30 de julio de 2022

El Bautista


Mt 14,1-12

En aquel tiempo, se enteró el tetrarca Herodes de la fama de Jesús, y dijo a sus criados: ‘Ese es Juan el Bautista; él ha resucitado de entre los muertos, y por eso actúan en él fuerzas milagrosas’. 

Es que Herodes había prendido a Juan, le había encadenado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo. Porque Juan le decía: ‘No te es lícito tenerla’. Y aunque quería matarle, temió a la gente, porque le tenían por profeta. 

Mas llegado el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio de todos gustando tanto a Herodes, que éste le prometió bajo juramento darle lo que pidiese. Ella, instigada por su madre, ‘dame aquí, dijo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista’. Entristecióse el rey, pero, a causa del juramento y de los comensales, ordenó que se le diese, y envió a decapitar a Juan en la cárcel. Su cabeza fue traída en una bandeja y entregada a la muchacha, la cual se la llevó a su madre. Llegando después sus discípulos, recogieron el cadáver y lo sepultaron; y fueron a informar a Jesús.”

 

COMENTARIO

 

Aquel hombre, Herodes, debía tener un cacao mental muy grande al respecto de lo que era la resurrección. Y es que lo que está diciendo acerca de Jesús no es que haya resucitado sino que se habría reencarnado porque la resurrección supone ser la misma persona y era evidente que Cristo no era la misma persona que Juan el Bautista.

 

La muerte del primo de Jesús fue la propia de un héroe de la fe. Y es que Juan el Bautista había cumplido a la perfección con la misión que le había encomendado Dios. Y decir la verdad al poderoso era una de las características de aquel gran profeta, el último del Antiguo Testamento.

 

Podemos imaginar cómo quedaría el corazón de Jesús cuando supo el final que había tenido su primo Juan, el hijo de Zacarías e Isabel. Sin embargo, con eso supo que había llegado el momento de dar los pasos definitivos acerca de su ministerio.

 

JESÚS, ayúdanos a tener la confianza del Bautista.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

29 de julio de 2022

Confiar en el poder de Dios


Jn 11, 19-27

 

19 y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano. 20 Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa.  21 Dijo Marta a Jesús: 'Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. 22 Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.' 23 Le dice Jesús: 'Tu hermano resucitará.' 24 Le respondió Marta: 'Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.' 25 Jesús le respondió: 'Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá; 26 y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?' 27 Le dice ella: 'Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.'”

 

 

COMENTARIO

 

Que Marta y María estaban tristes por la muerte de su hermano Lázaro era cosa natural. Que también lo estuviera su amigo Jesús era lo más normal del mundo. Pero que pasara lo que iba a pasar en pocos minutos no lo era tanto pues era cosa de Dios.

 

Marta, aquella joven que había dicho, en una ocasión a Jesús que estaba algo enfadada por la actitud de María, su hermana, de no trabajar para escucharlo, tuvo que volver a escuchar a Jesús lo que era importante: confiar en su persona.

 

El Hijo de Dios lo dice con toda claridad: es la resurrección y quien confía en esto y cree en él tendrá la vida eterna. Por eso, aunque esto no conste en el texto traído hoy aquí, Lázaro volverá a la vida en cuanto se lo pida a Dios Quien es Dios hecho hombre.

 

JESÚS, ayúdanos a confiar siempre en Ti.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

28 de julio de 2022

Otro aviso sobre el Juicio Final


Mt 13,47-53

En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: ‘También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Habéis entendido todo esto?’ Dícenle: ‘Sí’. Y Él les dijo: ‘Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo’. Y sucedió que, cuando acabó Jesús estas parábolas, partió de allí.”

 

COMENTARIO

 

Empecemos por el final. Queremos decir que es muy importante que Jesús, una vez, digamos, había avisado de aquello que iba a suceder (no como posibilidad sino como realidad insoslayable) sabe que debe ir a otro lugar a predicar lo mismo. Todo aquel que lo conozca ha de saber, al menos, lo que puede escoger o no escoger.

 

¿A qué se refiere ahora? En realidad, se refiere a lo que siempre predica que es, además, lo que había sido objeto de predicación desde que empezó su vida pública: las consecuencias de la vida o, lo que es lo mismo, acceder o no a la vida eterna.

