3 de diciembre de 2021

Cuando se tiene fe

Mt 9, 27-31



27 Cuando Jesús se iba de allí, al pasar le siguieron dos ciegos gritando:’¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!’ 28 Y al llegar a casa, se le acercaron los ciegos, y Jesús les dice: ‘¿Creéis que puedo hacer eso?’ dícelen: ‘Sí, Señor’ 29 Entonces les tocó los ojos diciendo: ‘Hágase en vosotros según vuestra fe.’ 30 Y se abrieron sus ojos. Jesús les ordenó severamente: ‘Mirad que nadie lo sepa’ 31 Pero ellos, en cuanto salieron divulgaron su fama por toda aquella comarca.”


COMENTARIO


No podemos negar que aquellos dos ciegos lo estaban pasando muy mal. Y no es que su enfermedad no fuera ya suficiente sino que eso los apartaba de la sociedad al no poder desempeñar oficio alguno pues aquellos tiempos no son los de hoy donde, en este aspecto, muchas cosas han cambiado para bien de las personas que padecen ceguera. Pero ellos estaban más que mal.

Confiaban. A la pregunta que les hace el Hijo de Dios acerca de que si creían que si los podía curar ellos responde que sí. No tienen duda alguna y saben más que bien que sólo el Maestro de Nazaret puede hacer eso por ellos.

Como es de imagina, y ante una manifestación tan segura y cierta de creencia y de confianza en Jesucristo lo único que podía pasar… pasó. Los cura de la ceguera y ellos, como tampoco podía ser de otra forma, lo fueron diciendo allí por donde iban… ¿Quién no?



JESÚS, gracias por ser bueno y misericordioso.



Eleuterio Fernández Guzmán

2 de diciembre de 2021

Cumplir con la voluntad de Dios


Mt 7,21.24-27

 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina’”.

 

 

COMENTARIO

 

Es bien cierto que tanto en tiempos de Jesucristo como ahora mismo, aquellos que le seguían, sus discípulos, podían tener por buenas sus oraciones y sus invocaciones a Dios Padre. Sin embargo, como bien dice el Hijo de Dios eso no es suficiente pues hay que cumplir la voluntad del Todopoderoso.

 

Jesús abunda en ejemplos para que eso se entienda. Está la actitud de quien cree que hace las cosas bien y construye su espíritu sobre material poco resistente, con oraciones que creen llegar a Dios pero que, por ejemplo, están faltas de verdadera caridad. Tales personas no triunfarán en cuanto a su relación con Dios.

 

Hay, sin embargo, otra forma de actuar: hacer las cosas de acuerdo a la voluntad de Dios y construir nuestra vida sobre la Roca que es Cristo. Así añadiremos, al Señor, Señor, el cumplimiento de la voluntad del Creador.

 

 

JESÚS,  ayúdanos a construir sobre Ti.

 

Eleuterio Fernández Guzmán


1 de diciembre de 2021

Con el poder de Dios

Mt 15, 29-37


"Jesús llegó a orillas del mar de Galilea y, subiendo a la montaña, se sentó. Una gran multitud acudió a Él, llevando paralíticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a sus pies y Él los sanó. La multitud se admiraba al ver que los mudos hablaban, los inválidos quedaban sanos, los paralíticos caminaban y los ciegos recobraban la vista. Y todos glorificaban al Dios de Israel.

Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: 'Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque podrían desfallecer en el camino'.

Los discípulos le dijeron: '¿Y dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado bastante cantidad de pan para saciar a tanta gente?'

Jesús les dijo: '¿Cuántos panes tienen?'

Ellos respondieron: 'Siete y unos pocos pescados.

Él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo; después, tomó los panes y los pescados, dio gracias, los partió y los daba a los discípulos, y ellos los distribuían entre la multitud.

Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que sobraron llenaron siete canastas."


COMENTARIO

Ciertamente, como al parecer era necesario que el pueblo judío creyese en el Enviado de Dios mediando signos, en esta parte del Evangelio de San Mateo abundan los mismos. Y es que, a través de ellos, los que veían y escuchaban a Jesucristo creyeron en lo que decía y que no era otra cosa que el Reino de Dios había llegado al mundo.

