Lc 5, 27-32
20 de febrero de 2021
Querer ser llamado por Cristo
19 de febrero de 2021
Cuando se llevaron al novio
Mc 9, 14-15
18 de febrero de 2021
Perder la vida por Cristo
17 de febrero de 2021
Lo que Dios quiere de nosotros
Mt 6, 1-6.16-18
16 de febrero de 2021
No entender a Cristo
Mc 8, 15-21
15 de febrero de 2021
No necesitamos signos
Mc 8, 11-13
“En aquel tiempo se acercaron a Jesús los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole una señal del cielo, con el fin de ponerle a prueba. Jesús suspiró profundamente y dijo: ‘¿Por qué esta generación pide una señal? Yo os aseguro: no se dará, a esta generación ninguna señal’. Y, dejándolos, se embarcó de nuevo, y se fue a la orilla opuesta.”
COMENTARIO
En
realidad, para los miembros del pueblo escogido por Dios, el judío, era muy
propio de su ser y de la forma cómo veían las cosas, que pidieran señales o, lo
que es lo mismo, pruebas cuando alguien afirmaba algo. Y eso es lo que pasa con
el Hijo de Dios.
Jesucristo
conocía más que bien a sus hermanos los hombres. Seguramente por eso n o se
enfada más de la cuenta sino que comprende muy bien lo que ellos piensan y
quieren.
De
todas formas, sabe el Hijo de Dios que, como dice, no debe dar señal alguna
porque eso sería como mostrarles que tenían razón cuando la pedía. Y se marcha
de allí pues era suficiente señal escuchar lo que predicaba y hacía.
JESÚS, gracias por
comprender lo que debías comprender.
Eleuterio Fernández Guzmán
14 de febrero de 2021
El poder y el Amor de Dios
Mc 1, 40-45
“40 Se le
acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: ‘Si quieres,
puedes limpiarme.’ 41 Compadecido de él,
extendió su mano, le tocó y le dijo: ‘Quiero; queda limpio.’ 42Y al instante,
le desapareció la lepra y quedó limpio.43 Le
despidió al instante prohibiéndole severamente: 44 ‘Mira, no digas nada a
nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda
que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio.’ 45 Pero él, así que se fue, se puso a
pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía
Jesús presentarse en público en ninguna
ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y
acudían a él de todas partes.”
COMENTARIO
Aquel hombre, leproso, no
debía pasarlo demasiado bien en aquel tiempo donde su enfermedad lo incapacitaba
para estar, incluso, dentro de recinto de una ciudad y debía ir vestido de
forma especial para que se supiese que lo era. Se debería sentir totalmente excluido.
El Hijo de Dios, que conoce
más que bien las necesidades profundas del ser humano, no puede hacer otra cosa
que curarlo pues no estaba en su naturaleza divina hacer otra cosa. Y responde
a aquel “si quieres” del leproso con “Quiero” que era la forma más directa de
manifestar que quien hacía eso no era un hombre cualquiera sino directamente
Dios hecho hombre.
Lo que resulta curioso es
que aquel hombre no hiciera caso, siquiera, a su curador sino que fuera proclamando
a los cuatro vientos que había sido curado y, seguro, Quién había sido su
benefactor. Faltaría más.
JESÚS, gracias por ser bueno y misericordioso.
Eleuterio Fernández Guzmán