 

No cabe duda alguna de aquello a lo que se refiere el Hijo de Dios: habrá, entonces, cuando eso suceda, buenas acciones o malas acciones, buenos comportamientos o malos comportamientos. Es decir, la vida del creyente será tenida muy en cuenta a la hora de destinar nuestra alma a Cielo, al Infierno o al Purgatorio-Purificatorio.

 

JESÚS,  ayúdanos a ser de los buenos

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

27 de julio de 2022

Encontrar el tesoro de la fe


 

Mt 13,44-46

 

En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: ‘El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.

‘También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra’”.

 

COMENTARIO

 

Cualquiera diría que Jesús entendía que el Reino de Dios era algo que nadie podía tener, digamos, de ordinario. No. Lo que quiere decir el Hijo de Dios es que hay que hacer algún esfuerzo para alcanzar el definitivo Reino de Dios, el Cielo.

 

Cristo compara el Reino de los Cielos con dos cosas. Digamos que la referida al tesoro escondido tiene mucho que ver con quien encuentra el Reino sin buscarlo. Es decir, quien como san Pablo se encontró con Cristo cuando, precisamente, andaba persiguiendo a sus discípulos.

 

Sin embargo, hay quien sí busca el Reino de Dios. Tales creyentes quieren encontrar a Dios y hacen lo posible para dar con el Padre. Tales personas, cuando encuentran a Quien tanto había buscado, lo dejan todo, abandonan todo su pasado y van tras el Reino del Todopoderoso.

 

JESÚS,  ayúdanos a encontrar el definitivo Reino de Dios cumpliendo la santa voluntad del Padre.

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

26 de julio de 2022

Así será el fin del mundo


Mt 13,36-43

En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: Explícanos la parábola de la cizaña del campo’. Él respondió: ‘El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. 

‘De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga’”.

 

COMENTARIO

 

De las muchas que Jesús habla de lo que ha de pasar, en el porvenir de la humanidad, la que viene referida en este evangelio de San Mateo, es la más clara. No se anda con medias tintas ni nada por el estilo sino que lo dice todo con meridiana claridad.

 

Los apóstoles le preguntan por el significado de la parábola de la cizaña. Ellos, en realidad, no la han entendido porque no es poco cierto que no estaba muy formados intelectualmente. Pero el Hijo de Dios sabe eso y procura que aprendan y conozcan lo que es esencial.

 

Pero lo mejor viene luego. Habla Cristo de lo que será el fin del mundo. No habla en hipótesis o imaginativamente sino sobre lo que ha de pasar. Y, en verdad, según lo dice es mucho mejor no haber ocupado el papel de la cizaña.

 

JESÚS, ayúdanos a no ser cizaña sino trigo que da buen fruto.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

25 de julio de 2022

Servir

Mt 20,20-28

 

En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. Él le dijo: ‘¿Qué quieres?’. Dícele ella: ‘Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino’. Replicó Jesús: ‘No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?’. Dícenle: ‘Sí, podemos’. Díceles: ‘Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre’. 

 

Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. Mas Jesús los llamó y dijo: ‘Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos’”.

 

COMENTARIO

 

Muy a pesar de los deseos humanos e, incluso, muy a pesar de los deseos humanos de carácter espiritual, lo que Dios quiere de nosotros lo decide Quien nos ha creado. Por ejemplo, decidir quién se sienta a su derecha o a su izquierda.

 

De todas formas, bien nos dice Cristo que para estar ahí, a la derecha o a la izquierda de Dios (sea lo que sea que quiera decir eso) no basta con manifestar preferencia por tales lugares. Hay que hacer algo más que manifestar tal deseo.

 

Lo que el Hijo de Dios quiere decirnos es que hay seguir su ejemplo. Vino a servir y a no ser servido y en esto, en esto también, el discípulo no puede ser más que el Maestro. Si Él vino a ayudar al prójimo en tal sentido dicho el servicio… lo mismo debemos hacer sus discípulos.

 

JESÚS, ayúdanos a saber ser servidores.

 

Eleuterio Fernández Guzmán