4 de febrero de 2023

Cristo el Misericordioso

Mc 6, 30-34


"Al regresar de su misión, los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.

Él les dijo: Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco'. Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos.

Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato

COMENTARIO

No podemos negar que la fama espiritual del Hijo de Dios se había extendido por un territorio muy amplio. Y es que había muchos que lo buscaban para escucharlo y, seguramente, también para que los curara.

Jesucristo, sin embargo, quería descansar porque no debemos olvidar que era hombre y, como tal, también se cansaba. Y por eso quiere apartarse un poco con sus discípulos más allegados. 

De todas formas, la misión que debía cumplir no la dejó de cumplir nunca. Por eso se compadeció de los que creía, y era verdad, que estaban como ovejas sin pastor. 

JESÚS,  gracias por compadecerte de los que, de verdad, necesitaban Tu compasión.

Eleuterio Fernández Guzmán

3 de febrero de 2023

El confundido Herodes

Mc 6, 14-29


"En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó hablar de él. Unos decían:

-'Juan Bautista ha resucitado, y por eso los poderes actúan en él.'

Otros decían:

-'Es Elías.'

Otros:

-'Es un profeta como los antiguos.'

Herodes, al oírlo, decía:

-'Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado.'

Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel, encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano. Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto. La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven:

-'Pídeme lo que quieras, que te lo doy.'

Y le juró:

-'Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino.'

Ella salió a preguntarle a su madre:

-'¿Qué le pido?'

La madre le contestó:

-'La cabeza de Juan, el Bautista.'

Entró ella en seguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió:

-'Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista.'

El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. En seguida le mandó a un verdugo que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre. Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron."

COMENTARIO

Ciertamente, aquel hombre, Herodes, andaba un poco confundido respecto a la persona del Hijo de Dios. Y es que, su ansia de conocer lo que podía considerar extraordinario, le nublaba la vista.

Aquí, sin embargo, resulta crucial el conocimiento de cómo fue la muerte de Juan el Bautista. Y es que murió por la cerrazón de Herodes y por ser capaz de dejar de ser cobarde. 

El caso es que Hedores era un verdadero botarate en manos de cualquiera pero, sobre todo, de su necedad.

JESÚS, da las gracias a tu primo Juan por todo lo que hizo. 

Eleuterio Fernández Guzmán

2 de febrero de 2023

Es que era el Mesías

Mc 2, 22-32


"Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: 'Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.'

Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.

Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:

–'Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.'

COMENTARIO

Como no se podía esperar otra cosa, José y María cumplen con la ley y llevan al Hijo de Dios al Templo de Jerusalén. Era un precepto que se cumplía porque debía ser cumplido. 

Simeón, o Ana (aunque no aparezca aquí sabemos que también estaba allí) esperaban la salvación de Israel. Y aquel día supieron que aquel Niño que iba a ser presentado en el Templo era el Mesías.

Aquel hombre, ya anciano, que llevaba muchos años esperando aquel momento, para él, nada más tenia importancia. 


JESÚS, gracias por hacer tan feliz a Simeón.

Eleuterio Fernández Guzmán

1 de febrero de 2023

La falta de fe

Mc 6, 1-6


"Jesús se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: '¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?' Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo.

Por eso les dijo: 'Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa'. Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de sanar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. Y Él se asombraba de su falta de fe.

Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente."

COMENTARIO 

Lo mismo que pasaba cuando alguien se presentaba ante el Hijo de Dios y manifestaba que tenía confianza en su persona y, entonces, Jesucristo, llevaba a cabo una obra extraordinaria según fuera la naturaleza, ahora pasa pero al revés. 

El caso es que había muchos que, como podemos leer en este texto del Evangelio de San Marcos, no creían en el Hijo de Dios, sencillamente porque era uno de su pueblo... Y eso hizo que allí no pudiera hacer milagro alguno... por la falta de fe. 

De todas formas, no iba Jesucristo a abandonar la misión para la que había sido enviado. Y por eso continuó evangelizando por otras poblaciones. 

JESÚS, gracias por perseverar en tu misión.

Eleuterio Fernández Guzmán

31 de enero de 2023

Lo que puede la fe

Mc 5, 21-43


"Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y Él se quedó junto al mar. Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies, rogándole con insistencia: 'Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se sane y viva”. Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados.

Se encontraba allí una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias. Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor. Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: 'Con sólo tocar su manto quedaré sanada”. Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba sanada de su mal.
Jesús se dio cuenta enseguida de la fuerza que había salido de Él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: '¿Quién tocó mi manto?'

Sus discípulos le dijeron: '¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha tocado?

'Pero Él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido.

Entonces la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a sus pies y le confesó toda la verdad.
Jesús le dijo: 'Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda sanada de tu enfermedad'.

Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: 'Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?' Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: 'No temas, basta que creas'. Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago, fue a casa del jefe de la sinagoga.