Creemos que ver que hay mudos que hablan y que hay cojos que vuelven a andar (además de todo lo que aquí no sale pero que, sin duda, sucedió) debía ser muestra clara de que aquel hombre no era un hombre cualquiera sino que, en efecto, era el Enviado de Dios.

La multiplicación de los panes y los peces fue algo, de por sí, extraordinario, pero que algunos pretenden confundir con una especie de solidaridad entre los presentes pues, para tales personas, no fue Cristo quien hizo el milagro...




JESÚS, gracias por tanta bondad.



Eleuterio Fernández Guzmán

30 de noviembre de 2021

Y le siguieron

Mt 4, 18-22



18 Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando a red en el mar, pues eran pescadores, 19 y les dice: ‘Venid, conmigo, y os haré pescadores de hombres’. 20 Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron. 21 Caminando, adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. 22 Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron.”


COMENTARIO

Prontitud. Tal es la palabra que define muy bien la situación que se les plantea a estas dos parejas de hermanos pescadores. Y es que podemos imaginar que la atracción de parte del Hijo de Dios debía ser grande pues, de otra manera, no se entiende que pasara lo que pasó.

El caso es que los hermanos, todos ellos, seguramente también sabían que el pueblo judío esperaba un Mesías. Y es posible que Andrés, que con Juan había conocido a Jesús cuando estaban con Juan el Bautista, les hablara de aquel que les había robado el corazón.

Todos ellos supieron responder más que bien y rápido a la llamada que les hacía aquel hombre que recién empezada a predicar pero que debía desprender un no sé qué más propio de quien es capaz de atraer con la mirada.

JESÚS, gracias por haber llamado a tus Apóstoles.

29 de noviembre de 2021

Tener fe

Mt 8, 5-11

 

Al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un centurión, rogándole: “Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente”. Jesús le dijo: “Yo mismo iré a sanarlo”.
Pero el centurión respondió: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: “Ve”, él va, y a otro: “Ven”, él viene; y cuando digo a mi sirviente: “Tienes que hacer esto”, él lo hace”.


Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: “Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe. Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos”.

 

COMENTARIO

 

Con este texto del Evangelio de San Mateo queda claro que el Hijo de Dios tiene un concepto de la fe que muchas veces difiere del nuestro. Y es que sabía que no sólo los miembros del pueblo elegido por Dios, el judío, eran capaces de alcanzar el corazón de Dios.

 

Aquel soldado romano había llegado a entender la fe del pueblo que, se suponía, estaba dominando. Y en otro sitio se nos dice que le dicen a Cristo otros judíos que favorecieran al soldado porque en muchas cosas los había ayudado.

 

El Hijo de Dios, sin embargo, no procede como procede por las palabras de aquellos judíos que sí le hablaban sino por lo que manifiesta con las suyas el centurión. Y es que en ellas vio Cristo el ejemplo de quien confía y cree en el Enviado de Dios. Y por eso, sobre todo por eso, cura a su sirviente.

 

 

 

 

JESÚS,  gracias por ser verdaderamente misericordioso.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

28 de noviembre de 2021

Lo que ha de suceder… sucederá


Lc 21, 25-28. 34-36


“25 ‘Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, 26 muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas. 27 Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. 28 Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrar ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación.”

34 Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, 35 como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. 36 Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre.”



COMENTARIO


En cuanto puede y la ocasión lo permite, el Hijo de Dios habla de una forma que da bastante miedo y nos pone sobre la pista de qué es lo que va a pasar. Y es que, en realidad, sabe lo que va a pasar y a suceder y todo a su tiempo… en fin… que puede aleccionarnos acerca de eso. Y lo hace de una forma bastante clara que no puede llevar a engaño a nadie y nadie puede decir que no sea capaz de entender que las cosas son como van a ser y serán, exactamente, así.


También nos pide que estemos preparados. Y es que cuando eso suceda y, aún, sin saber cuando será, no podemos estar como si nuestro corazón no nos importara lo más mínimo y Cristo lo encuentre sucio y maltrecho.



JESÚS, gracias, de nuevo, por tus avisos.



Eleuterio Fernández Guzmán