Lc 8, 1-3
16 de septiembre de 2022
Aquellas maravillosas mujeres
15 de septiembre de 2022
María es Madre nuestra
Jn 19, 25-27
14 de septiembre de 2022
Lo que se ha de cumplir y ha de pasar
Lc 3, 13-17
13 de septiembre de 2022
Dios visitó a su pueblo
Lc 7, 11-17
12 de septiembre de 2022
La mucha fuerza de la fe
Lc 7,1-10
“En aquel tiempo, cuando
Jesús hubo acabado de dirigir todas estas palabras al pueblo, entró en
Cafarnaúm. Se encontraba mal y a punto de morir un siervo de un centurión, muy
querido de éste. Habiendo oído hablar de Jesús, envió donde Él unos ancianos de
los judíos, para rogarle que viniera y salvara a su siervo. Éstos, llegando
donde Jesús, le suplicaban insistentemente diciendo: ‘Merece que se lo concedas,
porque ama a nuestro pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga’.
Jesús iba con ellos y, estando ya no lejos de la casa, envió el centurión a
unos amigos a decirle: ‘Señor, no te molestes, porque no soy digno de que
entres bajo mi techo, por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu
encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado. Porque también yo, que
soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y
a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace’.
Al oír esto Jesús, quedó admirado de él, y volviéndose dijo a la muchedumbre
que le seguía: ‘Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande’.
Cuando los enviados volvieron a la casa, hallaron al siervo sano.”
COMENTARIO
A lo largo de su vida llamada pública,
Jesús se encuentra con muchas personas. Es decir, desde creyentes fieles
judíos, pasando por temerosos de Dios o, por fin, simples paganos de religión
no judía. El caso es que alguna vez muchos se llevan una sorpresa.
Aquel centurión quería mucho a su siervo.
Tal es así que no ve otra solución que acudir a aquel Maestro del que muy bien
había escuchado hablar. Seguramente sería, aquel hombre, un temeroso de Dios.
No le avergüenza, para nada, acudir a un judío.
Jesús sabe que aquel hombre ha confiado
la vida de su siervo a Cristo. Ha confiado totalmente en Quien dicen que puede
curarlo. Por eso, Jesús le hace el favor aquel y cuando el buen hombre llega a
su casa encuentra a su siervo curado. Otra cosa no podía esperar, ni él ni nadie,
de Cristo.
JESÚS, ayúdanos a tener la fe del centurión. Al menos esa.
Eleuterio Fernández Guzmán
11 de septiembre de 2022
Encontrar el Reino de Dios
Lc 15, 1-10
“1 Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle, 2 y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: ‘Este acoge a los pecadores y come con ellos’. 3 Entonces les dijo esta parábola. 4 ‘¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las 99 en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? 5 Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; 6 y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido.’ 7 Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por 99 justos que no tengan necesidad de conversión. 8 ‘O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? 9 Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido.’ 10 Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta’”