Jn 11, 45.47-57
“45 Muchos de los judíos que habían venido a casa de
María, viendo lo que había hecho, creyeron en él. 47 Entonces los sumos
sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: ‘¿Qué hacemos? Porque
este hombre realiza muchas señales. 48 Si le dejamos que siga así, todos
creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra
nación.’ 49 Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les
dijo: ‘Vosotros no sabéis nada, 50 ni caéis en la cuenta que os conviene que
muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación.’ 51 Esto no lo dijo
por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó
que Jesús iba a morir por la nación 52 - y no sólo por la nación, sino también
para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.
53 Desde este día, decidieron darle muerte. 54 Por
eso Jesús no andaba ya en público entre los judíos, sino que se retiró de allí
a la región cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y allí residía
con sus discípulos. 55 Estaba cerca la Pascua de los judíos, y muchos del país
habían subido a Jerusalén, antes de la Pascua para purificarse. 56 Buscaban a
Jesús y se decían unos a otros estando en el Templo: ‘¿Qué os parece? ¿Que no
vendrá a la fiesta?’ 57 Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes
de que, si alguno sabía dónde estaba, lo notificara para detenerle.”
COMENTARIO
No
podemos negar que, después de unos años de predicación y milagros, había quien
no aceptaba nada de lo que hacía o decía aquel Maestro de Galilea. Por eso no
nos extrañada nada que quisieran terminar con su vida a como diera lugar y de
la forma que fuera.
Aquellos
taimados perseguidores de Jesucristo aprovechaban cada una de las ocasiones que
se les presentaba desprestigiarlo ante el pueblo bajo supuestas infracciones de
la ley establecida.
Jesucristo,
sin embargo, sabía muy bien lo que le iba a pasar y que era ineludible que fuera
a la Ciudad Santa para que todo lo que estaba escrito se llevara a cabo. Eso,
sin embargo y al parecer, no todos lo comprendían.
JESÚS, gracias por cumplir tu misión hasta las últimas
consecuencias.
Eleuterio Fernández Guzmán