprecio. Sin embargo, ¿quién había cumplido mejor la Voluntad de Dios que María?

 

 

 

JESÚS,  gracias por dar a entender perfectamente el ser de la Virgen María.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

19 de julio de 2021

No necesitar señal alguna

Mt 12,38-42

En aquel tiempo, le interpelaron algunos escribas y fariseos: ‘Maestro, queremos ver una señal hecha por ti’. Mas Él les respondió: ‘¡Generación malvada y adúltera! Una señal pide, y no se le dará otra señal que la señal del profeta Jonás. Porque de la misma manera que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así también el Hijo del hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres noches. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con esta generación y la condenará; porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón.’”

 

COMENTARIO

 

Al parecer, al Hijo de Dios, no le importaba lo más mínimo decir las cosas como eran. Es decir, por muchos poderosos que tuviera delante no podía, sino, cumplir con la misión que tenía asignada y llamaba a las cosas por su nombre.

 

Aquellos allí presentes le pedían una señal. Es decir, no creían en sus palabras y, al parecer, tenían que ver algo que hiciera para convencerse de que era el Enviado de Dios. Pero Jesucristo, que conoce sus corazones, no puede satisfacer tal curiosidad insana.

 

Pero hay algo más. Y es que Jesucristo sabe que ha de llegar un día en el que habrá un Juicio Final. También sabe que Dios es muy bueno pero tiene muy buena memoria y no olvida ciertas actuaciones. ¿Es que necesita el Todopoderoso dar señales de su poder pudiendo mirar a nuestro alrededor?

 

JESÚS,  ayúdanos a no ser necios ante lo que vemos.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

18 de julio de 2021

Sigamos al Buen Pastor

Mc 6,30-34

 

“30 Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que  habían hecho y lo que habían enseñado. 31 Él, entonces, les dice: ‘Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco.’ Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. 32 Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. 33 Pero los vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos. 34 Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.”

 

 

COMENTARIO   

 

Ciertamente, nos podemos imaginar a los Apóstoles, enviados a su mundo particular, a las tierras donde podían llegar con los medios de entonces, predicando. Y es que el trabajo era mucho y muchos los que debían conocer la Buena Noticia.

 

Que el Hijo de Dios quisiese que descansen era de lo más normal pues estamos más que seguros que a Él tampoco le dejaban tiempo ni para comer como se nos dice en el texto bíblico del Evangelio de San Marcos. Merecían, por tanto, un descanso.

 

Sin embargo, eso, al parecer, no le importaba nada a nadie de los que los seguían. Y es que ellos, como dice Jesucristo, andaban casi como ovejas que no tienen pastor que los guíe. Y Él iba a ser, como sabemos, el Buen Pastor. Y lo fue.

 

 

JESÚS,  gracias por cumplir tu misión tan a la perfección.

 

Eleuterio Fernández Guzmán