25 de mayo de 2013

Ser como niños




Sábado VII del tiempo ordinario


Mc 10,13-16

En aquel tiempo, algunos presentaban a Jesús unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: ‘Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él’. Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos’”.

COMENTARIO

En el tiempo de Jesús, los niños (junto con las mujeres y las personas que tenían determinadas enfermedades) no eran muy tenidos en cuenta. Se les tenía como poco útiles para la sociedad y se les apartaba de las cosas importantes de la vida.

Jesús, sin embargo, sabía que los niños eran  más que importantes para la Buena Noticia y para el Reino de  Dios. Dice Jesús que de ellos es, precisamente, el Reino de Dios. Y eso debía querer decir más de lo que muchos de aquellos compañeros suyos entendían.

El Hijo de Dios sabe que los que le escuchan tienen mucho que cambiar en su corazón. Por ejemplo, la consideración de ser niños en la fe que reciben la creencia como lo mejor de sus vidas y que se entregan a los demás sin tener en consideración egoísmos era una de las realidades que tenían que mudar de forma rápida para encontrar, de verdad, el Reino de Dios.




JESÚS, quieres mucho a los niños y no permites que se les aleje como si no tuvieran importancia. Nosotros, sin embargo, no tenemos siempre el espíritu del niño que es el que Tú requieres para entrar en el definitivo Reino de Dios.





Eleuterio Fernández Guzmán

24 de mayo de 2013

La verdad de la Ley de Dios




Viernes VII del tiempo ordinario

Mc 10,1-12

“En aquel tiempo, Jesús, levantándose de allí, va a la región de Judea, y al otro lado del Jordán, y de nuevo vino la gente donde Él y, como acostumbraba, les enseñaba. Se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: ‘¿Puede el marido repudiar a la mujer?’. Él les respondió: ‘¿Qué os prescribió Moisés?’. Ellos le dijeron: ‘Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla’. Jesús les dijo: ‘Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto. Pero desde el comienzo de la creación, El los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre’.

Y ya en casa, los discípulos le volvían a preguntar sobre esto. Él les dijo: ‘Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio’”.

COMENTARIO

Era lógico que, incluso el pueblo elegido por Dios, hiciera de su capa un sayo con la Ley de Verdad del Creador. Por eso acomodaron sus preceptos, e inventaron otros, porque creían que estaban cumpliendo con la voluntad de Dios.

Jesús, lo había dicho siempre, no había venido a derogar la Ley de Dios para poner otra en su lugar sino, muy al contrario, a que se cumpliera a la perfección. Y el tema en cuestión que le planteaban venía como anillo al dedo.

Dice Jesús que lo que Dios una no lo puede separar el hombre pues el hombre había consentido separar a quien se había casado. Y lo había hecho, mediando Moisés, porque tenían el corazón de piedra y no habían aprendido a perdonar. Pero la Ley de Dios era otra, muy otra.


JESÚS,  aquellos que te preguntan buscan acomodo a sus comportamientos en la Ley de Dios. Sin embargo, como tantas veces haces, les muestras cuál ese la voluntad de tu Padre. Y tal voluntad, en demasiadas ocasiones, no la seguimos.









Eleuterio Fernández Guzmán

23 de mayo de 2013

Santa Misa







Lc 22, 14-20

“Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles; y les dijo: ‘Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer; porque os digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios.’ Y recibiendo una copa, dadas las gracias, dijo: ‘Tomad esto y repartidlo entre vosotros;  porque os digo que, a partir de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios.’ Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: ‘Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío.’ De igual modo, después de cenar, la copa, diciendo: ‘Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros’”.
        

COMENTARIO

Cuando llegó el momento de entregar su vida al Padre, Jesús celebra una cena muy especial. No sólo por ser la última que iba a celebrar con ellos antes de su muerte sino porque supuso una novación de la Pascua judía.

Jesús se refiere a su Cuerpo y a su Sangre. Lo hace porque quiere que a partir de tal momento trajeran a su realidad espiritual aquel momento. Se había celebrado la primera Santa Misa y, a partir de entonces, será el memorial de la entrega de Cristo por la salvación del mundo.

