El tema de la educación sexual de los jóvenes que asisten a los centros educativos no es poco importante para un católico. Lo es porque es muy dado a manipulaciones y a imposiciones totalitarias desde el poder establecido sea cual sea tal poder y sea cual sea la ideología que lo sustente.
Algo así está sucediendo, por ejemplo, en España donde toda obligatoriedad a determinados conceptos o ideologías siniestras están procurando un adoctrinamiento que puede causar un daño irreversible en la vida de nuestros hijos y olvidando, por intereses ideológicos, la libertad de conciencia que tenemos cada ser humano por el hecho de ser hijos de Dios.
En estos casos, tan particulares y tan importantes, no podemos dejar de escuchar a aquellas personas que, conocedoras profesionalmente del tema pueden tener unas miras por encima de la que los padres tenemos.
Así, Ramón Novella, psicopedagogo, especialista en formación de padres e intervención psicopedagógica, profesor en la Facultad de Psicología de la Universidad Abat Oliba CEU y padre de cinco hijos a la pregunta de si considera adecuado que los niños y adolescentes reciban educación en la escuela, responde lo siguiente:
“El problema de fondo está las intenciones y en la manera en cómo se han hecho las cosas”.
“El primer criterio importante –añade- es que la educación sexual es una responsabilidad de las familias, y de nadie más. En todo caso, las familias deciden qué tipo de escuela corresponde mejor con su criterio para educar a sus hijos y puede colaborar mejor en la educación de sus hijos. En ese caso, la escuela puede colaborar en la educación sexual siempre y cuando responda al ideario que tiene y a planteamientos que las familias han escogido”.
“En el caso de la nueva Ley, la educación sexual está ligada a un planteamiento ideológico que muchos padres no comparten, y a la vez se pretende obligar a las escuelas a dar este tipo de educación que choca frontalmente sobre su visión del ser humano y su labor educativa”.
A esto añade que “se está imponiendo un modelo en un ámbito en el que debería haber libertad. Aparte que este planteamiento de educación sexual no favorece el desarrollo positivo de las personas y las convierte en seres infelices, eso sí completamente manipulables”.
Se refiere, cuando habla de “nueva ley” a la del aborto que entró en vigor hace unos meses (y que ahora pretende ser modificada por el Ejecutivo del Partido Popular pero no en cuanto a la educación sexual sino, en todo caso, en cuanto a matices puramente técnicos sin entrar en la esencia de la misma) y denota, lo dicho por el profesor, que existe, por parte de quien puede hacer que exista, una voluntad tergiversadora de la educación sexual y en el fondo una voluntad dirigista y, sobre todo, totalitaria.
En este tema juegan un papel muy importante una serie de conceptos sin los cuales todo lo que se haga será, siempre, a destiempo y descaradamente impositivo: derecho de los padres, ideario personal, visión del ser humano, etc.
No es poca cosa decir que se violenta el derecho de los padres a educar, en lo tocante a la sexualidad, a los hijos si se les impone en los centros educativos; que se violenta el derecho de los padres a llevar a cabo una aplicación directa del ideario personal que tengo por oportuno y que, a lo mejor, quieren transmitir a su descendencia y, por ultimo, se violenta la visión que tienen los padres del ser humano y de las relaciones que, entre los semejantes, se llevan a cabo cuando desde el sistema educativo se hace de su capa un sayo en este tipo de materias.
Así, los padres quedan, digamos, vacíos de competencias al respecto de los hijos porque han sido robadas mediante leyes y reglamentos por quien tiene el poder para hacer tal cosa e, incluso, mantenerla por sostenella y no enmendalla.
Por eso dice el profesor citado arriba que “se está imponiendo un modelo en un ámbito en el que debería haber libertad. Aparte que este planteamiento de educación sexual no favorece el desarrollo positivo de las personas y las convierte en seres infelices, eso sí completamente manipulables” , porque es, exactamente, lo que se está haciendo con el silencio, casi siempre cómplice, de muchas personas que, desde sus sillones oficiales dicen pertenecer a la parte conservadora de la sociedad demostrando que son, precisamente, lo contrario.
Pero ¿cuál es la razón por la cual los cristianos, aquí católicos, no podemos permitir que la educación sexual de nuestros hijos sea maltratada por ideologías siniestras que tratan de imponer la homosexualidad como conducta ordinaria, el uso de métodos anticonceptivos como algo a la orden ordinaria del día y cosas por el estilo?
Pues a eso nos responde obispo Jean Laffitte, secretario del Consejo Pontificio para la Familia cuando dice lo siguiente:
“A pesar de su crecimiento, sus sufrimientos, su envejecimiento hasta la muerte, y su descomposición orgánica, el cuerpo humano está destinado a resucitar. En una visión de fe, este dato ha sido acreditado por el acontecimiento histórico fundamental que ha sido la resurrección de Jesús de entre los muertos. Es sobre la base d este acontecimiento que el cristiano cree verdaderamente que habrá una resurrección de los muertos; un acontecimiento fundamental para él y para todos los hombres, que serán integrados a la fuerza del Resucitado.”
Aquí también aparecen conceptos que son muy importantes: cuerpo humano y resurrección.
Quizá no debería ser olvidado lo que, de tan obvio, da vergüenza ajena saber que se pretiere.
Eleuterio Fernández Guzmán