Jn 11, 45-47
"Al ver
que Jesús había resucitado a Lázaro, muchos de los judíos que habían ido
a casa de María creyeron en Él. Pero otros fueron a ver a los fariseos y
les contaron lo que Jesús había hecho.
Los
sumos sacerdotes y los fariseos convocaron un Consejo y dijeron: '¿Qué
hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos. Si lo dejamos seguir
así, todos creerán en Él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro
Lugar santo y nuestra nación'.
Uno de ellos, llamado Caifás, que era Sumo Sacerdote ese año, les dijo: 'Ustedes no comprenden nada. ¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?'
No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como Sumo Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación, y no solamente por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos.
A partir
de ese día, resolvieron que debían matar a Jesús. Por eso Él no se
mostraba más en público entre los judíos, sino que fue a una región
próxima al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y allí permaneció con
sus discípulos.
Como se
acercaba la Pascua de los judíos, mucha gente de la región había subido a
Jerusalén para purificarse. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros
en el Templo: '¿Qué les parece, vendrá a la fiesta o no?' Los sumos
sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno conocía el
lugar donde Él se encontraba, lo hiciera saber para detenerlo."
COMENTARIO
Como nos
dice este texto del Evangelio de San Juan hubo un momento determinado
en el que algunos de los considerados sabios decidieron matar al Hijo de
Dios. Así, como quien no quiera la cosa...
El caso
es que habían tenido muchas ocasiones para darse cuenta de que
Jesucristo era muy perjudicial para sus humanos intereses. Y lo era
porque querer que se cumpliera hasta la última tilde de Ley de Dios no
les convenía para nada porque eso iba en contra de su forma de hacer las
cosas.
Tampoco
nos extraña que muchas personas se preguntaran las razones de que no
detuviesen al Hijo de Dios. Y es que aún no había llegado el momento que
estaba escrito...
JESÚS, gracias por mantenerte firme en tu misión.
Eleuterio Fernández Guzmán