3 de marzo de 2012

Amar sobre todo odio o ira



Sábado I de Cuaresma


Mt 5, 43-48

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo’. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial’”.


COMENTARIO

La Ley de Dios es extremadamente cuidadosa con lo que se hace con el prójimo. No es esto nada de extrañar porque el Creador, como Padre, no puede querer que uno de sus hijos maltrate, como sea, a otro.

Jesús prescribe un amor grande que va más allá de lo que solemos entender por querer a los demás. Así, si somos rácanos con el amor que damos nuestro hermano Cristo quiere que amemos a nuestros enemigos. ¡Que amemos a nuestros enemigos! Nos pide quien perdonó a quienes lo estaban matando.

Hacer lo que hacemos con los nuestros, amarlos (y, aún así, según y cómo nos conviene hacerlo) es fácil. Sin embargo, para ser perfectos como Dios es perfecto tenemos que ir más allá, mucho más allá hasta donde el amor requiere de gran esfuerzo y ruptura con nuestra tendencia a lo que no es bueno ni mejor.


JESÚS, quieres que amemos a los que nos odian. Ciertamente que tal forma de comportarse es una que lo es suprema en al amor y en la entrega al prójimo. Sin embargo, no siempre queremos ser perfectos como Dios lo es y no hacemos lo que debemos hacer.




Eleuterio Fernández Guzmán


2 de marzo de 2012

La verdadera Ley de Dios



Viernes I de Cuaresma

Mt 5, 20-26

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antepasados: ‘No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal’. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano “imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que le llame “renegado", será reo de la gehenna de fuego.

‘Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo’".

COMENTARIO

Es bien cierto que los contemporáneos de Jesús decían cumplir la Ley de Dios y que estaban más que seguros que lo hacían de la mejor manera. Sólo así puede entenderse que acusasen, por ejemplo, a Jesús, de no cumplirla y de mantenerse lejos de la misma.

Jesús sabe que, muy al contrario de lo que hacían los que vivían en su tiempo, la voluntad-Ley de Dios era otra cosa muy distinta: encolerizarse lo equipara a matar e insultar a un hermano se tiene gran pecado.
Jesús va, sin embargo, más lejos porque nos pide algo que muchas veces no es fácil de llevar a cabo y la mayoría de las veces no cumplimos. Nos pide que perdonemos a quien tiene algo contra nosotros y que nos arreglemos de la mejor manera posible.


JESÚS, eras portador de la voluntad de Dios y la misma no es, como solemos pensar, como nosotros queremos que sea sino como es. Por eso, en muchas ocasiones, obramos a sabiendas de que no hacemos lo que debemos porque el Mal se ha apoderado de nuestro corazón.



Eleuterio Fernández Guzmán


1 de marzo de 2012

Hispanoamérica 2012







“Jóvenes misioneros para un continente joven” en 2011;  “Sacerdotes, discípulos y misioneros” en 2010; “América con Cristo, vive la misión”, en 2009; “América Latina, continente en misión”, en 2008; “Llamados a ser discípulos y misioneros en América”, en 2007; “Compartimos el pan de la tierra y el pan del cielo”, en 2006 o “América recibe y nos envía misioneros”, en 2005 han sido los lemas que, en años sucesivos nos han traído a la realidad espiritual católica hispana que hay momentos en los que debemos agradecer, más de lo que hacemos, el don de poder evangelizar. 

Para este año 2012 el lema escogido ha sido “Comprometidos con América en la Nueva Evangelización” y supone, como el texto mismo indica, tanto el obligarse a evangelizar como el hacerlo en el ámbito de lo que Benedicto XVI ha entendido y hecho todo lo posible como para que se considera como nueva lo que es tan antiguo como el mismo Evangelio.

Y para este día, en concreto se celebra el domingo 4 de marzo, la Presidencia de la Pontificia Comisión para América Latina ha dado a conocer un Mensaje con motivo del denominado “Día de Hispanoamérica” instaurado en el año 1959.

