6 de octubre de 2012

Entender lo que dice Jesús



  
Sábado XXVI del tiempo ordinario

Lc 10, 17-24

”En aquel tiempo, regresaron alegres los setenta y dos, diciendo: ‘Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre’. Él les dijo: ‘Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad, os he dado el poder de pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del enemigo, y nada os podrá hacer daño; pero no os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos’.

En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: ‘Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar’”.

Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: ‘¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron’”.

COMENTARIO

Aquellos que envió Jesús para que llevaran la Palabra de Dios al mundo conocido regresan gozosos de haber realizado la misión para la que habían sido elegidos. Jesús sabe que ha sido Dios quien ha hecho aquello por haber revelado lo bueno a los más pequeños.

Jesús revela algo que es muy importante: no está allí para no hacer nada sino para cumplir la misión que Dios le ha hecho cumplir. Sólo Cristo conoce al Creador y, así, quien acepte a Cristo aceptará también a Dios.

Sabe Jesús que lo que está diciendo es de mucha importancia y por eso trata de hacerles entender que han de creer en lo que dice porque muchas generaciones han querido verlo y, queriendo de verdad, no han podido. Es una oportunidad que no podían perder.



JESÚS, los que vieron en el tiempo que tuviste una vida pública no alcanzaban a entender lo que les decías. Sin embargo, incluso ahora hay muchos de nosotros que no acabamos de llevar a nuestro corazón tus palabras.




Eleuterio Fernández Guzmán


5 de octubre de 2012

Rosario Santo

 






Cada mes de octubre nos trae a la memoria, por si acaso lo hubiéramos olvidado (que de todo habrá), una oración muy especial que tiene como causa el recuerdo de muchos pasajes de la vida de Jesucristo y de su Madre María.  

El Santo Rosario es un remedio espiritual, instrumento divino, muy bueno para, por ejemplo, evitar la tibieza en la que nos hayamos podido instalar por conveniencias particulares. Por eso en el mes de octubre cobra un valor aún más importante del que ya tiene.

En “El Secreto Admirable del Santísimo Rosario” dice, San Luis María Grignion de Montfort que los beneficios del Santo Rosario son, a saber, que:
1- Nos eleva gradualmente al perfecto conocimiento de Jesucristo.
2- Purifica nuestras almas del pecado.
3- Nos permite vencer a todos nuestros enemigos.
4- Nos facilita la práctica de las virtudes.
5- Nos abrasa en amor de Jesucristo.
6- Nos enriquece con gracias y meritos.
7- Nos proporciona con qué pagar todas nuestras deudas con Dios y con los hombres, y finalmente, nos consigue de Dios toda clase de gracias.
Por su parte, en sus apariciones en Fátima, al respecto del rezo del Santo Rosario, hizo ver la Madre de Dios lo siguiente:

Primera Aparición – 13 de mayo de 1917:

Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra.

Segunda Aparición – 13 de junio de 1917:

Quiero que vengáis aquí el día 13 del mes que viene y que recéis el Rosario todos los días.

Tercera Aparición – 13 de julio de 1917:

Quiero que vengáis aquí el día 13 del mes que viene, que continuéis rezando el Rosario todos los días a Nuestra Señora del Rosario para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra, porque sólo Ella puede obtenerlo.

Cuarta Aparición – 15 de agosto de 1917:

Quiero que continuéis yendo a Cova da Iria en los días 13 y que continuéis rezando el Rosario todos los días.

Quinta Aparición – 13 de septiembre de 1917:

Continuad rezando el Rosario para alcanzar el fin de la guerra.

Sexta Aparición – 13 de octubre de 1917:

Quiero decirte que hagan aquí una capilla en mi honor, que soy la Señora del Rosario, que continúen siempre rezando el Rosario todos los días.

Vemos, pues, que la Santísima Virgen María mostraba un gran interés por hacernos ver que el Santo Rosario es muy importante para la vida de un hijo de Dios y, así, de un hijo suyo.

