2 de diciembre de 2017

Lo que no vale la pena

Lc 21, 34-36

“34 Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, 35 como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra.  36 Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre.”

COMENTARIO


No podemos negar, los discípulos de Cristo, que vivimos en el mundo. Es decir, Dios nos ha puesto aquí, en la Tierra, y eso debe valer para que sepamos que debemos procurar que las cosas cambien.

Es cierto que somos habitantes del mundo. Sin embargo, debemos procurar que las cosas mundanas no nos afecten más de la cuenta. Y el Hijo de Dios procura que nos demos cuenta de lo que, verdaderamente, importa.

Debemos velar. Es decir, debemos permanecer alerta a la llamada de Dios. Y eso supone, primero, orar para que eso pase cuando Dios quiera que pase. Pero, en segundo lugar, debemos procurar que no nos dominen las mundanidades.

JESÚS, ayúdanos a saber esperar la llamada del Padre Eterno.


Eleuterio Fernández Guzmán

1 de diciembre de 2017

La Palabra ni pasa ni caduca

Lc 21,29-33

En aquel tiempo, Jesús puso a sus discípulos esta comparación: ‘Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya echan brotes, al verlos, sabéis que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca. Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán’”.

COMENTARIO

Jesús sabía que, aquellos que le escuchaban, encontraban dificultades, algunas veces, en entender qué es lo que les quería decir. Les habla, por eso, en parábolas o haciendo comparaciones con cosas sencillas.

Jesús les pone el ejemplo de la higuera. Saben cuándo va a dar frutos porque tienen aprendido que así será porque Dios determinó, cuando la creó, que así fuera.

Todo, por otra parte, está escrito y, por eso mismo, sabrán que el Reino de Dios habrá llegado definitivamente cuando se produzcan los signos de los que ha hecho referencia. Es más, todo pasará menos la Palabra de Dios… que es eterna.


JESÚS, ayúdanos a esperar con perseverancia en la fe tu definitiva llegada.

Eleuterio Fernández Guzmán


30 de noviembre de 2017

Le siguieron




Mt 4, 18-22

“18 Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, 19 y les dice : 'Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres.' 20 Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron. 21 Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. 22 Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron.”.


COMENTARIO

El Hijo de Dios, en su labor de elección de aquellos que iban a ser sus discípulos más allegados, sus Apóstoles, camina por aquellos lugares que conocía. Y es que quería escoger a los que, pensaba, estaban preparados para recibir, en corazón tierno, la Palabra de Dios.

Aquellos dos hombres, los hijos de Zebedeo, eran pescadores. Y llevaban a cabo su labor en la seguridad de un trabajo asegurado. Digamos que su vida la tenían asegurada. Por eso cuando Jesús los llama, ellos debieron ver algo muy importante en su mirada y en sus palabras.

Jesús no les dice nada extraño. Bueno, algo de extrañeza había en aquello de que los iba a hacer pescadores de hombres. Pero ellos, a pesar de no acabar de entender aquello, lo dejan todo, “al instante” dice el texto bíblico, y le siguen. Lo dejan todo y le siguen.


JESÚS, ayúdanos a ser fieles seguidores tuyos.

Eleuterio Fernández Guzmán


29 de noviembre de 2017

El gozo de ser mártires de Cristo


Lc 21,12-19

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio. Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, y seréis odiados de todos por causa de mi nombre. Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas’”.

COMENTARIO

Lo que ha de venir… ya vino

Jesús sabía que la persecución hacia sus discípulos estaba asegurada. Por eso, entonces, los pone sobre aviso porque incluso sus propios familiares los iban a entregar.

El Espíritu Santo habla por nosotros

El Defensor nos iba a defender porque era obligación suya hacerlo. Por eso Jesús nos consuela al respecto de qué decir sobre aquello que es objeto de persecución. Y debemos confiar en su palabra.

La salvación eterna

Jesús pone el acento en una palabra clave: perseverancia. Con ella, con perseverar en la fe y en la confianza en Dios, ganaremos la vida eterna. Ni las persecuciones podrán, han de poder, con nuestro espíritu.


JESÚS, ayúdanos a tener siempre presentes las persecuciones.

