Lc 8, 4-8.11-15
18 de septiembre de 2021
Salió el sembrador…
17 de septiembre de 2021
Aquellas mujeres
16 de septiembre de 2021
La fe mueve corazones
Lc 7, 36-38.41-50
15 de septiembre de 2021
Y nos la dio por Madre
Jn 19,25-27
14 de septiembre de 2021
Para que el mundo se salve
Jn 3, 13-17
13 de septiembre de 2021
La fe mueve corazones
Lc 7, 1-10
“Jesús entró en Cafarnaúm. Había allí un centurión que tenía un
sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho. Como había oído
hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a sanar
a su servidor. Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia,
diciéndole: ‘Él merece que le hagas este favor, porque ama a nuestra nación y
nos ha construido la sinagoga’. Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca
de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: ‘Señor, no te
molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me consideré
digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente
se sanará. Porque yo –que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo
soldados a mis órdenes– cuando digo a uno: ‘Ve’, él va; y a otro: ‘Ven’, él
viene; y cuando digo a mi sirviente: ‘¡Tienes que hacer esto!’, él lo hace”. Al
oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo
seguía, dijo: ‘Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe”’
Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente
completamente sano.”
COMENTARIO
El
caso de aquel centurión que pide, con toda humildad y fe, es síntoma de lo que
debe hacer un creyente y que no es otra cosa que creer. Y es que aquel hombre confiaba
en el Maestro de Nazaret y sólo podía esperar algo bueno de su ser y actuar.
Este
texto del Evangelio de San Lucas es un ejemplo de qué es lo que nosotros debemos
hacer. Y no se trata de algo que pudiera considerarse grandilocuente sino, al
contrario, bien sencillo: creer.
La
fe mueve el corazón del Hijo de Dios. Y lo mueve en beneficio de aquel que pide
intercediendo por su prójimo a quien, como aquí vemos, quería mucho. Y eso sólo
pudo derretir el corazón de Cristo.
JESÚS, gracias por ser bueno y misericordioso.
Eleuterio Fernández Guzmán
12 de septiembre de 2021
Saber quién es Cristo
Mc 8, 27-35
“27 Salió
Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el
camino hizo esta pregunta a sus
discípulos: ‘¿Quién dicen los hombres que soy yo?’ 28 Ellos le dijeron:
‘Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas.’
29 Y él les preguntaba: ‘Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?’’ Pedro le
contesta: ‘Tú eres el Cristo.’ 30 Y les mandó enérgicamente que a nadie
hablaran acerca de él. 31 Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía
sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los
escribas, ser matado y resucitar a los tres días. 32 Hablaba de esto
abiertamente. Tomándole aparte, Pedro, se puso a reprenderle. 33 Pero él,
volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole:
‘¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios,
sino los de los hombres.’ 34 Llamando a la gente a la vez que a sus discípulos,
les dijo: ‘Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.35 Porque quien
quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el
Evangelio, la salvará’”.
COMENTARIO
No
es nada extraño que cuando alguien nos dice que va a sufrir mucho por culpa de
otros intentemos que eso no sea así porque no comprendemos que pueda serlo Y
eso es lo que pasa con Pedro.
Pedro
no quiere el mal para el Hijo de Dios. Y
eso no es nada raro sino, humanamente, comprensible. Sin embargo, Jesucristo,
que conocía a la perfección la Voluntad de Su Padre, sabía que su discípulos hablaba
como hombre.
De
todas formas, bien lo dice Jesucristo: quien quiera salvar su vida, la eterna,
deberá perder la mundana. Sólo así es posible alcanzar la existencia que añora
todo hijo de Dios.
JESÚS, gracias por mostrarnos el camino hacia el Cielo.
Eleuterio Fernández Guzmán