15 de abril de 2022

Esperando al Señor



Muchos creyeron,

otros para otro lado miraron

con miedo a ser descubiertos,

con miedo a ser atrapados.

Muchos todo lo vieron perdido,

había muerto su Maestro,

escarnecido, herido,

hechos girones su cuerpo.

Muchos se escondieron,

Apóstoles incluidos

pues eran ellos objetivo

de los matarifes de Cristo.

Muchos oraban

por todo aquello pasado,

incluida la Madre, María,

siempre acompañando.

Sábado de espera,

de corazones encogidos,

creyendo todo perdido,

todos menos María,

la Madre más apreciada

que tenía en su corazón

sembrada la esperanza. 


Eleuterio Fernández Guzmán

Santo Viernes, Viernes Santo

 




Día de Pasión,

muerte del Hijo 

para que los hijos se salven.

Muere, para vivir para siempre,

el corazón más tierno que nunca

ha pisado el mundo.

Día de Pasión, 

antesala del abismo 

y de la vuelta a las cosas,

pasados tres días,

como sabemos,

todo tendrá sentido.

Día de Pasión, 

Viernes Santo, 

Santo Viernes.

Amén


Eleuterio Fernández Guzmán



14 de abril de 2022

Estar y permanecer limpio

Jn 13, 1-15


Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura. Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: ‘¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?’. Jesús le respondió: ‘No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás’. ‘No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!’. Jesús le respondió: ‘Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte’. ‘Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!’. Jesús le dijo: ‘El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos’. Él sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: ‘No todos ustedes están limpios’. Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: ‘¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes’”. 

COMENTARIO

Es cierto y verdad que cuando el Hijo de Dios celebra aquella que es denominada la Última Cena muchas cosas iban a quedar reveladas. También es verdad que los allí presentes no acabaron de comprender muy bien lo que estaba pasando aunque luego, cuando llegó el momento de la Resurrección del Señor acabaron de formar aquel puzzle espiritual que tenían entre manos… por decirlo así.

Jesús les dejó entonces muchos mensajes. Allí mismo nació la Eucaristía y allí mismo les dijo al crucial para el comprender de sus discípulos: deben servir al prójimo lo mismo que Él les acababa de servir a ellos lavándoles los pies que es algo que estaba reservado a los servidores más humildes de la casa.

Es de reseñar también que Pedro supo reaccionar a tiempo al darse cuenta de que, de ninguna de las maneras quería dejar de tener que ver con su Maestro y Señor.


JESÚS, gracias por hacer y decir todo lo que, entonces, hiciste y dijiste.



Eleuterio Fernández Guzmán

13 de abril de 2022

Lo que debía ser

Mt 26, 14-25



Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: ‘¿Cuánto me darán si se lo entrego?’ Y resolvieron darle treinta monedas de plata. Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo.

El primer día de los Ácimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: ‘¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?’

Él respondió: ‘Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: ‘El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos’.

Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua.
Al atardecer, estaba a la mesa con los Doce y, mientras comían, Jesús les dijo: ‘Les aseguro que uno de ustedes me entregará’.


Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno: ‘¿Seré yo, Señor?’


Él respondió: ‘El que acaba de servirse de la misma fuente que Yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!’


Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó: ‘¿Seré yo, Maestro?’ ‘Tú lo has dicho’”, le respondió Jesús.”

COMENTARIO


Se acerca mi hora”. Con eso les dice el Hijo de Dios que había llegado el momento de entregar su vida por el mundo al que había venido a salvar. Sin embargo, es seguro que sus Apóstoles aún no comprendieran que eso era a lo que se refería.


Cuando en la Última Cena Jesucristo dice que alguno de ellos lo va a entregar, resulta curioso que ninguno sepa, salvo el hijo de la perdición, quién era tal persona. Y es que aún tenían el corazón velado para conocer eso…


Judas sí lo sabía. Y es que, como aquí mismo se dice, acuerda con los jefes espirituales entregarle a Jesús a cambio de unas monedas. Y Cristo también lo sabía; Cristo también lo sabía...



JESÚS, ¡cuánto sentimos que uno de los tuyos te traicionara!… como muchas veces nos pasa a nosotros mismos.



