30 de septiembre de 2017

Temer a la Verdad


Lc 9,43b-45

En aquel tiempo, estando todos maravillados por todas las cosas que Jesús hacía, dijo a sus discípulos: ‘Poned en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres’. Pero ellos no entendían lo que les decía; les estaba velado de modo que no lo comprendían y temían preguntarle acerca de este asunto”.


COMENTARIO

Dice este texto del evangelio de San Lucas que aquellos que veían a Jesús estaban maravillados de aquello que hacía. Todos aquellos estaban deslumbrados por el don de su palabra y por los hechos extraordinarios que llevaba a cabo.

Jesús, sin embargo, sabía que no toda iba a ser de color de rosa. Tendría que llegar el momento en el que su vida sería de poca importancia para muchos. Entregaría su vida y lo haría a manos de aquellos que tantos habían seguido. Tal era la verdad.

Aquellos que escuchaban lo que les decía acerca de su futuro tenían miedo. No entendían mucho de lo que les estaba diciendo y si, además, tenía que ser con su muerte… mucho menos. Temían a la verdad.






JESÚS, el miedo es algo natural en el hombre. Ayúdanos a no tenerlo cuando se refiera a Ti y a la Verdad.


Eleuterio Fernández Guzmán

29 de septiembre de 2017

Querer ser como Natanael

Jn 1, 47-51

“En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: ‘Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño’. Le dice Natanael: ‘¿De qué me conoces?’. Le respondió Jesús: ‘Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi’. Le respondió Natanael: ‘Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel’. Jesús le contestó: ‘«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores’. Y le añadió: ‘En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre’”.

COMENTARIO

No podemos negar que aquel hombre, Natanael, podía sentirse feliz porque el Maestro lo hubiera señalado de forma tan especial. Y es que, al parecer, ya lo conocía antes de que él mismo hubiera hablado con Él.

Natanael se sorprende. En realidad, no era para menos porque Jesucristo le dice que lo ha visto en un lugar donde, con toda seguridad, sólo estaba él. Y eso lo ve como manifestación de ser el Hijo de Dios.

Jesucristo que, en efecto, es el Hijo de Dios, sabe que eso no es nada. Es decir, que tanto Natanael como muchos otros han de ver, todavía, cosas extraordinarias que han de afirmar que, como decía aquel discípulo de Cristo, era Quien era.


JESÚS, ayúdanos a ser como Natanael: creyentes.

Eleuterio Fernández Guzmán


28 de septiembre de 2017

Querer conocer a Jesucristo

Lc 9,7-9

En aquel tiempo, se enteró el tetrarca Herodes de todo lo que pasaba, y estaba perplejo; porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, que Elías se había aparecido; y otros, que uno de los antiguos profetas había resucitado. Herodes dijo:’ Juan, le decapité yo. ¿Quién es, pues, éste de quien oigo tales cosas?’. Y buscaba verle”.


COMENTARIO

Es muy normal que el mundo se sorprenda de aquello que no entiende o que no quiere entender. El caso del mundano Herodes muestra lo que eso significa. No se entera de nada porque no cree, no tiene fe. Por eso mandó decapitar a Juan el Bautista.

Lo cierto es que hay gran desconcierto. Cuando la gente escucha a Jesús predicar no sabe, a ciencia cierta, quién es. Por eso el Hijo de Dios pregunta muchas veces, a sus apóstoles, que quién cree la gente que es.

Herodes, sin embargo, podía no estar perdido para siempre. Cuando sabe de Jesús quiere verle. Seguramente lo decía por curiosidad, por conocer de quien tanto bueno se decía. Podía, entonces, haberse convertido al conocer a Jesús de no haber sido por las circunstancias de aquel conocimiento…




JESÚS, los que no te conocen no pueden conocer a Dios. Por eso el mundo está tan perdido y alejado del Padre. Ayúdanos a tenerte siempre presente.


Eleuterio Fernández Guzmán


27 de septiembre de 2017

Caminar con Dios

Lc 9,1-6

En aquel tiempo, convocando Jesús a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Y les dijo: ‘No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno. Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí. En cuanto a los que no os reciban, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos’. Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes”.


COMENTARIO

Cuando Jesús escogió a los doce que iban a ser sus apóstoles debía hacer algo más. Por eso les dona una serie de gracias propias de Dios y del poder del Todopoderoso. Por eso pueden, a partir de tal momento, curar enfermedades.

Pero Jesús les conmina a actuar de una forma muy concreta. Así, por ejemplo, no deben querer bienes materiales de forma que puedan ser dominados por ellos. Dios ha de proveer todo para aquellos que envía y eso es más que suficiente.

Aquellos escogidos salen a los caminos, van a los pueblos y hacen todo lo posible para cumplir con la misión que Jesús les había encomendado. Transmite, así, la Buena Noticia de que el Reino había llegado a la Tierra y que Dios había enviado al Mesías para procurar la salvación del mundo.






JESÚS, cuando envías a tus discípulos les das instrucciones muy válidas para un discípulo tuyo. Ayúdanos a serlo con conciencia de que lo somos.

