29 de octubre de 2022

Los eligió Cristo; fue Cristo quien escogió

Lc 6, 12-19


"Jesús se retiró a la montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios.

Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.

Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse sanar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban sanos; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos."

COMENTARIO

Cuando el Hijo de Dios se retira a la montaña nosotros pensamos que lo hace para estar, primero, más tranquilo pero, seguro, para estar más cerca de su Padre, Dios Todopoderoso. Y lo hace para orar o, lo que es lo mismo, para buscar respuesta a su pregunta de a quién ha de escoger para ser Apóstol suyo. 

Sabemos más que de sobra los nombres de aquellos hombres que escogió para que fueran, por decirlo así, discípulos privilegiados. Y le iban a acompañar, le acompañaron todos los años que estuvo predicando la Buena Noticia de que el Reino de Dios había sido implantado en el mundo. 

Sabía la gente que de Jesucristo salía una fuerza que, nada más y nada menos, sanaba a los enfermos. Y es que el poder de Dios era, claro, total sobre las enfermedades. Y desde entonces, que allí había alguien más que un Maestro...


JESÚS, gracias por haber sabido escoger a los Doce. 


Eleuterio Fernández Guzmán

27 de octubre de 2022

Un aviso más que cierto

Lc 13, 31-35


"Jesucristo según san Lucas.

En ese momento se acercaron algunos fariseos que le dijeron: 'Aléjate de aquí, porque Herodes quiere matarte'

El les respondió: 'Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado. Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén.

¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste! Por eso, a ustedes la casa les quedará vacía. Les aseguro que ya no me verán más, hasta que llegue el día en que digan: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!'" 

COMENTARIO

No podemos decir que esté mal que hubiera quien quisiera avisar al Hijo de Dios de que Herodes lo que quería matar. Y es que era un secreto a voces que eso era lo que algunos poderosos de Israel querían hacer con el Enviado de Dios al mundo. 

El caso es que Jesucristo siente mucho que hubiera mucho de entre su pueblo que no lo quisiera para nada. Tampoco se extraña de eso porque todo, además, estaba escrito y se debía cumplir palabra por palabra. 

En realidad, nosotros dudamos de que Cristo fuera un profeta porque los tales son, digamos, "tomados" por Dios para cumplir una misión y Cristo era Dios hecho hombre. Hablaba así para que le entendieran todos...

JESÚS,  gracias por cumplir, hasta las últimas consecuencias, tu misión. 

Eleuterio Fernández Guzmán

26 de octubre de 2022

Querer ser aquí los últimos


Lc 13, 22-30

"Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: 'Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?'

Él respondió: 'Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: 'Señor, ábrenos'. Y Él les responderá: 'No sé de dónde son ustedes'.

Entonces comenzarán a decir: 'Hemos comido y bebido contigo, y Tú enseñaste en nuestras plazas'. Pero Él les dirá: 'No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!

Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios.
Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos.'"

COMENTARIO

Querer saber cuántas almas van a salvarse no es una pretensión que podamos tildar de absurda. Y es que a todos los creyentes nos interesa saber eso aunque, es cierto esto, el Hijo de Dios, como suele ser habitual, no tiene el mismo pensamiento que nosotros.

Para Jesucristo, la salvación no es algo fácil o que se consiga sin cierto esfuerzo espiritual. Por eso habla de la puerta estrecha por la que debemos entrar y, por eso mismo, no recomienda la ancha aunque eso nos pueda parecer extraño. Y también que aquí, en el mundo, es mejor ser los últimos (entendiendo lo que esto significa, claro está...) que los primeros según ciertos sentidos del mundo...

El caso es que la puerta estrecha es la de la fe que se tiene de verdad, que se sacrifica por el prójimo y por la que sólo se pasa si, de verdad, se quiere pasar por ella sabiendo lo que eso supone. Y en eso, el Hijo de Dios lo tiene más que claro...


JESÚS,  gracias por decir las cosas como tienen que ser dichas. 

Eleuterio Fernández Guzmán 

25 de octubre de 2022

Una pequeñez más que importante

Lc 13, 18-21



"Jesús dijo:

'¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas'.

Dijo también: '¿Con qué podré comparar el Reino de Dios? Se parece a un poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa'”. 

COMENTARIO

Lo que nos dice el Hijo de Dios en este texto del Evangelio de San Lucas es para que comprendamos que las cosas de la fe, de la nuestra, son como son y que debemos comprender el sentido de las mismas. 

En realidad, Jesucristo nos dice que la fe que tenemos no es algo, así, como grandilocuente en un principio sino que tiene más que ver con la pequeñez que entra en el corazón pero que, poco a poco, va creciendo en el mismo y se adueña de nuestra vida y que eso es para nuestro bien.

Ciertamente es así pues ya sabemos que, poco a poco, nos va ganando el corazón Dios mismo.


JESÚS, gracias por darnos a entender el cómo de nuestra propia fe. 

Eleuterio Fernández Guzmán

23 de octubre de 2022

Saber cómo somos porque Dios lo sabe

Lc 18, 9-14




9 Dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola: 10 ‘Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. 11 El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: ‘¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. 12 Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias.’


13 En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!’ 14 Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.’”



COMENTARIO


Es cierto y verdad que esta parábola nos viene la mar de bien para darnos cuenta de que, en realidad, por mucho que podamos disimular, Dios siempre sabe lo que somos y cómo somos.


Tenemos dos formas de comportarnos: como el publicano o como el fariseo. Y en cada una de ellas se encuentra el quid de la cuestión de cómo somos. Y es que, por mucho que haya pasado el tiempo, tales actitudes pueden ser reales y de ahora mismo.


El Hijo de Dios lo dice con toda claridad y pone el punto donde debe ser puesto: debemos ser humildes o, de lo contrario, seremos humillados. Y no habla de aquí mismo sino de lo que sucederá después de nuestra muerte...



JESÚS, gracias por ponernos sobre la pista de cómo debemos ser.



Eleuterio Fernández Guzmán