12 de marzo de 2011

La fe bien entendida

Lc 5,27-32

“En aquel tiempo, Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo: ‘Sígueme’. El, dejándolo todo, se levantó y le siguió. Leví le ofreció en su casa un gran banquete. Había un gran número de publicanos, y de otros que estaban a la mesa con ellos. Los fariseos y sus escribas murmuraban diciendo a los discípulos: ‘¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?’. Les respondió Jesús: ‘No necesitan médico los que están sanos, sino los que están mal. No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores’".

COMENTARIO

Jesús buscaba, para que estuvieran entre los suyos, a los que la sociedad, a lo mejor, no tenía en cuenta pero de los que sabía dejarían todo para ir con Él y aprender lo que tenía previsto enseñarles acerca del reino de Dios.

Busca, también, a los que muchos odian para que transformen su corazón y vengan a ser mejores hijos de Dios. Llama a Leví, Mateo, mal mirado por muchos. Pero lo deja todo y le sigue sin pensárselo dos veces; busca, por supuesto, a los enfermos de toda clase…

Trata de que se le acerquen aquellos que necesitan de consuelo espiritual o están perdidos porque ellos son los que más han de beber del agua viva que lleva a la eternidad. Los sanos de espíritu no necesitan cuidado… los demás, sí. Pero, ¿Quién está libre de pecado?

JESÚS, siempre has buscado a los que, en verdad y a lo mejor sin saberlo, necesitan de tu Palabra y de tu ejemplo de vida. Buscaste, entonces, a los que llamabas enfermos, de corazón, para que lo cambiaran y vinieran a ser verdaderos hijos de Dios conscientes de que lo eran. Así, lo mismo, pasa con nosotros, necesitados, a menudo, de tu Amor y de tu Misericordia.


Eleuterio Fernández Guzmán

11 de marzo de 2011

Tener, siempre, presente a Dios


Mt 9,14-15

“En aquel tiempo, se le acercan los discípulos de Juan y le dicen: ‘¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos no ayunan?’. Jesús les dijo:’«Pueden acaso los invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán’”.


COMENTARIO

Cumplir con la ley cuando ésta no está de acuerdo con la de Dios no debería, siquiera, planteárselo un hijo de Dios que sabe que lo es y,  por lo tanto, actúa en consecuencia.

Es cierto que el ayuno es un instrumento importante par un creyente y que supone una forma de manifestar que se cree en Dios y que se lleva a cabo un, siquiera, mínimo sacrificio en bien, precisamente, de nosotros mismos pues nuestro espíritu necesita de tales acciones.

Nosotros somos invitados a la mesa del Señor. Por eso, tras su Pasión, tenemos el ayuno como experiencia profunda de nuestra fe. No nos provoca más alteración que saber que se hace por amor y por consecuencia.


JESÚS, querías que los tuyos, tus apóstoles, gozaran de ti mientras estabas con ellos porque sabías la muerte que te esperaba y la situación que, entonces, se produciría entre ellos. Que supieran que contigo, estando con ellos, sanarían de muchas enfermedades del alma. Luego, tras tu Pasión, ellos comprendieron muchas cosas.

Eleuterio Fernández Guzmán

10 de marzo de 2011

Perder la vida para ganarla




Lc 9,22-25

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día’. Decía a todos: ‘Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?’.


COMENTARIO

Nadie ha dicho que seguir a Jesucristo sea nada fácil ni que, por eso mismo, se garantice que ningún problema va a acaecer en contra del discípulo del Hijo de Dios. Es más, es, exactamente, al contrario lo que suele suceder.

Cuando Jesucristo dice que cada cual debe tomar su cruz si es que quiere seguirlo es que conoce que quien lo siga tendrá que llevar, en efecto, una pesada carga: la carga de la incomprensión, a lo mejor de los suyos y, también, del zaherimiento que el mundo con su mundanidad ejercerá contra su persona.