Y, por su parte, San Pío de Pietrelcina, nos dice (en su Testamento Espiritual): “Este es mi testamento y mi herencia: ‘Amad a la Virgen y hacedla amar. Rezad siempre el Rosario’” porque entendió, a lo largo de su gozosa y sufriente vida, que acercarse de tal manera a Jesús y a María sólo podía tener buenas consecuencias espirituales.

También San Josemaría, en el prólogo de su “Santo Rosario” nos dice que “Como en otros días —¡Lepanto!—, ha de ser hoy el Rosario arma poderosa, para vencer a los enemigos de la Santa Iglesia Romana y de la Patria”.

Y es que, en realidad, saber que María está en cada oración que le dedicamos y que Jesús está en cada momento del rezo del Santo Rosario, deberían ser razones más que suficientes como para que nunca se nos cayese de las manos pero, sobre todo, del corazón.


Eleuterio Fernández Guzmán


Publicado en Análisis Digital

Estar a lo que Dios quiere




Viernes XXVI del tiempo ordinario

Lc 10,13-16

“En aquel tiempo, Jesús dijo: ‘¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido. Por eso, en el Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado’”.


COMENTARIO

Jesús sentía mucho que hubiera personas que no acabasen de entenderle y de que, al fin y al cabo, no le siguiesen. Como Hijo de Dios que era y Dios mismo hecho hombre conocía a la perfección que está preparado para quien rechaza, conscientemente y a sabiendas, al Creador.

El destino deparado para quien se opone a Dios de forma persistente y perseverante no es muy agradable. Como bien sabemos Dios es bueno pero también es justo. Así, dará a cada uno según haya hecho o creído y a todo el que tiene poca fe se le quitará hasta la poca fe que tenga porque no quiso tener más y mejor.

Rechazar a Cristo es rechazar a Dios. Por eso Jesús insiste tanto en que no se puede decidir no seguirle y que eso no tenga consecuencias para quien así actúa. Manifestar un parecer tan en contra de Dios sólo puede redundar en perjuicio de quien así hace y así se comporta.

JESÚS, por muy terrible que pueda parecernos, actuar contra Dios no admitiendo en nuestra vida su presencia y su ser tiene consecuencias muy negativas par nuestra vida eterna. Por eso extraña que, a pesar de conocer tal realidad, no sigamos sus mandatos.




Eleuterio Fernández Guzmán


4 de octubre de 2012

Recibir a Cristo en nuestro corazón




Jueves XXVI del tiempo ordinario

Lc 10,1-12


“En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: ‘La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.


‘En la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: ‘El Reino de Dios está cerca de vosotros’.


‘En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid: ‘Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero sabed, con todo, que el Reino de Dios está cerca’. Os digo que en aquel día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad’”.


COMENTARIO


Jesús envía a más discípulos suyos a evangelizar. No les pide que vayan haciendo alarde de riqueza material ni de ostentación. Sí les pide que tengan cuidado porque van a caminar entre personas que no aceptan, muchas, la doctrina del Maestro.


Jesús pide también que se ruegue para que Dios envíe trabajadores a su mies porque el trabajo es mucho y los obreros no tantos como deberían ser y como se necesitan.


El anuncio se ha de hacer a aquellos que, en verdad, quieren ser iluminados por la luz del Creador. A las personas que se manifiestan en contra nada se puede hacer por ellas porque ha ya sido juzgadas. Por eso recibir a Cristo era, y es, el mejor negocio espiritual que podemos hacer.



JESÚS, aquellos que no te querían, nada hacían para recibir a los tuyos. Es, eso, exactamente, lo mismo que nos pasa a los que, hoy día, no aceptamos a quien Dios envío para salvarnos.




Eleuterio Fernández Guzmán


3 de octubre de 2012

Octubre del Santo Rosario




A lo largo del año litúrgico hay periodos de tiempo, tomados por meses, que tienen una dedicación especial. Así, por ejemplo, el mes de junio está dedicado al Sagrado Corazón de Jesús o el mes de mayo lo está a la Virgen María.