Jesús quería que todo lo que se hiciera en tal sentido se llevara a cabo porque era importante que el mundo supiera que la Buena Noticia había llegado cuando Él nació y que ahora, precisamente cuando iba a entregar su vida por todos para que muchos se salvaran, hicieran como Él había hecho.  


JESÚS, cuando celebraste la primera Santa Misa aquellos que te veían y escuchaban comprendieron que debían hacerlo para tener, siempre, presente al Mesías. Nosotros, en determinadas ocasiones, hacemos de menos a tan gran entrega.





Eleuterio Fernández Guzmán

22 de mayo de 2013

Estar, o no, con Cristo






Mc 9,38-40

En aquel tiempo,“Juan le dijo: ‘Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros.’ Pero Jesús dijo: ‘No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea  capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.’

COMENTARIO

Los apóstoles estaban muy seguros de la fe que tenían. Por eso les parecía extraño que alguien que no fuera alguno de ellos se atreviera, por ejemplo, a expulsar demonios como si hubieran estado enviados por el mismo Cristo a liberar del mal a los endemoniados.

Jesús, sin embargo, sabe que es muy importante que pase lo que está pasando. Él enseño a sus discípulos más cercanos pero no para que lo hicieran de forma egoísta sino para que comprendiesen que era crucial, para la extensión del Reino de Dios, que muchos hicieran lo mismo.

Jesús dice algo que es muy importante y que consiste en creer que hay que estar con el Hijo de Dios. No es imposible que muchos, que no conocieron directamente al Mesías, curaran en su nombre porque Él había dicho que había que pedir, precisamente, en su nombre para que Dios concediese lo que se pedía.

JESÚS,  muchos creen que tienen la exclusiva del Amor de Dios cuando, en realidad, el Padre a todos los ama y a todos nos otorga bienes y gracias. Por eso, es triste que, en demasiadas ocasiones nos mostremos tan egoístas como aquellos apóstoles.


Eleuterio Fernández Guzmán

21 de mayo de 2013

Ser el último para ser el primero en el Reino de Dios




Martes VII del tiempo ordinario

Mc 9,30-37

“En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos iban caminando por Galilea, pero Él no quería que se supiera. Iba enseñando a sus discípulos. Les decía: ‘El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres; le matarán y a los tres días de haber muerto resucitará’. Pero ellos no entendían lo que les decía y temían preguntarle.

Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntaba: ‘¿De qué discutíais por el camino?’. Ellos callaron, pues por el camino habían discutido entre sí quién era el mayor. Entonces se sentó, llamó a los Doce, y les dijo: ‘Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos’. Y tomando un niño, le puso en medio de ellos, le estrechó entre sus brazos y les dijo: ‘El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, no me recibe a mí sino a Aquel que me ha enviado’".

COMENTARIO

No ocultó nada Jesús a sus apóstoles durante el tiempo en el que les estuvo enseñando. Desde que los escogió, tras orar al Padre, sólo quiso que supiesen lo que Él sabía y que, así, pudiesen llevarlo al mundo.

Los apóstoles, sin embargo, iban a lo suyo. Actuaban como hombres, como seres humanos mundanos. Sólo les preocupaba ser el primero y, por eso no querían preguntar a Jesús porque sabían que tenía un sentido muy distinto al suyo sobre qué es ser el primero y qué el último.

Para ser el primero en el Reino de Dios no hay que ser poderoso ni querer serlo. Al contrario es la verdad: hay que ser, exactamente, el último. Y se es el último sirviendo a los demás y teniendo en cuenta que el servicio, la entrega a los demás, restaña mucho las heridas que produce el pecado.


JESÚS,  les enseñas a tus apóstoles que es muy bueno servir a los demás y querer ser como un niño. Y eso, justamente, lo que tantas veces olvidamos muchos de tus discípulos.