En el citado Mensaje se recuerda, por ejemplo, que “Hispanoamérica debe a España, ante todo, lo que es su más rico tesoro: el  patrimonio de la tradición católica comunicada, inculturada y arraigada en las  tierras buenas del ‘Nuevo Mundo’. Con razón Benedicto XVI señaló en Aparecida, el 13 de mayo de 2007, que el patrimonio más precioso de América  Latina es ese don providencial que ha gestado a sus pueblos y que ‘ha animado  su vida y cultura [...] durante más de cinco siglos’. ‘Este es el rico  tesoro del  continente americano –decía el Papa en esa oportunidad–; este es su patrimonio más valioso: la fe en Dios amor, que reveló su rostro en Jesucristo [...]. No  es una ideología política, ni un movimiento social, como tampoco un sistema  económico; es la fe en Dios amor, encarnado, muerto y resucitado, el auténtico  fundamento de esta esperanza que produjo frutos tan magníficos desde la primera evangelización hasta hoy”.
 Es, por lo tanto, obligación de nación tan evangelizadora como lo ha sido España el continuar, como se pueda en estos tiempos de secularización, con una labor tan importante como es la de llevar la Palabra de Dios allá donde no la conocen y, en su caso, donde conociéndola puedan estar olvidándola.

En general, la relación con Hispanoamérica a nivel de evangelización se debe vehicula a través, por ejemplo, de abrir el corazón “a las familias y comunidades de latinoamericanos inmigrantes asentadas en España”; de mostrar agradecimiento por “el precioso servicio que están prestando universidades y centros superiores de Teología que, en España, acogen a sacerdotes provenientes de América Latina para la ampliación de sus estudios”, de “reconocer y recoger a los sacerdotes provenientes de países” hispanoamericanos que, “con el consentimiento de sus respectivos obispos, prestan sus servicios pastorales en diócesis españolas” o de renovar la “memoria agradecida del maravilloso espectáculo de santidad y comunión eclesial vivido durante la Jornada Mundial de la Juventud” celebrada en agosto de 2011…

Podemos ver, por tanto, que en el ámbito de la Nueva Evangelización son  muchos los puntos sobre los que recae la atención que, especialmente desde España, se tienen que fomentar en aras de una buena relación con las tierras que en otro tiempo se incorporaran a la civilización cristiana tras el descubrimiento de las tierras americanas.

Por otra parte, dice el Cardenal Marc Ouellet, a la sazón Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina que debemos recobrar el fervor espiritual  y confiar las intenciones que hacemos al respecto de la evangelización de la América hispana “a la  gracia del Espíritu Santo, verdadero protagonista de la ‘Nueva Evangelización’, que nos precede en el corazón de las personas y en la cultura de los pueblos, para conducirlos hacia Cristo, según hostiemos y ritmos definidos por la Providencia de Dios”.

Recuerda, también, el Cardenal Ouellet que, a tenor de lo dicho en el número 80 de la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, debemos conservar “La dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas. Hagámoslo —como Juan el Bautista, como Pedro y Pablo, como los otros Apóstoles, como esa multitud de admirables evangelizadores que se han sucedido a lo largo de la historia de la Iglesia— con un ímpetu interior que nadie ni nada sea capaz de extinguir. Sea ésta la mayor alegría de nuestras vidas entregadas. Y ojalá que el mundo actual —que busca a veces con angustia, a veces con esperanza— pueda así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo, y aceptan consagrar su vida a la tarea de anunciar el reino de Dios y de implantar la Iglesia en el mundo”.

Al fin y al cabo, la misión dada por Cristo es la de evangelizar y eso se hace desde España hacia América llamada hispana. Y otra cosa no se espera de nosotros, hijos de Dios y hermanos de tantos que necesitan conocerlo.

Eleuterio Fernández Guzmán

Publicado en Análisis Digital

Pedir a Dios



Jueves I de Cuaresma


Mt 7, 7-12

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una piedra; o si le pide un pez, le dé una culebra? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan! Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas’”.

COMENTARIO

Jesús, en este texto del evangelio de San Mateo, nos ofrece muchas posibilidades para poder ser llamados, de verdad, discípulos suyos e hijos de Dios. Consejos que no deberíamos tener como no dichos.