Eleuterio Fernández Guzmán

12 de abril de 2022

El Mal acecha

Jn 13, 21-33.36-38



Jesús, estando en la mesa con sus discípulos, se estremeció y manifestó claramente:

‘Les aseguro que uno de ustedes me entregará’.

Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería.
Uno de ellos -el discípulo al que Jesús amaba- estaba reclinado muy cerca de Jesús. Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: ‘Pregúntale a quién se refiere’. Él se reclinó sobre Jesús y le preguntó: ‘Señor, ¿quién es?’
Jesús le respondió: ‘Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato’.


Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: ‘Realiza pronto lo que tienes que hacer’.


Pero ninguno de los comensales comprendió por qué le decía esto. Como Judas estaba encargado de la bolsa común, algunos pensaban que Jesús quería decirle: ‘Compra lo que hace falta para la fiesta”, o bien que le mandaba dar algo a los pobres. Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era de noche.


Después que Judas salió, Jesús dijo:


‘Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en Él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto.


Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero Yo les digo ahora lo mismo que dije a los judíos: ‘A donde Yo voy, ustedes no pueden venir’.


Simón Pedro le dijo: ‘Señor, ¿a dónde vas?’


Jesús le respondió: ‘Adonde Yo voy, tú no puedes seguirme ahora, pero más adelante me seguirás’.


Pedro le preguntó: ‘¿Señor, por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti’.


Jesús le respondió: ‘¿Darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces’”.


COMENTARIO

En aquella Última Cena, el Hijo de Dios sabía muy bien lo que iba a suceder en pocas horas. Por eso, cuando Satanás entra en Judas, quien lo traicionó, supo que todo estaba cumplido y que lo escrito iba a ser hecho.

Los presentes, claro está, no comprendían nada de lo que estaba pasando porque aún tenían velado el entendimiento. Por eso Pedro manifiesta allí mismo su total entrega por Jesús, su Maestro.

Sin embargo, era claro que el Hijo de Dios, cuando le dice eso del gallo es que conocía muy bien la naturaleza humana y comprendía que Pedro, un poco más tarde quisiese guardar su vida...


JESÚS, gracias por amar tanto a Pedro.


Eleuterio Fernández Guzmán

11 de abril de 2022

El honor que merece Dios

Jn 12, 1-11

 

“1 Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. 2 Le dieron allí una cena. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. 3 Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume. 4 Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar: 5 ‘¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?’ 6 Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella. 7 Jesús dijo: ‘Déjala, que lo guarde para el día de mi sepultura. 8 Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí no siempre tendréis’. 9 Gran número de judíos supieron que Jesús estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. 10 Los sumos sacerdotes decidieron dar muerte también a Lázaro, 11 porque a causa de él muchos judíos se les iban y creían en Jesús. 12 Al día siguiente, al enterarse la numerosa muchedumbre que había llegado para la fiesta, de que Jesús se dirigía a Jerusalén.”

  

COMENTARIO

 

El primer día de la semana llamada Santa porque lo fue y lo es da comienzo con la urdimbre de la muerte del Hijo de Dios. Y es que había quien creía que las cosas no iban a irles demasiada bien si aquel hombre que enseñaba con verdadera autoridad y llamado Jesús continuaba con aquella predicación que tantos fieles judíos atraía.

 

El caso es que María amaba mucho a Jesús. Y, por agradecimiento a su labor como Maestro y porque quería hacerlo derramó aquel perfume tan caro y que tanto estimaba, al parecer en lo referido al dinero que costaba, aquel hombre, Judas, que era amante de lo que no era suyo.