Entre estos especiales momentos espirituales no podemos dejar de mencionar el que se dedica al Santo Rosario. En el mes de octubre traemos al recuerdo a María, Madre de Dios y, también, Madre nuestra, en relación muy cercana con la vida de su Hijo Jesús.

Misterios entre Madre e Hijo

En el rezo del Santo Rosario, a lo largo de sus Misterios, existen momentos de especial relación entre Jesús y María. En ellos, la Madre de Dios se manifiesta, en todo su amor, como ejemplo, de humildad, entrega y, sobre todo, perdón.

De gozo

El gozo de sentirse madre, desde que el Gabriel le comunicara a María que Dios se había fijado en ella, sólo lo supo aquella joven judía y, claro, Quien la había elegido.

Pero al anunciar tuvo que suceder un querer, un amar antes de ver que la criatura que llevaría en su seno iba a ver la luz del día como le había prometido aquel enviado de Dios.

Y, como fruto de aquel anuncio, camino de Aim Karem, donde su prima Isabel había quedado embarazada. La estéril, como la llamaban, había concebido por especial gracia de Dios porque en su seno llevaba, seis meses ya, al que sería último gran profeta del Antiguo Testamento, allanador del camino que lleva al Reino de Dios y bautista de su primo Jesús.

Pero María tenía que volver al origen. El Hijo de Dios tenía que ver la luz y, como pobre entre los pobres y humilde entre los humildes, sólo podía hacerlo en un lugar pobre y humilde pero lleno de la majestad que el Rey del mundo representaba y era. Así lo reconocerían aquellos que, desde oriente, vinieron a adorarlo.
Nacimiento entre hermanos del Hijo de Creador pues una estrella marcó el camino que nunca debemos olvidar: desde el pasado hasta la infinita eternidad del definitivo Reino de Dios.

Para eso nació Jesús... para hacer nuevas  todas las cosas.

Por eso, aquel anciano que esperaba ser consolado por Israel dijo lo que tenía que decir a María. Y ella guardó en su corazón lo bueno y lo malo: sería, su hijo, alguien a tener en cuenta; ella sufriría, con dolor de madre, el cumplimiento de la voluntad de Dios.

Y todo esto para bien del mundo... ¡Qué difícil debió resultar para una joven que presenta a su hijo en el Templo y lo espera todo de él!

No es de extrañar que tanto se enfadara María cuando Jesús los abandonó de camino a casa y se quedó en el Templo. Ella era la Madre de Dios pero era, sobre todo, madre. No le debió doler, seguramente, reprender a Jesús cuando lo encontraron hablando con aquellas personas tan sabias que en nada quedaban frente al Hijo de Dios, admiradas con la sabiduría que mostraba aquel joven de 12 años, edad crucial para un judío.

De luz

Por otra parte, no podemos olvidar que, como luz para el mundo, María ejerció el poder que tenía sobre Jesús. No iba a consentir que escaseara el vino en aquella boda.

Y Caná de Galilea fue el primer aviso de Quién era aquella persona que asistía, como invitado, a la fiesta de unión de los novios. Era la Madre de Dios y eso le daba el derecho de exigir una intervención del Hijo de Dios.

Y Él, como no podía ser de otra forma, no defrauda a quien consintió lo que Gabriel le dijera y a quien le había llevado en su seno, ya, en recuerdo que siempre se hace presente, para toda la eternidad.

De dolor

Y se cumplió lo que le había dicho Simeón. Espadas, no una sola,  atraviesan el corazón de María en los momentos de Pasión de Jesucristo que al recaer sobre su Hijo se transforma en una gran pena no exenta de esperanza en lo porvenir.

Gethsemaní... oración sangrienta: primera espada.

Flagelación como castigo inmerecido: segunda espada.

Coronación de espinas a Quien era Rey: tercera espada.

Camino del Calvario... la cruz acuestas: cuarta espada que se mitiga con el encuentro entre Madre e Hijo.
Crucifixión de Jesús: quinta espada.

