3 de febrero de 2024

Muchos lo reconocieron


Mc 6, 30-34

"Al regresar de su misión, los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.

Él les dijo: 'Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco'. Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos.

Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato'"

COMENTARIO 

Ya podemos imaginar o, ni siquiera, eso porque está escrito, que el Hijo de Dios en su predicación había causado mucha expectación entre aquellos que pertenecían al pueblo judío.

De todas formas, Jesucristo sabía que debía enseñar a los Apóstoles que, además, habían regresado del envío que había hecho. Y debe hacerlo a cierta distancia de todas las personas que buscan a Cristo. 

Sin embargo, aquellos que confiaban en el Hijo de  Dios no se iban a dejar "engañar" fácilmente y en cuanto se dan cuenta de dónde se encuentra el Mesías van a buscarlo. Y, claro, el Señor puede dejar de cumplir sumisión y les enseña a pesar de que, como hombre, hambre debía tener un rato...

JESÚS, gracias por se Bueno y Mesericordioso. 

Eleuterio Fernández Guzmán

2 de febrero de 2024

Y Cristo fue presentado


Lc 2, 22-35.39-40

 

“22 Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, consagrado al Señor = 24 y para ofrecer en sacrificio = un par de tórtolas o dos pichones =, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor. 25 Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. 26 Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. 27 Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, 28 le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: 29 ‘Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; 30 porque han visto mis ojos tu salvación, 31 la que has preparado a la vista de todos los pueblos, 32 luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.’ 33 Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. 34 Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: ‘Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción - 35 ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.’

 

39 Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. 40 El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él.”

 

COMENTARIO

 

Cumpliendo con la ley establecida, María y José llevan a Jesús al Templo para ofrecérselo a Dios. Y, para recuperarlo para sí, ofrecen el sacrificio que los pobres podían ofrecer.

 

Simeón es un anciano que ha entregado a Dios su vida. Espera, porque lo sabe, que la salvación de Israel llegue al mundo. Por eso, cuando se da cuenta de que aquel niño es Quien iba a venir para salvación del hombre, se alegra y goza con aquel momento.

 

Nos dice el texto de San Lucas que aquel Niño, Dios hecho hombre, con sus padres, creció en sabiduría. Y no nos extraña nada que la gracia de Dios estuviera con Él porque era Dios hecho hombre.

 

 

JESÚS, gracias por haber saber cumplido tu misión desde bien temprana edad.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

1 de febrero de 2024

Jueves, 1 de febrero de 2024

Mc 6, 7-13

En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos. Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja; sino: ‘Calzados con sandalias y no vistáis dos túnicas’. Y les dijo: ‘Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta marchar de allí. Si algún lugar no os recibe y no os escuchan, marchaos de allí sacudiendo el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio contra ellos’. Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban”.

 

COMENTARIO

 

Hay muchos momentos de la vida de Cristo y de sus apóstoles que no conocemos. Por eso muchas veces nos imaginamos que siempre estaban juntos. Sin embargo este texto nos muestra que, en determinado momento, envió a los Doce a predicar la Palabra de Dios.

 

Jesús no los envía de cualquier forma. En primer lugar, los envía con unas instrucciones muy concretas: no deben llevar más de lo necesario porque Dios sabe que  sus trabajadores no les puede faltar el sustento y ha de proveer sus necesidades.

 

Pero hace, también otra cosa: les transmite, les otorga, les dona, una serie de poderes propios del Creador y de todo su poder. Por eso tendrán poder sobres los demonios y se les provee del don de curar, de la curación de los padecimientos físicos.

 

 

JESÚS, ayúdanos ser tus enviados ahora mismo, en este siglo nuestro.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

31 de enero de 2024

No acababan de comprender

Mc 6, 1-6


"Jesús se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: '¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?' Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo.

Por eso les dijo: 'Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa'. Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de sanar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. Y Él se asombraba de su falta de fe.

Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente."

COMENTARIO

Es cierto y verdad que el Hijo de Dios predicaba en todos los lugares donde podía. Y como es de esperar también acudió a su pueblo, donde había criado, para transmitir la Buena Noticia.

En aquel lugar todos los conocían y no podían comprender cómo aquel joven, que habían visto jugar por sus calles cuando era pequeño y es seguro les hubiera arreglado algún desperfecto en sus casas por su labor de carpintero, pudiera decir aquello que decía y hacer lo que hacía y que todos había oído. 

Las palabras de Jesucristo son claras: no suelen escuchar a alguien en su propia casa. 

JESÚS, gracias por cumplir con tu misión a pesar de aquellas circunstancias. 

Eleuterio Fernández Guzmán

30 de enero de 2024

La gran misericordia de Dios ante la fe y la confianza

Mc 5, 21-43


"Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y Él se quedó junto al mar. Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies, rogándole con insistencia: 'Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se sane y viva'. Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados.

Se encontraba allí una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias. Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor. Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: 'Con sólo tocar su manto quedaré sanada'. Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba sanada de su mal.
Jesús se dio cuenta enseguida de la fuerza que había salido de Él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: '¿Quién tocó mi manto?'
Sus discípulos le dijeron: '¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha tocado?' Pero Él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido.

Entonces la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a sus pies y le confesó toda la verdad.
Jesús le dijo: 'Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda sanada de tu enfermedad'.

Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: 'Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?' Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: 'No temas, basta que creas'. Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago, fue a casa del jefe de la sinagoga.

Allí vio un gran alboroto, y gente que lloraba y gritaba. Al entrar, les dijo: '¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme'. Y se burlaban de Él.

Pero Jesús hizo salir a todos, y tomando consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que venían con Él, entró donde ella estaba. La tomó de la mano y le dijo:'“Talitá kum', que significa: '¡Niña, Yo te lo ordeno, levántate!' En seguida la niña, que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Ellos, entonces, se llenaron de asombro, y Él les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo sucedido. Después dijo que dieran de comer a la niña.'"

COMENTARIO

Es cierto y verdad que en muchas ocasiones el Hijo de Dios hace lo que hace aquí en este texto del Evangelio de San Marcos. Y es que, además de porque quiere es que no puede resistir ante alguien que manifiesta su confianza en Él.

Tanto el caso de la mujer que perdía mucha sangre como la de la hija de Jairo ambas personas están seguras que la intervención de Jesucristo hará posible la sanación tanto de la mujer como de la niña que, además, había muerto y se trata de una resurrección. 

Es cierto y verdad, también, que otra cosa no podía hacer Aquel que había venido al mundo a salvar lo que necesitaba ser salvado. 

JESÚS,  gracias por tanta bondad y misericordia. 

Eleuterio Fernández Guzmán