Lc 22,
14-20
“Cuando
llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles; y les dijo: ‘Con ansia he
deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer; porque os digo que ya
no la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios.’ Y
recibiendo una copa, dadas las gracias, dijo: ‘Tomad esto y repartidlo entre
vosotros; porque os digo que, a partir
de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que llegue el Reino de
Dios.’ Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: ‘Este
es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío.’ De
igual modo, después de cenar, la copa, diciendo: ‘Esta copa es la Nueva Alianza
en mi sangre, que es derramada por vosotros’”.
COMENTARIO
Cuando llegó el momento de entregar su
vida al Padre, Jesús celebra una cena muy especial. No sólo por ser la última
que iba a celebrar con ellos antes de su muerte sino porque supuso una novación
de la Pascua judía.
Jesús se refiere a su Cuerpo y a su
Sangre. Lo hace porque quiere que a partir de tal momento trajeran a su
realidad espiritual aquel momento. Se había celebrado la primera Santa Misa y,
a partir de entonces, será el memorial de la entrega de Cristo por la salvación
del mundo.
Jesús quería que todo lo que se hiciera
en tal sentido se llevara a cabo porque era importante que el mundo supiera que
la Buena Noticia había llegado cuando Él nació y que ahora, precisamente cuando
iba a entregar su vida por todos para que muchos se salvaran, hicieran como Él
había hecho.
JESÚS, cuando celebraste la primera Santa Misa aquellos que te
veían y escuchaban comprendieron que debían hacerlo para tener, siempre,
presente al Mesías. Nosotros, en determinadas ocasiones, hacemos de menos a tan
gran entrega.
Eleuterio Fernández Guzmán
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