Allí vio un gran alboroto, y gente que lloraba y gritaba. Al entrar, les dijo: '¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme'. Y se burlaban de Él.
Pero Jesús hizo salir a todos, y tomando consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que venían con Él, entró donde ella estaba. La tomó de la mano y le dijo: 'Talitá kum', que significa: '¡Niña, Yo te lo ordeno, levántate!' En seguida la niña, que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Ellos, entonces, se llenaron de asombro, y Él les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo sucedido. Después dijo que dieran de comer a la niña."

COMENTARIO

El caso de la mujer que tenía hemorragias y la de la hija de Jairo es el propio de aquellas personas que tenían confianza en la posibilidad de ser sanados por el Maestro de Nazaret. Y es que, como sucede en muchas ocasiones, cuando una persona muestra que sabe que aquel hombre que predicaba la Buena Noticia puede sanarla el resultado de tal confianza siempre es, claro, la sanación. Y es que el Hijo de Dios no podía hacer otra que eso para lo que había sido enviado. 

JESÚS, gracias por mostrar siempre tan buen corazón. 

Eleuterio Fernández Guzmán

30 de enero de 2023

El bien que no entiende en hombre

Mc 5,1-20

 

“En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos. Apenas saltó de la barca, vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo que moraba en los sepulcros y a quien nadie podía ya tenerle atado ni siquiera con cadenas, pues muchas veces le habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarle. Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, corrió y se postró ante Él y gritó con gran voz: “¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes”. Es que Él le había dicho: “Espíritu inmundo, sal de este hombre”. Y le preguntó: “¿Cuál es tu nombre?”. Le contesta: “Mi nombre es Legión, porque somos muchos”. Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región.

 

Había allí una gran piara de puercos que pacían al pie del monte; y le suplicaron: “Envíanos a los puercos para que entremos en ellos”. Y se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos, y la piara -unos dos mil- se arrojó al mar de lo alto del precipicio y se fueron ahogando en el mar. Los porqueros huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas; y salió la gente a ver qué era lo que había ocurrido. Llegan donde Jesús y ven al endemoniado, al que había tenido la Legión, sentado, vestido y en su sano juicio, y se llenaron de temor. Los que lo habían visto les contaron lo ocurrido al endemoniado y lo de los puercos. Entonces comenzaron a rogarle que se alejara de su término.

 

Y al subir a la barca, el que había estado endemoniado le pedía estar con Él. Pero no se lo concedió, sino que le dijo: “Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti”. Él se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él, y todos quedaban maravillados.

 

 

COMENTARIO

 

Sin duda, aquel hombre lo estaba pasando muy mal. Estaba, según nos dice el texto del Evangelio de San Marcos, gravemente endemoniado. Tenía muchos demonios. Por eso necesitaba el auxilio de Aquel a Quien los demonios temían: el Hijo de Dios.

 

Jesús echa a los demonios de aquel hombre. Sin embargo, a la ambición humana aquello, siendo tan maravilloso, parece no importarle nada. Y es que aquellos hombres no querían perder e negocio que hacían con los cerdos. Al parecer poco les importaba la vida de su prójimo endemoniado.

 

Aquel hombre, como es de esperar, está agradecido. Por eso quiere acompañar a Jesús. Pero el Maestro prefiere que diga lo que Dios ha hecho en su favor. Por eso no nos extraña nada que la fama de santidad de Jesucristo se extendiera por doquier.

 

 

JESÚS, ayúdanos a aceptar el auxilio de tu corazón.

 

 

 

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

29 de enero de 2023

Bienaventurados debemos ser

Mt 5, 1-12a

 

“1 Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. 2 Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:

 3 Bienaventurados los pobres de espíritu,  porque de ellos es el Reino de los Cielos.

4 Bienaventurados = los mansos =, porque = ellos poseerán en herencia la tierra. =

5 Bienaventurados los que lloran,  porque ellos serán consolados.

6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia,  porque ellos serán saciados.

7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

8 Bienaventurados los limpios de corazón,  porque ellos verán a Dios.

9 Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

10 Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,   porque de ellos es el Reino de los Cielos.

11 Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.

12 Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron  a los profetas anteriores a vosotros.”


COMENTARIO


Bien podemos decir que las Bienaventuranzas son un buen programa de vida espiritual para todo aquel que crea en el Hijo de Dios, que sepa que es el Enviado del Padre y que, en fin, vino al mundo para que el mundo se salvase.

Es lógico que de las Bienaventuranzas se haya dicho y escrito mucho porque cada una de ellas supone una forma de hacer, algo que debemos tener en cuenta en nuestra vida para que acuerde con la santísima Voluntad de Dios. 

El caso es que, de seguir las Bienaventuranzas al pie de la letra es seguro que allanamos nuestro camino al Cielo. Pero, eso, hay que seguirlas...

JESÚS, gracias por dejarnos claro qué es lo que debemos hacer.

Eleuterio Fernández Guzmán