Eleuterio Fernández Guzmán


28 de noviembre de 2017

Los que vienen en nombre de Cristo


Lc 21,5-11

En aquel tiempo, como dijeran algunos acerca del Templo que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: ‘Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida’. 

Le preguntaron: ‘Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?’. Él dijo: ‘Estad alerta, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy’ y ‘el tiempo está cerca’. No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato’. Entonces les dijo: ‘Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo
’”.


COMENTARIO

Estaba claro que aquel Maestro que había enseñado por los caminos y los pueblos, que se había cansado y hasta había llorado por sus amigos que sufrían, conocía lo que iba a suceder. Por eso profetiza acerca de lo que pasará, que acabará pasando, con el Templo de Jerusalén. Pero también habla de un final… final.

Pero muchos han de venir, habrán de venir, diciendo que son Jesucristo y que vienen al salvar al mundo. Pero cuando llegue el momento, terrible si lo pensamos, del fin del mundo, otras cosas, antes, han de pasar.

Jesús nos pone sobre el aviso de qué va a suceder cuando todo se transforme. Todo lo que dice se ha de cumplir, palabra por palabra, porque lo dice Quien ya ha visto que ha de suceder y no otra cosa pasará. Entonces muchos comprenderán que todo lo que dicho ha pasado según lo dijo Quien lo sabía.

JESÚS, ayúdanos a fiarnos de lo que nos dices porque eres la Verdad.

Eleuterio Fernández Guzmán


27 de noviembre de 2017

La importancia de lo pequeño hecho con fe


Lc 21, 1-4

“1 Alzando la mirada, vió a unos ricos que echaban sus donativos en el arca del Tesoro; 2 vio también a una viuda pobre que echaba allí dos moneditas, 3 y dijo: ‘De verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos. 4 Porque todos éstos han echado como donativo de lo que les sobraba, ésta en cambio ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto tenía para vivir.’”

COMENTARIO


No es nada extraño que Jesús, cuando iba al Templo de Jerusalén (o, imaginamos, que a cualquier otro) pasara tiempo mirando a las personas que acudían allí a orar y a dirigirse a Dios. Y es que era una buena manera de buscar algún tipo de enseñanza.

Las ofrendas eran muy tenidas en cuenta por la sociedad judía. Queremos decir que se admiraba, con toda seguridad, a quien mucho echaba en el arca del Tesoro. Pero había quien no podía echar mucho y, como en el caso de aquella viuda, poco podía ofrecer.

Sin embargo, las cosas no eran como podían parecer. Y es que había muchos que, por ser ricos, echaban aquello que les sobraba. Pero aquella viuda echó no lo que le sobraba sino lo que le había falta para comer. Y aquello era admirable para Jesús.

JESÚS,  ayúdanos a no ser rácanos en la fe.


Eleuterio Fernández Guzmán

26 de noviembre de 2017

Merecimientos nuestros

Mt 25, 31-46


Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa  las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.          Entonces dirá el Rey a los de su derecha: ‘Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme. ’Entonces los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te  dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?’ Y el Rey les dirá: En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.’ Entonces dirá también a los de su izquierda: ‘Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis.’ Entonces dirán también éstos: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?’ Y él entonces les responderá: ‘En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo.’ E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna”.

COMENTARIO

La verdad de Dios

No podemos decir que Jesús no se exprese con claridad acerca de nuestro destino eterno: nos corresponde a nosotros escoger entre lo bueno y lo malo, entre lo que nos proporcionará la vida eterna o la muerte eterna. Y muchas veces dice esto.

Lo que podemos hacer para merecer

Jesús pone ejemplos de qué podemos hacer para merecer ver el rostro de Dios y alcanzar la bienaventuranza. Se trata, sobre todo, de hacer el bien… al prójimo que, por ser hermano de Jesús, también lo es nuestro.


Lo que no debemos hacer

Podemos, de todas formas, hacer lo contrario a nuestros intereses espirituales y llevar una vida en la que el prójimo no sea nada para nosotros: no ayudar nada, no auxiliar nada, no pedir nada a Dios por nuestro prójimo…


JESÚS, ayúdanos a tener en cuenta a nuestro prójimo.

Eleuterio Fernández Guzmán