Pedir a Dios hay que hacerlo de la manera adecuada y no a tontas y a locas. Por eso hay que pedir sabiendo que Dios siempre nos escucha y siempre está esperando que pidamos para darnos lo que nos conviene. Nunca nos rechaza sino que, en todo caso, sabe lo que tiene que darnos.

Una ley de oro que debería quedarnos grabada en el corazón y en el alma la propone Jesús: no hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan y, en todo caso, hacer a los demás lo que queremos que sí nos hagan. Así se evitarían muchos malos modos y muchas malas acciones.


JESÚS, cuando dices a los que quieran escucharte que a los demás hay que hacer lo mismo que queremos que nos hagan lo haces para que sepamos que el prójimo tiene un valor muy grande para Dios y que, por eso mismo, no podemos hacerlo de menos. Sin embargo ¡cuántas veces no te hacemos caso!




Eleuterio Fernández Guzmán


29 de febrero de 2012

Educación sexual y libertad de conciencia







El tema de la educación sexual de los jóvenes que asisten a los centros educativos no es poco importante para un católico. Lo es porque es muy dado a manipulaciones y a imposiciones totalitarias desde el poder establecido sea cual sea tal poder y sea cual sea la ideología que lo sustente.

Algo así está sucediendo, por ejemplo, en España donde toda obligatoriedad a determinados conceptos o ideologías siniestras están procurando un adoctrinamiento que puede causar un daño irreversible en la vida de nuestros hijos y olvidando, por intereses ideológicos, la libertad de conciencia que tenemos cada ser humano por el hecho de ser hijos de Dios.

En estos casos, tan particulares y tan importantes, no podemos dejar de escuchar a aquellas personas que, conocedoras profesionalmente del tema pueden tener unas miras por encima de la que los padres tenemos.

Así, Ramón Novella, psicopedagogo, especialista en formación de padres e intervención psicopedagógica, profesor en la Facultad de Psicología de la Universidad Abat Oliba CEU y padre de cinco hijos a la pregunta de si considera adecuado que los niños y adolescentes reciban educación en la escuela, responde lo siguiente:


“El problema de fondo está las intenciones y en la manera en cómo se han hecho las cosas”.

“El primer criterio importante –añade- es que la educación sexual es una responsabilidad de las familias, y de nadie más. En todo caso, las familias deciden qué tipo de escuela corresponde mejor con su criterio para educar a sus hijos y puede colaborar mejor en la educación de sus hijos. En ese caso, la escuela puede colaborar en la educación sexual siempre y cuando responda al ideario que tiene y a planteamientos que las familias han escogido”.

“En el caso de la nueva Ley, la educación sexual está ligada a un planteamiento ideológico que muchos padres no comparten, y a la vez se pretende obligar a las escuelas a dar este tipo de educación que choca frontalmente sobre su visión del ser humano y su labor educativa”.

A esto añade que “se está imponiendo un modelo en un ámbito en el que debería haber libertad. Aparte que este planteamiento de educación sexual no favorece el desarrollo positivo de las personas y las convierte en seres infelices, eso sí completamente manipulables”. 


Se refiere, cuando habla de “nueva ley” a la del aborto que entró en vigor hace unos meses (y que ahora pretende ser modificada por el Ejecutivo del Partido Popular pero no en cuanto a la educación sexual sino, en todo caso, en cuanto a matices puramente técnicos sin entrar en la esencia de la misma) y denota, lo dicho por el profesor, que existe, por parte de quien puede hacer que exista, una voluntad tergiversadora de la educación sexual y en el fondo una voluntad dirigista y, sobre todo, totalitaria.

En este tema juegan un papel muy importante una serie de conceptos sin los cuales todo lo que se haga será, siempre, a destiempo y descaradamente impositivo: derecho de los padres, ideario personal, visión del ser humano, etc.

No es poca cosa decir que se violenta el derecho de los padres a educar, en lo tocante a la sexualidad, a los hijos si se les impone en los centros educativos; que se violenta el derecho de los padres a llevar a cabo una aplicación directa del ideario personal que tengo por oportuno y que, a lo mejor, quieren transmitir a su descendencia y, por ultimo, se violenta la visión que tienen los padres del ser humano y de las relaciones que, entre los semejantes, se llevan a cabo cuando desde el sistema educativo se hace de su capa un sayo en este tipo de materias.

