25 de abril de 2020

Proclamar la Buena Noticia

Mc 16, 15-20

"15 Y les dijo: 'Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. 16 El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. 17 Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, 18 agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.' 19 Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. 20 Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban."
COMENTARIO

El texto bíblico reservado para el día de hoy corresponde a lo que fue la Ascensión del Hijo de Dios a los cielos. Sin embargo, es bien cierto que siendo el día el que se dedica a recordar especialmente a San Marcos, viene, digamos, que ni pintado.
Lo que hace Jesucristo es algo parecido, pero confirmando lo hecho entonces, a lo que hizo cuando se apareció a los Apóstoles que estaban escondidos por miedo a los judíos: los envía al mundo a transmitir la Buena Noticia del Reino de Dios.
Jesucristo les da unas señales o, por decirlo de otra forma, unos poderes especiales que confirmarán, a quienes los escuchen y vean, que son enviados del Mesías. Y ellos, como se nos dice, hacen lo que les ha dicho que deben llevar a cabo el Hijo de Dios.

JESÚS, gracias por enviar a tus Apóstoles al mundo.

Eleuterio Fernández Guzmán

24 de abril de 2020

El hambre de pan y de espíritu


Jn 6, 1-15
"Después de esto, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, y mucha gente le seguía porque veían los signos que realizaba en los enfermos. Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos.
Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: '¿Dónde nos procuraremos panes para que coman éstos?' Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer. Felipe le contestó: 'Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco.' Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: 'Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?' Dijo Jesús: «Haced que se recueste la gente.' Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil. Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: 'Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda.' Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. Al ver la gente el signo que había realizado, decía: 'Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo.' Sabiendo Jesús que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él solo.'"

COMENTARIO

Este caso, este hecho milagroso, de la multiplicación de los panes y los peces, es síntoma más que claro de dónde estaban unos y donde estaba Otro. Y es que muestra muy bien lo que es anhelar el sustento y lo que es hacer lo propio con la vida eterna.
Aquellas miles de personas podemos imaginar que tenían hambre. Lo que no sabemos es si ellas confiaban en algo o, por el contrario, simplemente fueron imprudentes al no llevar comida tan lejos de sus casas.
El Hijo de Dios, sin embargo, tiene en cuenta las necesidades de su prójimo e, incluso sabiendo que muchos de los que allí están sólo van por lo que pueda pasar, les da de comer a todos. Pero el verdadero pan espiritual, a lo mejor, no supieron comerlo.


JESÚS, gracias por ser Bueno y por perdonar tantos errores.

Eleuterio Fernández Guzmán

23 de abril de 2020

Vida eterna

Jn 3, 31-36
"'El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo, da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que resiste al Hijo, no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él.'"

COMENTARIO

Era más que importante de lo que podía parecer que el Hijo de Dios anunciase al mundo, nada más y nada menos, que la salvación o, lo que es lo mismo, la ansiada vida eterna. Y es que desde hacía muchos siglos, el pueblo escogido por Dios sabía que, en un momento determinado, su Creador enviaría al mundo a su Ungido, al Mesías, para que el mundo se salvase.
En realidad, Jesucristo dice muchas veces y de muchas maneras que quien cree en Él, enviado de Dios, se salva y que quien no lo confiesa como Hijo de Dios y como Mesías no se salva. Es así de sencillo.


JESÚS, gracias por cumplir con tu misión.

Eleuterio Fernández Guzmán

22 de abril de 2020

Lo que vale la pena saber y hacer

Jn 3, 16-21

"Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios. Y el juicio está en que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios."

COMENTARIO

Lo que nos dice este texto del Evangelio de San Juan tiene todo que ver con nuestra salvación eterna y lo deberíamos tener más que en cuenta. En realidad, San Juan dice lo que otras muchas veces dice Jesucristo y, por eso mismo, no lo deberíamos olvidar.
En realidad, todo se centra en algo: Dios ha enviado a su Único Hijo engendrado y no creado al mundo para que el mundo se salve. Jesucristo hizo, en su primera venida al mundo, todo lo que pudo para que se comprendiese, primero, que se debía creer en Él y, luego, que todo lo que decía no lo decía porque tuviera ocurrencias o algo por el estilo sino porque era la misión que debía cumplir y venía al mundo de parte de Dios; que era Él Dios hecho hombre.
Por eso, todo el que se acerca a Jesucristo y lo acepta como Hijo de Dios, está salvado y quien no hace eso, no. Así de simple.