Y luego, Cristo, en la última agonía, entrega a María a Juan, el discípulo amado y, así, a todos nosotros. Ahora, desde entonces, es, por eso mismo, madre, la Madre de todo hijo de Dios.

Y nosotros, desde aquel momento eterno recibimos, con gozo, el aliento de quien, desde el cielo al que se ascendió, se hace, siempre, Madre nuestra.

Por eso, el mes de octubre es, también, un mes dedicado especialmente a María porque nos permite saber que, a pesar de lo sufrido y vivido como amargo por aquella joven que lo fuera al concebir al Hijo de Dios, supo decir sí, con su Fiat, y ser, para siempre, un espejo de luz donde mirarnos y aprender lo que significa, al fin y al cabo, darse a Dios.


Eleuterio Fernández Guzmán

Publicado en Soto de la Marina

Seguir a Cristo



Lc 9, 57-62

“En aquel tiempo, mientras iban caminando, uno le dijo: ‘Te seguiré adondequiera que vayas’. Jesús le dijo: ‘Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza’. A otro dijo: ‘Sígueme’. El respondió: ‘Déjame ir primero a enterrar a mi padre’. Le respondió: ‘Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios’. También otro le dijo: ‘Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa’. Le dijo Jesús: ‘Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios’”.

COMENTARIO

Es muy fácil decir a alguien que se le quiere seguir y hacer según haga tal persona. Sin embargo, no es tan fácil según sea la persona a la que hay que seguir. Y tal es el caso de Jesús al que muchas personas querían y estaban dispuestas a dejarlo todo por Él.

Jesús sabe que no es sencillo hacer lo que muchos dicen que hay que hacer. Hace falta mucha fe y un espíritu fuerte para seguir a quien es Dios mismo hecho hombre. Tal es así porque es sabido que Dios goza con los hijos que cumplen su voluntad no siendo, ésta, siempre gustosa a nuestros intereses. 

Dejarlo todo. Eso dice Jesús que hay que hacer. Pero no dejarlo de forma imaginaria sino exactamente real. Dejar atrás la forma de ser egoísta y de corazón duro y mudar la primera por una que sea generosa y el segundo por un corazón de carne. Y eso, como bien sabía y sabe Jesús, no es siempre fácil. 

JESÚS, los que te querían seguir no sabían, al parecer, a qué se enfrentaban. No tenías nada material pero sí espiritual y eso no siempre es de nuestro agrado de personas mundanas. 

Eleuterio Fernández Guzmán

2 de octubre de 2012

Dios quiere misericordia





Martes XXVI del tiempo ordinario

Lc 9, 51-56

“Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, Él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: ‘Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?’. Pero volviéndose, les reprendió; y se fueron a otro pueblo."


COMENTARIO

Comportarse dejándose llevar por el odio y por la ira no es una forma muy adecuada si nos atenemos a la voluntad de Dios pues, siendo todo Él Misericordia no puede gustar que su semejanza actúa de otra forma y, menos aún, de una que sea tan contraria a lo que quiere.

Aquellos hombres, aún siendo apóstoles de Cristo, eran mundanos y tenían del mundo una imagen que distaba mucho de la que Dios quería para ellos. Por eso actúan de una forma tan airada y quieren lo peor para los que no quieren recibir al Maestro.

Jesús, sin embargo, sabe que eso no es lo que quiere Dios pues Él mismo es el Creador hecho hombre y tiene, claro, entrañas de misericordia. No puede querer el mal para nadie y, menos aún, para aquellos que aún no lo aceptan. Era mejor ir a otro lado donde fueran mejor recibidos.


JESÚS, es común en tu pensamiento que quieras lo mejor para todos y común, por desgracia, en el nuestro, que hagamos lo contrario.




Eleuterio Fernández Guzmán


1 de octubre de 2012

Saber lo que Dios quiere







Lunes XXVI del tiempo ordinario





Lc 9, 46-50

“En aquel tiempo, se suscitó una discusión entre los discípulos sobre quién de ellos sería el mayor. Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado, y les dijo: ‘El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor’.