Así, los padres quedan, digamos, vacíos de competencias al respecto de los hijos porque han sido robadas mediante leyes y reglamentos por quien tiene el poder para hacer tal cosa e, incluso, mantenerla por sostenella y no enmendalla.

Por eso dice el profesor citado arriba que “se está imponiendo un modelo en un ámbito en el que debería haber libertad. Aparte que este planteamiento de educación sexual no favorece el desarrollo positivo de las personas y las convierte en seres infelices, eso sí completamente manipulables” , porque es, exactamente, lo que se está haciendo con el silencio, casi siempre cómplice, de muchas personas que, desde sus sillones oficiales dicen pertenecer a la parte conservadora de la sociedad demostrando que son, precisamente, lo contrario.

Pero ¿cuál es la razón por la cual los cristianos, aquí católicos, no podemos permitir que la educación sexual de nuestros hijos sea maltratada por ideologías siniestras que tratan de imponer la homosexualidad como conducta ordinaria, el uso de métodos anticonceptivos como algo a la orden ordinaria del día y cosas por el estilo?

Pues a eso nos responde obispo Jean Laffitte, secretario del Consejo Pontificio para la Familia cuando dice lo siguiente:

“A pesar de su crecimiento, sus sufrimientos, su envejecimiento hasta la muerte, y su descomposición orgánica, el cuerpo humano está destinado a resucitar. En una visión de fe, este dato ha sido acreditado por el acontecimiento histórico fundamental que ha sido la resurrección de Jesús de entre los muertos. Es sobre la base d este acontecimiento que el cristiano cree verdaderamente que habrá una resurrección de los muertos; un acontecimiento fundamental para él y para todos los hombres, que serán integrados a la fuerza del Resucitado.” 

Aquí también aparecen conceptos que son muy importantes: cuerpo humano y resurrección.

Quizá no debería ser olvidado lo que, de tan obvio, da vergüenza ajena saber que se pretiere.

Eleuterio Fernández Guzmán

Publicado en Acción Digital

El signo es Cristo




Miércoles I de Cuaresma

Lc 11, 29-32

“En aquel tiempo, habiéndose reunido la gente, Jesús comenzó a decir: ‘Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás’”.


COMENTARIO

Jesús, al referirse a Jonás, que permitió que lo lanzaran por la borda del barco para aplacar a Dios, se refiere a sí mismo. La señal será que Él será sacrificado para que los demás puedan limpiar sus pecados.

Jesús quiere ser, como lo fue Jonás, una señal de conversión para aquellos que lo escuchan y al igual que hiciera Jonás advirtiendo de lo que podía suceder si no se convertían hace Cristo con aquellos que, entonces, le querían escuchar y ahora mismo quieran hacer su voluntad.

Jesús quiere que con su predicación aquellos que están alejados de Dios aunque crean que cumplen su Ley, vengan a ser personas que, de verdad, hagan la voluntad del Padre y llevando a sus vidas lo que quiere Dios sea llevado alcancen la salvación eterna.
JESÚS, querías advertir, como hiciera Jonás en su tiempo, de la necesidad de conversión y, por eso mismo, ibas a ser, como lo fue aquel que se tragara la ballena, ibas a morir por todos para salvación de muchos.  Sin embargo, nosotros miramos, muchas veces, para otro lado cuando vemos lo que pasó y lo que ahora mismo pasa.



Eleuterio Fernández Guzmán

28 de febrero de 2012

El Padre Nuestro




Martes I de Cuaresma

Mt 6, 7-15

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo.

‘Vosotros, pues, orad así: ‘Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal’. Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas’”.

COMENTARIO

Los discípulos más cercanos a Jesús es de pensar que querían saber cómo se dirigía el Mesías al Padre para hacer ellos lo mismo. Cuando Jesús les comunica una forma de orar dirigiéndose a Dios como su Creador, les enseña el Padre Nuestro.

