4 de septiembre de 2021

Señor del sábado

Lc 6, 1-5



"1.Sucedió que cruzaba en sábado por unos sembrados; sus discípulos arrancaban y comían espigas desgranándolas con las manos. 2. Algunos de los fariseos dijeron: '¿Por qué hacéis lo que no es lícito en sábado?' 3.Y Jesús les respondió: '¿Ni siquiera habéis leído lo que hizo David, cuando sintió hambre él y los que le acompañaban, 4.cómo entró en la Casa de Dios, y tomando los panes de la presencia, que no es lícito comer sino sólo a los sacerdotes, comió él y dio a los que le acompañaban?' 5.Y les dijo: 'El Hijo del hombre es señor del sábado.'"



COMENTARIO

En no pocas ocasiones, aquellos que se creen y se sienten sabios tienen por conveniente afear la conducta del Hijo de Dios o de aquellos que lo acompañan. Y es que tienen por bueno su conocimiento de la ley y eso les hace tenerse por mejores que los demás.

Jesucristo, como suele pasar siempre, aprovecha la ocasión para decir mucho sin, apenas, decir mucho, muchas palabras. Y es que dice eso de que “El hijo del hombre es Señor del sábado”. Y ahí quedó la cosa.

Muy sabían aquellos que le preguntaron a Cristo lo que le preguntaron qué es lo que quería decir aquel Maestro de Nazaret diciendo aquello. Y es que quería decir que Él era el Mesías, el hijo del hombre. Y ya podemos imaginar que se rasgó más de una vestidura...


JESÚS, gracias por decir las cosas como deben ser dichas a pesar de muchos.


Eleuterio Fernández Guzmán

3 de septiembre de 2021

Odres y corazones

Lc 5, 33-39


"Los escribas y los fariseos dijeron a Jesús: 'Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben'”.

Jesús les contestó: '¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar'.

Les hizo además esta comparación: 'Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a éste no quedará bien en el vestido viejo. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más. El vino nuevo se pone en odres nuevos. Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: el añejo es mejor'”.


COMENTARIO

Es más que común que el Hijo de Dios utilice expresiones que todos conocen para predicar y que, así, se le entienda mejor. Eso lo hace muchas veces y a lo largo de la Sagrada Escritura lo podemos ver. Y eso es lo que hace ahora cuando necesita que comprendan los que le escuchan que lo que debió pasar… pues debió pasar.

El caso es que eso de los odres viejos y los odres nuevos y, por tanto, el vino viejo y el vino nuevo lo dice Jesucristo porque sabe muy bien que la doctrina santa que viene a traer al mundo no puede acogerse en un corazón dado a las cosas viejas de la fe. Por eso necesita que se cambie el corazón, el odre viejo, y se mude a uno nuevo, el odre nuevo pues, de tal manera, podrán recibir la Buena Noticia sin estropicios espirituales sino, al contrario, con gran provecho para quien eso haga.

Pues eso es lo que pasa hoy mismo con nosotros y ahora.



JESÚS, gracias por ser claro sobre lo que nos conviene.



Eleuterio Fernández Guzmán

2 de septiembre de 2021

Seguir a Cristo

Lc 5, 1-11


"En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y Él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: 'Navega mar adentro, y echen las redes'.

Simón le respondió: 'Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si Tú lo dices, echaré las redes'. Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.

Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: 'Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador'. El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón.

Pero Jesús dijo a Simón: 'No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres'.

Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron."



COMENTARIO

Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que aquellos que vivían en tiempos de la primera venida al mundo estaban necesitados de señales a la hora de creer en lo que alguien podía sostener. Y eso es lo que pasa con aquellos que, viendo lo que hacía Jesucristo, le siguen.

No es nada anormal sorprenderse cuando alguien dice que el pescado está en un sitio determinado y luego… ¡está ahí! Y eso sólo podía suponer que aquella persona, el Hijo de Dios, es capaz de ordenar a los peces que vayan a un sitio a morir.

Lo último que se nos dice aquí es muy importante: aquellos hombres lo dejaron todo y siguieron al Maestro de Nazaret. Y eso que aún no habían visto nada de lo que aún tenían que ver.



JESÚS, gracias por hacer lo que debías hacer para que todos vieran y entendieran.



Eleuterio Fernández Guzmán

1 de septiembre de 2021

La Buena Nueva del Reino


Lc 4, 38-44

"Al salir de la sinagoga, Jesús entró en la casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre, y le pidieron que hiciera algo por ella. Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y ésta desapareció. En seguida, ella se levantó y se puso a servirlos.

Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los llevaron, y Él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. De muchos salían demonios, gritando: '¡Tú eres el Hijo de Dios!' Pero Él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías.

Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto. La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos. Pero Él le dijo: 'También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado'”.