Tomando Juan la palabra, dijo: ‘Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros’. Pero Jesús le dijo: ‘No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros, está por vosotros’”.


COMENTARIO

Era lógico que aquellos que seguían a Jesús quisieran saber quién iba a ser el primero de entre ellos. Pensaban como humanos y así actuaban. Pero estaban muy equivocados en su pensamiento.

Jesús sabía que para entrar en el definitivo Reino de Dios no hay que actuar como personas humanas que sólo tienen en su corazón lo mundano. Hay que tener en cuenta, en exclusiva, la voluntad de Dios y sus entrañas de misericordia y hacer, entonces, lo propio.

También sabía Jesús que si no se estaba en contra de Él se estaba a favor de lo que decía y lo que hacía. Por eso si alguien actuaba a favor del prójimo y en la remediación de los necesitados estaba haciendo lo que Dios quería que se debía hacer y no podía ser malo.


JESÚS, los que te siguen en muchas ocasiones sólo piensan en sus cosas de seres mundanos pero en pocas ocasiones tienen en cuenta lo que debería hacer según quiere Dios. Por eso nosotros mismos no actuamos, en demasiadas ocasiones, como deberíamos.




Eleuterio Fernández Guzmán

30 de septiembre de 2012

 







El rezo del Santo Rosario surgió en los monasterios, alrededor del año 800 a modo de Salterio de los laicos.

Desde aquel entonces han sido millones de creyentes los que han dedicado un gozoso tiempo a recordar la vida de Jesucristo y de su madre María porque el Santo Rosario es una oración sumamente importante para quien cree en Dios.

A este respecto, Benedicto XVI, el 19 de octubre de 2008 dejó dicho que “Para que nadie dude sobre lo aquí dicho, nada mejor que sea el Santo Padre quien diga lo que, al respecto, entiende sobre el Santo Rosario que “En realidad, esta cadenciosa repetición del 'Ave María’ no turba el silencio interior, sino que lo busca y alimenta. De la misma forma que sucede con los Salmos cuando se reza la Liturgia de las Horas, el silencio aflora a través de las palabras y las frases, no como un vacío, sino como una presencia de sentido último que trasciende las mismas palabras y junto a ellas habla al corazón. Así, recitando las Ave María es necesario poner atención para que nuestras voces no “cubran” la de Dios, que siempre habla a través del silencio, como “el susurro de una brisa ligera” (1 Re 19, 12). ¡Qué importante es entonces cuidar este silencio lleno de Dios, tanto en la recitación personal como en la comunitaria! También cuando es rezado, como hoy, por grandes asambleas y como hacéis cada día en este Santuario, es necesario que se perciba el Rosario como oración contemplativa, y esto no puede suceder si falta un clima de silencio interior”.

A esto añadió, en otra ocasión, que "El santo rosario no es una práctica piadosa del pasado, como oración de otros tiempos en los que se podría pensar con nostalgia. Al contrario, el rosario está experimentado una nueva primavera"; que "El rosario es uno de los signos más elocuentes del amor que las generaciones jóvenes sienten por Jesús y por su Madre, María"; que "En el mundo actual tan dispersivo, esta oración -el rosario- ayuda a poner a Cristo en el centro como hacía la Virgen, que meditaba en su corazón todo lo que se decía de su Hijo, y también lo que El hacía y decía".

También entiende el Santo Padre que "Cuando se reza el rosario, se reviven los momentos más importantes y significativos de la historia de la salvación; se recorren las diversas etapas de la misión de Cristo"; que "Con María, el corazón se orienta hacia el misterio de Jesús. Se pone a Cristo en el centro de nuestra vida, de nuestro tiempo, de nuestras ciudades, mediante la contemplación y la meditación de sus santos misterios de gozo, de luz, de dolor y de gloria"; que "Que María nos ayude a acoger en nosotros la gracia que procede de los misterios del rosario para que, a través de nosotros, pueda difundirse en la sociedad, a partir de las relaciones diarias, y purificarla de las numerosas fuerzas negativas, abriéndola a la novedad de Dios".

