Muchos creyeron,
otros para otro lado miraron
con miedo a ser descubiertos,
con miedo a ser atrapados.
Muchos todo lo vieron perdido,
había muerto su Maestro,
escarnecido, herido,
hechos girones su cuerpo.
Muchos se escondieron,
Apóstoles incluidos
pues eran ellos objetivo
de los matarifes de Cristo.
Muchos oraban
por todo aquello pasado,
incluida la Madre, María,
siempre acompañando.
Sábado de espera,
de corazones encogidos,
creyendo todo perdido,
todos menos María,
la Madre más apreciada
que tenía en su corazón
sembrada la esperanza.
Eleuterio Fernández Guzmán
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