Eleuterio Fernández Guzmán

20 de mayo de 2013

Orar para conseguir el favor de Dios




Lunes VII del tiempo ordinario

Mc 9,14-29

“En aquel tiempo, Jesús bajó de la montaña y, al llegar donde los discípulos, vio a mucha gente que les rodeaba y a unos escribas que discutían con ellos. Toda la gente, al verle, quedó sorprendida y corrieron a saludarle. Él les preguntó: ‘¿De qué discutís con ellos?’. Uno de entre la gente le respondió: ‘Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo y, dondequiera que se apodera de él, le derriba, le hace echar espumarajos, rechinar de dientes y lo deja rígido. He dicho a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido’.

Él les responde: ‘¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? ¡Traédmelo!’. Y se lo trajeron. Apenas el espíritu vio a Jesús, agitó violentamente al muchacho y, cayendo en tierra, se revolcaba echando espumarajos. Entonces Él preguntó a su padre: ‘¿Cuánto tiempo hace que le viene sucediendo esto?’. Le dijo: ‘Desde niño. Y muchas veces le ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él; pero, si algo puedes, ayúdanos, compadécete de nosotros’. Jesús le dijo: ‘¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien cree!’. Al instante, gritó el padre del muchacho: ‘¡Creo, ayuda a mi poca fe!’.

Viendo Jesús que se agolpaba la gente, increpó al espíritu inmundo, diciéndole: ‘Espíritu sordo y mudo, yo te lo mando: sal de él y no entres más en él’. Y el espíritu salió dando gritos y agitándole con violencia. El muchacho quedó como muerto, hasta el punto de que muchos decían que había muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano, le levantó y él se puso en pie. Cuando Jesús entró en casa, le preguntaban en privado sus discípulos: ‘¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?’. Les dijo: ‘Esta clase con nada puede ser arrojada sino con la oración’”.


COMENTARIO

A Jesús se le acercaban muchos enfermos para que los curase o, incluso, eran otros los que le acercaban a los enfermos. Tenían confianza en la intervención divina y, por eso mismo, no dejaban de acercarle enfermos o endemoniados.

Los apóstoles de Jesús, se creían en la misma posibilidad de poder dominar demonios pero olvidaban algo que era muy importante: la oración profunda de quien cree y cree de verdad y profundamente. Es necesario creer y creer mucho para que Dios nos escuche.

Jesús, sin embargo, sabía que Dios le escuchaba y, aunque no tenía fe (porque era Dios mismo y no la necesitaba) invoca al Padre para que le ayude en aquella especial situación de expulsar a un demonio que posee el cuerpo de una persona.


JESÚS, tienes todo el poder dado por Dios. Por eso expulsas, y lo haces porque tienes confianza plena en el Todopoderoso. Eso  explica, seguramente, porqué nosotros no podemos hacer eso.



Eleuterio Fernández Guzmán

19 de mayo de 2013

Exhaló, sobre ellos, el Espíritu




 
Jn 20,19-23

“Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: ‘La paz con vosotros’. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: ‘La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío’. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos’”.

COMENTARIO


Jesús, tras su resurrección, tenía que continuar enseñando a los que había escogido de entre sus contemporáneos. Por eso se les aparece y acude donde estaban escondidos porque tenían mucho miedo a morir de muerte similar a la de su Maestro.

Jesús da muestras de que es Él. Mostrar sus manos y el costado supone certificar que, en efecto, aquel hombre que está ante ellos es el mismo del que tanto habían aprendido durante unos cuantos años.

Pero Jesús hace algo que es muy importante: les exhala el Espíritu Santo y, desde entonces, son enviados al mundo a transmitir la Buena Noticia. Además, les da posibilidad de perdonar pecados, no por ellos mismos sino por Cristo, y, también, de retener los que creyesen que debían ser retenidos.




JESÚS, te apareces a los tuyos porque tienen que seguir caminando por el mundo sabiendo quiénes son. Por eso es triste que nosotros, que te conocemos más que de sobra, no te escuchemos.




Eleuterio Fernández Guzmán