Perderlo todo. Dice Jesús que tenemos que perderlo todo. Se ha referir a todo lo que nos sobra y que, en verdad, es un lastre para seguir el camino que marca el Hijo del Hombre. Por lo tanto, lo que nos sobra no podemos quererlo ni tenerlo, ya, como sus discípulos, como propio. El definitivo reino de Dios nos espera.


JESÚS,  exiges sacrificio humano a los que te sigan. No es fácil, para un ser humano, dejarlo todo para seguirte. Sin embargo, sabemos que es la mejor ganancia que podemos tener como hermanos tuyos: seguirte es, sin duda, amar a Dios porque tú eres Dios hecho hombre y nada puede haber mejor, para un hijo del Creador, que seguirlo.





Eleuterio Fernández Guzmán

9 de marzo de 2011

Lo que Dios sabe




Mt 6,1-6.16-18

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

‘Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará’”.

COMENTARIO

Podemos caer en la trampa del Maligno según la cual cuando hacemos algo puede dar la impresión de tener la obligación de proclamarlo a los cuatro vientos. Conviene el silencio porque Dios ve en lo secreto de nuestro corazón y la humildad es muy necesaria para un hijo de Dios.

No podemos ser hipócritas y hacer para que se nos vea lo que hacemos. Si está bien ya será Dios el que lo conozca y si está mal… también.

Debemos, en todo caso, buscar la recompensa del Creador cumpliendo nuestras obligaciones materiales y espirituales con devoción, fervor y gozo. Dios todo lo ve y todo lo sabe. Eso no lo deberíamos olvidar nunca. El qué dirán importa poco.



JESÚS, sabías que tu Padre ve en lo secreto y, por eso mismo, pretendías que es supiera dónde, de verdad, debía ser puesto nuestro corazón: no en las apariencias de lo que se hacía sino, en todo caso, en la verdad de las mismas.



Eleuterio Fernández Guzmán

8 de marzo de 2011

Del César y de Dios



Mc 12,13-17

“En aquel tiempo, enviaron a Jesús algunos fariseos y herodianos, para cazarle en alguna palabra. Vienen y le dicen: ‘Maestro, sabemos que eres veraz y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas, sino que enseñas con franqueza el camino de Dios: ¿Es lícito pagar tributo al César o no? ¿Pagamos o dejamos de pagar?’.

Mas Él, dándose cuenta de su hipocresía, les dijo: ‘¿Por qué me tentáis? Traedme un denario, que lo vea’. Se lo trajeron y les dice: ‘¿De quién es esta imagen y la inscripción?’. Ellos le dijeron: ‘Del César». Jesús les dijo: «Lo del César, devolvédselo al César, y lo de Dios, a Dios’. Y se maravillaban de Él.”

COMENTARIO

Cuando Jesús se tuvo que enfrentar a los que buscaban su perdición y, así, su cautiverio en el mundo, sabía que estaba enfrentándose a lobos con piel de cordero. Le tendían frecuentes trampas espirituales para que, si eso podía ser posible, el Maestro se mostrara contrario a la Ley.

Sabía, el Mesías, que era difícil la situación que le planteaban pues dijera lo que dijera siempre podría achacársele algún tipo de comportamiento ajeno a lo establecido.

Dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César ha sido, desde que fuera dicho, un punto de partida válido para el discípulo de Cristo. Ni se puede dar menos al César de lo debe dársele (ni tampoco más) ni tampoco, por supuesto, se le puede dar menos a Dios (y si es posible, más).


JESÚS, ante la asechanza tan artera de aquellos discípulos de la hipocresía les enviaste un mensaje claro: no se le puede negar lo que e corresponde al poder pero, mucho menos, lo que le corresponde a Dios. Aquellos buscaban, seguramente, dar menos a Dios que al César pero tú sabes que es muy importante, para el hijo de Dios, no olvidar a su Padre en beneficio exclusivo del César.





Eleuterio Fernández Guzmán

7 de marzo de 2011

La piedra angular de la fe



Mc 12,1-12

En aquel tiempo, Jesús comenzó a hablarles en parábolas: ‘Un hombre plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores, y se ausentó. 