 

De todas formas, mucho nos dice Jesucristo en este texto del Evangelio de San Juan. Y es que, en efecto, pobres siempre habrá pero el amor al Hijo de Dios ha de se 

 

 

JESÚS, gracias por hablar con una claridad tan santa.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

10 de abril de 2022

Pasión que es de Dios y, así, es nuestra

Lc 23, 1-49


Y levantándose todos ellos, le llevaron ante Pilato. Comenzaron a acusarle diciendo: ‘Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey.’ Pilato le preguntó: ‘¿Eres tú el Rey de los judíos?’ El le respondió: ‘Sí, tú lo dices.’ Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente: ‘Ningún delito encuentro en este hombre.’ Pero ellos insistían diciendo: ‘Solivianta al pueblo, enseñando por toda Judea, desde Galilea, donde comenzó, hasta aquí.’ Al oír esto, Pilato preguntó si aquel hombre era galileo. Y, al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que por aquellos días estaba también en Jerusalén. Cuando Herodes vio a Jesús se alegró mucho, pues hacía largo tiempo que deseaba verle, por las cosas que oía de él, y esperaba presenciar alguna señal que él hiciera. Le preguntó con mucha palabrería, pero él no respondió nada. Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándole con insistencia. Pero Herodes, con su guardia, después de despreciarle y burlarse de él, le puso un espléndido vestido y le remitió a Pilato. Aquel día Herodes y Pilato se hicieron amigos, pues antes estaban enemistados. Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo y les dijo: ‘Me habéis traído a este hombre como alborotador del pueblo, pero yo le he interrogado delante de vosotros y no he hallado en este hombre ninguno de los delitos de que le acusáis. Ni tampoco Herodes, porque nos lo ha remitido. Nada ha hecho, pues, que merezca la muerte. Así que le castigaré y le soltaré.’ Toda la muchedumbre se puso a gritar a una: ‘¡Fuera ése, suéltanos a Barrabás!’ Este había sido encarcelado por un motín que hubo en la ciudad y por asesinato. Pilato les habló de nuevo, intentando librar a Jesús, pero ellos seguían gritando: ‘¡Crucifícale, crucifícale!’ Por tercera vez les dijo: ‘Pero ¿qué mal ha hecho éste? No encuentro en él ningún delito que merezca la muerte; así que le castigaré y le soltaré.’ Pero ellos insistían pidiendo a grandes voces que fuera crucificado y sus gritos eran cada vez más fuertes. Pilato sentenció que se cumpliera su demanda. Soltó, pues, al que habían pedido, el que estaba en la cárcel por motín y asesinato, y a Jesús se lo entregó a su voluntad. Cuando le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevará detrás de Jesús. Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por él.

 

Jesús, volviéndose a ellas, dijo: ‘Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos. Porque llegarán días en que se dirá: ¡Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron! Entonces se pondrán a decir a los montes: ¡Caed sobre nosotros! Y a las colinas: ¡Cubridnos! Porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se hará?’ Llevaban además otros dos malhechores para ejecutarlos con él. Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: ‘Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.’ Se repartieron sus vestidos, echando a suertes. Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo: ‘A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido.’ También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre y le decían: ‘Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!’ Había encima de él una inscripción: ‘Este es el Rey de los judíos.’ Uno de los malhechores colgados le insultaba: ‘¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!’ Pero el otro le respondió diciendo: ‘¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho.’ Y decía: ‘Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino.’ Jesús le dijo: ‘Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.’ Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. El velo del Santuario se rasgó por medio y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: ‘Padre,’ en tus manos pongo mi espíritu y, dicho esto, expiró. Al ver el centurión lo sucedido, glorificaba a Dios diciendo: ‘Ciertamente este hombre era justo.’ Y todas las gentes que habían acudido a aquel espectáculo, al ver lo que pasaba, se volvieron golpeándose el pecho. Estaban a distancia, viendo estas cosas, todos sus conocidos y las mujeres que le habían seguido desde Galilea.”

 

COMENTARIO

 

Hoy es Domingo de Ramos y, por lo tanto, resulta que es algo extraño que se relate la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo que dura, como sabemos, y en esencia, desde después de la Última Cena hasta que muere el Hijo de Dios entregando su Espíritu a su Padre del Cielo. 

En realidad, todo el tiempo que transcurre entre hoy domingo, llamado de Ramos por los que mostraron aquellos que vieron la entrada en gloria de Jesucristo en la Ciudad Santa, y el viernes en el que muere en la Cruz, es un tiempo que lo es de gozo por lo que supone el mismo. Hay quien, en verdad, esto no lo comprender pues le falta la fe.

 

JESÚS,  gracias por saber soportar todo aquello que soportaste.


Eleuterio Fernández Guzmán