COMENTARIO

No nos extraña nada de nada que aquellos que contemplaban lo que hacía el Hijo de Dios quisiesen acercarse a Él lo más posible. Y es que ver curar a enfermos, digamos, uno detrás de otro, sólo puede causar admiración y saber, saberlo de verdad, que Quien eso hace sólo puede ser el Enviado de Dios, el Mesías. Y por eso había muchas personas que perseguían, literalmente, a Jesucristo y querían estar con Él.

El caso es que Jesucristo, para aquellos que aún puedan dudar, sabía más que bien que era el Hijo de Dios. Por eso dice que había venido al mundo para anunciar la Buena Noticia, que el Reino de Dios había, por fin, llegado.

Y había quien, en aquellos tiempos, aún tenían dudas...




JESÚS, gracias por haber traído, en ti, el Reino de Dios.



Eleuterio Fernández Guzmán

31 de agosto de 2021

La fama de Cristo

Lc 4, 31-37


"Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados. Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad.

En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza: '¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios'.

Pero Jesús lo increpó, diciendo: 'Cállate y sal de este hombre'. El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño. El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: '¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!'

Y su fama se extendía por todas partes en aquella región."


COMENTARIO

A lo mejor nos puede parecer algo normal que el Hijo de Dios tenga el poder, también, sobre los demonios. Queremos decir que sí, que lo tiene pero que, a lo mejor, podría parecernos cosa de poca importancia cuando, en realidad, supone mucho más de lo que podría parecer a primera vista. Y es que aquellos que veían lo que estaba pasando y la forma en la que aquel Maestro dominaba, nada más y nada menos, que a un demonio que tenía endemoniado a un ser humano… vamos, como que no nos extraña nada de nada que quedaran sorprendidos y más que sorprendidos.

Y lo mejor de todo es que el demonio sabía Quién era aquel que le estaba dominando y controlando de aquella manera: el Santo de Dios. Y eso debería haber aclarado muchas cosas y limpiado, también, muchos corazones.



JESÚS, gracias por ser Quien eres.




Eleuterio Fernández Guzmán

30 de agosto de 2021

A veces la verdad puede doler

Lc 4, 16-22.24-27.29-30

 

“En aquel tiempo, fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desarrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: ‘El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor.’

 

Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: ‘Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.’ Y añadió: ‘Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra.’

 

Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

 

 

COMENTARIO

 

Suponemos que los que estaban escuchando en la Sinagoga a Jesús lo hacían con agrado. Es decir, les estaba explicando la parte de las Sagradas Escrituras que le había tocado leer y, hasta ahí, todo les parecía bien. Sus palabras, seguramente dulces y acertadas debieron llegar al corazón. Y es que aquello de curar a los enfermos y dar la libertad a los cautivos, a ellos, les sonaba a la libertad frente al invasor romano.

 

Sin embargo, al parecer no le gustó para nada que les dijera que Él era el Ungido de Dios, el Mesías enviado por el Creador al mundo para que el mundo se salvase. Y no les debió gustar porque, además de aquellas palabras habían escuchado otras de parte de Jesucristo y no estaban para nada de acuerdo con ellas. Y así, simplemente, lo querían matar.

 

Nosotros sabemos que Dios es Bueno porque, de no serlo, es fácil imaginar el destino aciago de aquellos que pretendían, gran necedad aquella, matar a su hijo antes de tiempo…

 

 

JESÚS,  gracias por ser tan bueno con quienes no lo merecemos.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

29 de agosto de 2021

De dentro del corazón

Mt 7, 1-8.14-15.21-23

 

“1 Se reúnen junto a él los fariseos, así como algunos escribas venidos de Jerusalén.2 Y al ver que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas, 3 - es que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos,4 y al volver de la plaza, si no se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradición, como la  purificación de copas, jarros y bandejas -.5 Por ello, los fariseos y los escribas le preguntan: ‘¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?’ 6 El les dijo: ‘Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: = Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. = 7  = En vano me rinden culto,  ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres. = 8 Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres.’

14 Llamó otra vez a la gente y les dijo: ‘Oídme todos y entended.15 Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre.  

21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, 22 adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez.’”



COMENTARIO

Es verdad que había muchas personas en tiempos de la primera venida de Cristo al mundo que no lo querían para nada. Y ya sabemos que era porque decían o, al menos pensaban, que con aquella extraña doctrina que predicaba Jesucristo para nada estaba cumpliendo la Ley de Dios. Y, sin embargo, en cada una de las ocasiones en las que intentaban pillar a Cristo en un renuncio acababan señalados por ser, más bien, falsos o como sepulcros blanqueadas.

Lo mismo para ahora porque Jesucristo sabe muy bien que no es de fuera del hombre donde entre el pecado sino que el mismo acaba siempre saliendo del corazón del propio hijo de Dios. Y eso iba, claro, en contra de la, decían, necesaria purificación de ciertos alimentos. Y es que al Hijo de Dios le importaba más el alma que la comida...


JESÚS, gracias por dejar las cosas claras y darle importancia a lo que, verdaderamente, la tiene.



Eleuterio Fernández Guzmán