Envió un siervo a los labradores a su debido tiempo para recibir de ellos una parte de los frutos de la viña. Ellos le agarraron, le golpearon y le despacharon con las manos vacías. De nuevo les envió a otro siervo; también a éste le descalabraron y le insultaron. Y envió a otro y a éste le mataron; y también a otros muchos, hiriendo a unos, matando a otros. Todavía le quedaba un hijo querido; les envió a éste, el último, diciendo: ‘A mi hijo le respetarán’. Pero aquellos labradores dijeron entre sí: ‘Éste es el heredero. Vamos, matémosle, y será nuestra la herencia’. Le agarraron, le mataron y le echaron fuera de la viña. 

¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá y dará muerte a los labradores y entregará la viña a otros. ¿No habéis leído esta Escritura: ‘La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos?’”.

Trataban de detenerle —pero tuvieron miedo a la gente— porque habían comprendido que la parábola la había dicho por ellos. Y dejándole, se fueron.

COMENTARIO

A veces necesitamos que Dios se dirija muchas veces a nosotros para atender lo que nos dice. Sea porque no nos interesa lo que nos propone o, simplemente, porque no tenemos el oído espiritual preparado para tal relación directa.

Tenemos la obligación espiritual, como cristianos, de tener a Cristo como la piedra angular a que se refiere el Maestro porque es con Él con quien debemos caminar y es en él en quien podemos vivir y existir.

Prestar una atenta escucha, por ejemplo en la oración, a lo que Dios nos dice ha de ser, seguramente, el camino más recto hacia el definitivo reino del Creador. Él nos espera con ansia de Padre que ve como su hijo regresa, a lo mejor, de la perdición.



JESÚS, muchas veces les dijiste a los que te oían lo que debían saber para vivir de acuerdo a la voluntad de Dios y otras tantas veces, al parecer, no te hacían caso. Tú, que eres la piedra angular, has de servirnos de fortaleza en la que recostar nuestra tribulación.



Eleuterio Fernández Guzmán

6 de marzo de 2011

Como fe firme



Mt 7,21-27

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘No todos los que me dicen ‘Señor, Señor’ entrarán en el reino de los cielos, sino solo los que hacen la voluntad de mi Padre celestial. Aquel día muchos me dirán: ‘Señor, Señor, nosotros hablamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros’. Pero yo les contestaré: ‘Nunca os conocí. ¡Apartaos de mí, malhechores!’.


Todo el que oye mis palabras y hace caso a lo que digo es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos contra la casa; pero no cayó, porque tenía sus cimientos sobre la roca. Pero todo el que oye mis palabras y no hace caso a lo que digo, es como un tonto que construyó su casa sobre la arena. Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos, y la casa se derrumbó. ¡Fue un completo desastre!’”.

COMENTARIO


Hacer como que se cree, de cara a los demás, es muy fácil para una persona. No se compromete a nada sino que, en apariencia, lo da todo por Dios y por su Reino. Es, digamos, la simulación de fe.

Dios, sin embargo, como dice Jesús en otra ocasión, ve en lo secreto y, por eso mismo, es de necios tratar de esconder lo que puede ver y, de hecho, ve.

Podemos hacer lo que queremos con nuestra vida: bien desarrollamos nuestra existencia de acuerdo a la Ley de Dios y a su voluntad o bien, al contrario, hacemos lo que queremos sin tenerlo en cuenta para nada. Jesús sabe cuál es la forma más adecuada para ser unos buenos hijos de Dios: construir sobre roca, sobre La Roca que es Él mismo.


JESÚS, eres la roca sobre la que construir nuestra vida. Sobre ti toda construcción del espíritu dura para siempre. Por eso no podemos hacer como si careciera de sentido seguirte o seguir tu doctrina porque como eres la roca firme sobre la que construir sólo podemos hacerlo, en efecto, sobre ti.





Eleuterio Fernández Guzmán