20 de mayo de 2013

Orar para conseguir el favor de Dios




Lunes VII del tiempo ordinario

Mc 9,14-29

“En aquel tiempo, Jesús bajó de la montaña y, al llegar donde los discípulos, vio a mucha gente que les rodeaba y a unos escribas que discutían con ellos. Toda la gente, al verle, quedó sorprendida y corrieron a saludarle. Él les preguntó: ‘¿De qué discutís con ellos?’. Uno de entre la gente le respondió: ‘Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo y, dondequiera que se apodera de él, le derriba, le hace echar espumarajos, rechinar de dientes y lo deja rígido. He dicho a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido’.

Él les responde: ‘¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? ¡Traédmelo!’. Y se lo trajeron. Apenas el espíritu vio a Jesús, agitó violentamente al muchacho y, cayendo en tierra, se revolcaba echando espumarajos. Entonces Él preguntó a su padre: ‘¿Cuánto tiempo hace que le viene sucediendo esto?’. Le dijo: ‘Desde niño. Y muchas veces le ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él; pero, si algo puedes, ayúdanos, compadécete de nosotros’. Jesús le dijo: ‘¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien cree!’. Al instante, gritó el padre del muchacho: ‘¡Creo, ayuda a mi poca fe!’.

Viendo Jesús que se agolpaba la gente, increpó al espíritu inmundo, diciéndole: ‘Espíritu sordo y mudo, yo te lo mando: sal de él y no entres más en él’. Y el espíritu salió dando gritos y agitándole con violencia. El muchacho quedó como muerto, hasta el punto de que muchos decían que había muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano, le levantó y él se puso en pie. Cuando Jesús entró en casa, le preguntaban en privado sus discípulos: ‘¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?’. Les dijo: ‘Esta clase con nada puede ser arrojada sino con la oración’”.


COMENTARIO

A Jesús se le acercaban muchos enfermos para que los curase o, incluso, eran otros los que le acercaban a los enfermos. Tenían confianza en la intervención divina y, por eso mismo, no dejaban de acercarle enfermos o endemoniados.

Los apóstoles de Jesús, se creían en la misma posibilidad de poder dominar demonios pero olvidaban algo que era muy importante: la oración profunda de quien cree y cree de verdad y profundamente. Es necesario creer y creer mucho para que Dios nos escuche.

Jesús, sin embargo, sabía que Dios le escuchaba y, aunque no tenía fe (porque era Dios mismo y no la necesitaba) invoca al Padre para que le ayude en aquella especial situación de expulsar a un demonio que posee el cuerpo de una persona.


JESÚS, tienes todo el poder dado por Dios. Por eso expulsas, y lo haces porque tienes confianza plena en el Todopoderoso. Eso  explica, seguramente, porqué nosotros no podemos hacer eso.



Eleuterio Fernández Guzmán

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