Eleuterio Fernández Guzmán


25 de septiembre de 2017

Lo que importa es cumplir la voluntad de Dios


Lc 8,19-21

En aquel tiempo, se presentaron la madre y los hermanos de Jesús donde Él estaba, pero no podían llegar hasta Él a causa de la gente. Le anunciaron: ’Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte’. Pero Él les respondió: ‘Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen’”.



COMENTARIO

No es nada extraño que cuando Jesús acudía a su pueblo, Nazaret, y estaba predicando en alguna casa, allí hubiera mucha gente. Y es que muchos querían escuchar a aquel vecino que se había hecho tan famoso.

Como era natural, la Madre del Hijo de Dios, y algunos de sus parientes, querrían hablar con Él. Y es que todo el tiempo debía estar predicando y, como sabemos, a veces no tenía tiempo ni para comer. Y van a buscarlo.

Los que no habían acabado de comprender el mensaje de Cristo lo llaman. Viene su familia. Pero Jesucristo, que lo tenía todo muy claro y sabía dónde estaba cada cosa, tenía que decirlo: su madre y sus hermanos de fe son aquellos que cumplen la voluntad de Dios. Por eso no es que desprecia a la Virgen María sino que, al contrario, la señala como quien ha hecho la voluntad del Padre antes que nadie.



JESÚS,  ayúdanos a cumplir la voluntad de Dios.


Eleuterio Fernández Guzmán


Dios todo lo sabe; nosotros no debemos ocultar nada



Lc 8, 16-18

“16 ‘Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de un lecho, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. 17 Pues nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no venga a ser conocido y descubierto. 18 Mirad, pues, cómo oís; porque al que tenga, se le dará; y al que no tenga, aun lo que crea tener se le quitará.’”

COMENTARIO

Lo que dice el Hijo de Dios y que recoge San Lucas en su Evangelio, tiene todo que ver con la que tenemos pero, sobre todo, con la que decimos tener. Y es que nos pone sobre la pista de qué es lo que, a tal respecto, debemos hacer y qué no debemos hacer.

Lo que no debemos hacer es ocultar nuestra fe como si nos diera vergüenza o tuviéramos miedo de mostrarla. Y es que luz, para que alumbre a quien la necesite, ha de ser puesta, digamos, a disposición de tal necesidad. Y muchos necesitan la fe aunque, a lo mejor, no lo sepan.

Pero hay algo más. Y es que dice algo enigmático sobre que se le quitará a quien no tenga… Ciertamente eso, dicho así, puede causar extrañeza. Sin embargo, deja de ser extraño si entendemos que se refiere a quien cree tener fe pero, en verdad, no la tiene por ser mera apariencia, tibieza o disimulo.

JESÚS,  ayúdanos a no ser tibios en nuestra fe.


Eleuterio Fernández Guzmán


24 de septiembre de 2017

Aceptar la voluntad de Dios



Mt 20-1-16

“1 ‘En efecto, el Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. 2 Habiéndose ajustado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. 3 Salió luego hacia la hora tercia y al ver a otros que estaban en la plaza parados, 4 les dijo: ‘Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo.’ 5 Y ellos fueron. Volvió a salir a la hora sexta y a la nona e hizo lo mismo. 6 Todavía salió a eso de la hora undécima y, al encontrar a otros que estaban allí, les dice: ‘¿Por qué estáis aquí todo el día parados?’ 7 Dícenle: ‘Es que nadie nos ha contratado.’ Díceles: ‘Id también vosotros a la viña.’
8 Al atardecer, dice el dueño de la viña a su administrador: ‘Llama a
los obreros y págales el jornal, empezando por los últimos hasta los primeros.’
9 Vinieron, pues, los de la hora undécima y cobraron un denario cada
uno. 10 Al venir los primeros pensaron que cobrarían más, pero ellos
también cobraron un denario cada uno. 11 Y al cobrarlo, murmuraban contra el propietario, 12 diciendo: ‘Estos últimos no han trabajado más que una hora, y les pagas como a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el calor.’ 13 Pero él contestó a uno de ellos: ‘Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No te ajustaste conmigo en un denario? 14 Pues toma lo tuyo y vete. Por mi parte, quiero dar a este último lo mismo que a ti. 15 ¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?’. 16 Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos.’”


COMENTARIO

La parábola que Jesucristo pone en los oídos y en el corazón tiene que ver con lo que, al fin y al cabo, supone aceptar la voluntad de Dios que es, no lo podemos negar, lo único que debería importar a un hijo suyo.

Aquellos hombres, los primeros que habían sido llamados, creían que tenían más derechos. Lo único que tenían eran más tiempo para cumplir con la voluntad de aquel que los había llamado.

Dios, al respecto  de sus hijos, llama a cada uno de ellos a edades diversas. Lo mismo que en esta parábola, al principio del día, de la vida ordinaria, a mitad o al final de la misma. Lo que importa no es cuándo se ha sido llamado sino la respuesta que se da a tal llamada.


JESÚS, ayúdanos a saber escuchar la llamada de Dios.


Eleuterio Fernández Guzmán