Pero, para que no haya dudas al respecto de lo que se puede alcanzar con el rezo del Santo Rosario dice que "Cuando se reza el rosario de modo auténtico, no mecánico o superficial sino profundo, trae paz y reconciliación. Encierra en sí la fuerza sanadora del Nombre Santísimo de Jesús, invocado con fe y con amor en el centro de cada Avemaría" y que "El rosario, cuando no es mecánica repetición de formas tradicionales, es una meditación bíblica que nos hace recorrer los acontecimientos de la vida de la Señor en compañía de la Santísima Virgen María, conservándolos, como Ella, en nuestro corazón".

Hay, sin embargo, un documento en el que se expresa la importancia del Santo Rosario y de donde podemos entresacar las gracias que contiene tal oración católica y a donde podemos dirigirnos en busca de la misma: la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae que el beato Juan Pablo II dio a la luz pública el 16 de octubre de 2002. Allí se dice, por ejemplo, que “El Rosario propone la meditación de los misterios de Cristo con un método característico, adecuado para favorecer su asimilación. Se trata del método basado en la repetición. Esto vale ante todo para el Ave María, que se repite diez veces en cada misterio. Si consideramos superficialmente esta repetición, se podría pensar que el Rosario es una práctica árida y aburrida. En cambio, se puede hacer otra consideración sobre el Rosario, si se toma como expresión del amor que no se cansa de dirigirse a la persona amada con manifestaciones que, incluso parecidas en su expresión, son siempre nuevas respecto al sentimiento que las inspira” (RVM 26).

Pero también dice que “si la repetición del Ave María se dirige directamente a María, el acto de amor, con Ella y por Ella, se dirige a Jesús. La repetición favorece el deseo de una configuración cada vez más plena con Cristo, verdadero 'programa' de la vida cristiana. San Pablo lo ha enunciado con palabras ardientes: ‘Para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia’ (Flp 1, 21). Y también: ‘No vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí’ (Ga 2, 20). El Rosario nos ayuda a crecer en esta configuración hasta la meta de la santidad” .

Añadió, además, como sabemos, a los Misterios ya conocidos, los luminosos centrados muy especialmente en la evangelización que Cristo vino a traer al mundo.

Por eso, cada cuenta del Santo Rosario, nos trae a la memoria el devenir de una Madre y todo lo que con su hijo tuvo que ver que es, no por casualidad sino por voluntad divina, es como la vida de cada uno de los creyentes que ponemos en tal oración nuestra propia vida, nuestra esencia como hijos de Dios y, sobre todo, la creencia firme y fiel en lo que es la Verdad.


Eleuterio Fernández Guzmán

Publicado en Acción Digital

Saber lo que nos conviene





Domingo XXVI (B) del tiempo ordinario

Mc 9,38-43.45.47-48


“En aquel tiempo, Juan le dijo: ‘Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros’. Pero Jesús dijo: ‘No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros. Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa.

‘Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar. Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga’”.

COMENTARIO

Jesús sabía perfectamente que entre los suyos aún no había prendido, del todo, la llama de la misericordia y el perdón. Se sentía con poder exclusivo de tener al Mesías y les molestaba, por eso, que otras personas quisieran defender tal fe.

Jesús entiende el verdadero sentido del pecado y lo que significa de cara a la vida eterna que, seguramente, todos aquellos que le seguían anhelaban. Y esto porque era probable que nadie hubiese caído en el hecho de actuar de forma que se incitase a pecar a otros.

Jesús sabe que aquello que nos sobra por ser causa o ser el mismo pecado tenemos que echarlo de nosotros. Sólo así se entra en el definitivo Reino de Dios, en la vida eterna, de forma correcta. No de otra forma.



JESÚS,  era difícil reconocer que, para entrar en la vida eterna, debemos prescindir de aquello que tanto nos gusta y con lo que, mundanamente, disfrutamos. Sin embargo, demasiadas veces no hacemos lo que debemos hacer.



Eleuterio Fernández Guzmán