En el Padre Nuestro Jesús les/nos enseña qué tenemos que pedir cuando pedimos a Dios. No se trata de peticiones que vayan a favor de nuestro egoísmo de personas sino que nos relacionan con Dios de una forma íntima y profunda.

Cada una de las peticiones del Padre Nuestro están puestas por Dios para que sepamos a qué atenernos cuando queremos que nos escuche nuestro Creador. En cada una de ellas se reflejan una serie de necesidades que deberíamos tener en cuenta para, una vez pedidas, llevarlas, en cuanto nos corresponda, a cabo.



JESÚS, cuando enseñas a tus discípulos el Padre Nuestro ya les adviertes que no deben hacer como que oran diciendo mucho porque Dios, que ve en el secreto del corazón, sabe lo que piensan. Nosotros, sin embargo, muchas veces hacemos como si el Creador no supiera lo que, en realidad, pensamos.



Eleuterio Fernández Guzmán

27 de febrero de 2012

Ser sacerdote







Como bien sabemos, algunos casos, convenientemente manipulados por determinados medios de comunicación acerca de hechos horribles en los que han caído algunos sacerdotes católicos cometiendo presuntos delitos de pederastia (y otros demostrados) han puesto a los pies de los caballos a los hombres que se consideran sacerdotes de Dios y servidores de los hombres.

Sin embargo, ser sacerdote es, y supone, mucho más que la concurrencia, en la plaza pública, de casos en los que se demuestra que también son seres humanos y están sometidos, según el espíritu de cada cual, a las tentaciones más humanas que sólo son fe y consecuencia con su estado, se pueden evitar.

Como no podía ser de otra forma ha tenido que ser Benedicto XVI, también sacerdote, quien tenga que ofrecer, en una Lectio divina sobre el sacerdocio, la clave del ser mismo de sacerdote que es, para empezar, el “puente” entre Dios y el hombre.

Así, dice el Santo Padre que “El otro elemento es que el sacerdote tiene que ser hombre. Hombre en todos los sentidos, es decir, debe vivir una verdadera humanidad, un verdadero humanismo; debe tener una educación, una formación humana, virtudes humanas; debe desarrollar su inteligencia, su voluntad, sus sentimientos, sus afectos; debe ser realmente hombre, hombre según la voluntad del Creador, del Redentor, porque sabemos que el ser humano está herido y la cuestión de “qué es el hombre” está oscurecida por el hecho del pecado, que ha lesionado la naturaleza humana hasta en lo profundo” 

Sin embargo la humanidad de la que, sin duda, goza el sacerdote no hace, digamos, humano en el mal sentido de la palabra, por mundano sin que, para su caso, en sentido de “Lo humano es ser generoso, ser bueno, ser hombre de la justicia, de la verdadera prudencia, de la sabiduría”. 

Y es aquí donde podemos apreciar la verdadera naturaleza del creyente que ha querido, al no hacer oídos sordos a la llamada de Dios, ser bueno, ser hombre de justicia, prudente y sabio que es, con exactitud, la función humana que desempeña el sacerdote.

Eso sí es sacerdotes, hombre de Dios dedicado al mismo Creador y a sus semejantes.

Además, ser sacerdote serlo sin límites en el tiempo o el espacio. Por eso dice el Santo Padre que “el sacerdocio no es una cosa para algunas horas, sino que se realiza precisamente en la vida pastoral, en sus sufrimientos y en sus debilidades, en sus tristezas y también en sus alegrías, naturalmente. Así nos convertimos cada vez más en sacerdotes en comunión con Cristo”. 

Y tal comunión provee, al sacerdote, de la misma para con el resto de la humanidad, hermana, también, del Hijo de Dios.

Y todo el comportamiento del sacerdote como hijo especial que dedica su tiempo a los demás, se asienta sobre una palabra que dice más de lo que significa: la obediencia.

Sin embargo, tal vocablo la deriva Benedicto XVI hacia otra que es el mejor ejemplo de lo que el sacerdote hace: “En lugar de la palabra ‘obediencia’, nosotros queremos como palabra clave antropológica la de ‘libertad’. Pero considerando desde cerca este problema, vemos que las dos cosas van juntas: la obediencia de Cristo es conformidad de su voluntad con la voluntad del Padre; es un llevar la voluntad humana a la voluntad divina, a la conformación de nuestra voluntad a la voluntad de Dios”. 

