Mc 4, 35-41
Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal.
Mc 4, 35-41
Mc 4, 26-34
Mc 4, 21-25
Mc 16, 15-18
Mc 3, 31-35
Mt 4, 12-23
“12 Cuando oyó que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea.13 Y dejando
Nazará, vino a residir en Cafarnaúm junto al mar, en el término de Zabulón y
Neftalí; 14 para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: 15 =
¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán,
Galilea de los gentiles! = 16 = El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto
una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha
amanecido. = 17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: ‘Convertíos,
porque el Reino de los Cielos ha llegado.’ 18 Caminando por la ribera del mar
de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés,
echando la red en el mar, pues eran pescadores, 19 y les dice: ‘Venid conmigo,
y os haré pescadores de hombres.’ 20 Y ellos al instante, dejando las redes, le
siguieron. 21 Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de
Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo
arreglando sus redes; y los llamó. 22 Y ellos al instante, dejando la barca y a
su padre, le siguieron. 23 Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus
sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y
toda dolencia en el pueblo.”
COMENTARIO
No
podemos negar que el Hijo de Dios tenía algo más que idea de qué era lo que
debía hacer y, más que nada, de cuándo y cómo debía hacerlo. Y cuando supo que su
primo Juan iba a morir supo que había llegado el tan ansiado momento.
Lo
que hizo Jesucristo fue predicar. Sí, predicó acerca del Reino de Dios como
Buena Noticia. Pero también escogió a
los que le iban a seguir más de cerca como Maestro que era e iba a seguir siendo.
Lo
que nos dice este texto del Evangelio de San Mateo es que Jesucristo no sólo
predicaba sino que, además, sanaba de dolencias no sólo del alma sino también
del cuerpo. Y es que para eso había salido.
JESÚS, gracias por
saber cumplir con tu misión
Eleuterio Fernández Guzmán