JESÚS, gracias por hacer lo que debías hacer

Eleuterio Fernández Guzmán

21 de abril de 2020

Creer para tener vida eterna


Jn 3, 7b-15

“’Tenéis que nacer de lo alto. 8 El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.’ 9 Respondió Nicodemo: ‘¿Cómo puede ser eso?’ 10 Jesús le respondió: ‘Tú eres maestro en Israel y ¿no sabes estas cosas? 11 ‘En verdad, en verdad te digo: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero  nosotros no aceptáis nuestro testimonio. 12 Si al deciros cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo vais a creer si os digo cosas del cielo? 13 Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. 14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que  ser levantado el Hijo del hombre, 15 para que todo el que crea tenga por él vida eterna.”

COMENTARIO

La conversación entre el Hijo de Dios y Nicodemo es más que sustanciosa. Y que en ella trata Jesucristo de temas muy importantes que, hoy día incluso, nunca se deberían olvidar por tener con una vida que va más allá de la que ahora vivimos, en las que nos movemos y existimos.

Nicodemo, muy a pesar de ser persona ilustrada del pueblo de Israel, y formado en las leyes de Dios y en su Sagrada Escritura, para no comprender lo que para Jesucristo es tan obvio. Aún no se le ha quitado el velo que tiene en los ojos y en el corazón.

Jesucristo, sin embargo, como sabe más que bien lo que debe ser aprendido, insiste en que conozca Nicodemo que sólo Él ha venido del Cielo de junto a Dios. Y que sólo quien cree en Él, enviado de Dios, alcanzará la vida eterna.



JESÚS,  gracias por poner negro sobre blanco la Verdad.

Eleuterio Fernández Guzmán

20 de abril de 2020

Volver a nacer de fuego y agua



Lunes, 20 de abril de 2020

Jn 3, 1-8

“1 Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío. 2 Fue éste donde Jesús de noche y le dijo: ‘Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar las señales que tú realizas si Dios no está con él.’ 3 Jesús le respondió: ‘En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios.’ 4 Dícele Nicodemo: ‘¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?’ 5 Respondió Jesús: ‘En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. 6 Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu. 7 No te asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de lo alto. 8 El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.’”

COMENTARIO

Nosotros sabemos, por este pasaje y por otros de la Sagrada Escritura propia del Nuevo Testamento, que Nicodemo era un discípulo de Cristo. Y que era, primero, muy especial, porque era magistrado pero, luego, que lo era en secreto porque, de haberse sabido que lo era había seguridad total y absoluta de que su vida habría corrido mucho peligro. Y quería saber, conocer bien la doctrina con la que estaba de acuerdo. Y pregunta porque no es capaz de comprender todo lo que le dice su Maestro.

Jesucristo, sin embargo, sabe que aquel hombre jugará un papel ciertamente importante en la vida del pueblo judío como testigo de su vida y testigo, además, privilegiado. Y procura que aprenda lo que de verdad importa. Y es que, para poder ser, de verdad, discípulo suyo hay que volver a nacer… al espíritu. Y eso a través del bautismo y del fuego del Espíritu Santo.


JESÚS,  gracias por explicar a Nicodemo lo que es tan difícil de comprender.

Eleuterio Fernández Guzmán

19 de abril de 2020

Señor mío y Dios mío




Jn 20, 19-31


“19 Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar  donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: ‘La paz con vosotros.’ 20  Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. 21 Jesús les dijo otra vez: ‘La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.’ 22 Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Recibid el Espíritu Santo. 23 A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.’ 24 Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: ‘Hemos visto al Señor.’ 25 Pero él les contestó: ‘Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.’ 26 Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: ‘La paz con vosotros.’ 27 Luego dice a Tomás: ‘Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.’ 28 Tomás le contestó: ‘Señor mío y Dios mío.’ 29 Dícele Jesús: ‘Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído’. 30 Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. 31       Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre”.


COMENTARIO

Es fácil comprender que los discípulos más allegados del Hijo de Dios, después de la muerte en la Cruz de su Maestro, tuvieran miedo. Y no era de extrañar porque eran conscientes de lo que podían hacer, con su poder, los que en el poder religioso judío estaban.

Había uno de ellos, Tomás, que, por lo que fuera, no estaba en el Cenáculo la primera vez que se les apareció, en cuerpo y alma, Jesucristo. Y, como humano y mundano, reaccionó de la forma esperada: no creía si no veía.

A Tomás le tenía reservada una sorpresa Jesucristo. Y es que, cuando le dice que ponga sus manos donde quería ponerlas, según dijo otro día, para creer que aquel hombre era su Maestro, sólo pudo exclamar la expresión tan conocida que reconocía que Aquel era, no sólo su Señor sino, también, su Dios.

JESÚS,  gracias por definir la fe de forma tan certera: creer sin ver.

Eleuterio Fernández Guzmán