Es decir que lo que lleva a cabo lo hace y lleva a cabo de forma libre porque nadie lo coacciona a llevarlo a cabo. Es una libertad que parte del mismo corazón y que es expresión de reconocer y saber que el Espíritu Santo habita en él.

Y eso porque “En verdad, la obediencia a Dios, es decir, la conformidad, la verdad de nuestro ser, es la verdadera libertad, porque es la divinización. Jesús, llevando al hombre, el ser hombre, en sí y consigo, en la conformidad con Dios, en la perfecta obediencia, es decir, en la conformación perfecta entre las dos voluntades, nos ha redimido y la redención es siempre este proceso de llevar la voluntad humana a la comunión con la voluntad divina”. 

Por eso, no conviene confundir la libertad con la que el sacerdote actúa con ningún tipo de dominación ni control alguno de parte de sus superiores. Es libertad pura, alejada del la alienación que, en muchas ocasiones, le atribuyen los malsanos portadores del Mal.

Y es que ser sacerdote es, más que nada, ser especialmente elegido. Y los demás, siempre deudores de tal elección.

Eleuterio Fernández Guzmán

Publicado en Acción Digital

Alcanzar la vida eterna



Mt 25,31-46

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de Él todas las naciones, y Él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: ‘Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme’. Entonces los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?’. Y el Rey les dirá: ‘En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis’.

‘Entonces dirá también a los de su izquierda: ‘Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis’. Entonces dirán también éstos: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?’. Y él entonces les responderá: ‘En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo’. E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna’”.


COMENTARIO

Jesús entendía que considerarse hijo de Dios debía suponer llevar a la práctica la voluntad del Creador. Por lo tanto, no era entendible que al alguien dijera que era descendencia del Padre y luego, por ejemplo, no atendiese a quien necesitaba ayuda.

Jesús sabía que las personas que necesitaban determinado tipo de auxilio o ayuda debían ser auxiliadas o ayudadas. Además, tenía lo hecho a los demás como hecho a Él mismo porque consideraba que siendo todos hijos de Dios tenía como propio lo que le pasaba a su prójimo.

No podemos negar que lo que hacemos en esta tierra ha de tener consecuencias en la vida eterna. Así, hacer la voluntad de Dios ha de tener premio eterno y la vida eterna como destino. Al contrario, quien hacía lo que no debía, no podían esperar lo mismo.

JESÚS,  aunque ibas a morir por todos, no todos se van a salvar porque no todos aceptaron tu mensaje ni todos lo aceptan hoy día. A pesar de que lo que dices es claro y se entiende a la perfección, muchas personas no se acercan de ti y prefieren al mundo.




Eleuterio Fernández Guzmán


26 de febrero de 2012

Convertirse y creer en el Evangelio




Domingo I (B) de Cuaresma


Mc 1, 12-15

“En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto, y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Estaba entre los animales del campo y los ángeles le servían. Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: ‘El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva’”.

COMENTARIO

Jesús fue al desierto porque el Espíritu Santo le condujo. Como lugar de encuentro con Dios tuvo que enfrentarse a las conocidas tentaciones que, en número de tres, trataron de desviarlo del camino recto.

Jesús volvió del desierto. Apresaron a Juan, el Bautista, y creyó que había llegado el momento de dar el paso de llevar una vida pública en la que cumplir la misión para la que había sido enviado por Dios. Y comenzó su tiempo de predicación.

Jesús hace referencia a dos realidades muy importantes: el Reino de Dios ha llegado y es necesario convertirse. En primer lugar, la conversión se hace necesaria para creer en el Evangelio, en la Buena Noticia de la que el Mesías es el portador. Y luego, luego, la salvación eterna.



JESÚS,  pedías y pides conversión y creer en el Evangelio. Son dos condiciones espirituales que tenemos que cumplir los que nos decimos tus discípulos. Así te seguimos y estamos de acuerdo con la voluntad de Dios.



Eleuterio Fernández Guzmán