Cada mes de octubre nos trae a la memoria, por si acaso lo hubiéramos
olvidado (que de todo habrá), una oración muy especial que tiene como
causa el recuerdo de muchos pasajes de la vida de Jesucristo y de su
Madre María.
El Santo Rosario es un remedio espiritual, instrumento divino, muy
bueno para, por ejemplo, evitar la tibieza en la que nos hayamos podido
instalar por conveniencias particulares. Por eso en el mes de octubre
cobra un valor aún más importante del que ya tiene.
En “El Secreto Admirable del Santísimo Rosario” dice, San Luis María
Grignion de Montfort que los beneficios del Santo Rosario son, a saber,
que:
1- Nos eleva gradualmente al perfecto conocimiento de Jesucristo.
2- Purifica nuestras almas del pecado.
3- Nos permite vencer a todos nuestros enemigos.
4- Nos facilita la práctica de las virtudes.
5- Nos abrasa en amor de Jesucristo.
6- Nos enriquece con gracias y meritos.
7- Nos proporciona con qué pagar todas nuestras deudas con Dios y con
los hombres, y finalmente, nos consigue de Dios toda clase de gracias.
Por su parte, en sus apariciones en Fátima, al respecto del rezo del Santo Rosario, hizo ver la Madre de Dios lo siguiente:
Primera Aparición – 13 de mayo de 1917:
Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra.
Segunda Aparición – 13 de junio de 1917:
Quiero que vengáis aquí el día 13 del mes que viene y que recéis el Rosario todos los días.
Tercera Aparición – 13 de julio de 1917:
Quiero que vengáis aquí el día 13 del mes que viene, que continuéis
rezando el Rosario todos los días a Nuestra Señora del Rosario para
obtener la paz del mundo y el fin de la guerra, porque sólo Ella puede
obtenerlo.
Cuarta Aparición – 15 de agosto de 1917:
Quiero que continuéis yendo a Cova da Iria en los días 13 y que continuéis rezando el Rosario todos los días.
Quinta Aparición – 13 de septiembre de 1917:
Continuad rezando el Rosario para alcanzar el fin de la guerra.
Sexta Aparición – 13 de octubre de 1917:
Quiero decirte que hagan aquí una capilla en mi honor, que soy la
Señora del Rosario, que continúen siempre rezando el Rosario todos los
días.
Vemos, pues, que la Santísima Virgen María mostraba un gran interés
por hacernos ver que el Santo Rosario es muy importante para la vida de
un hijo de Dios y, así, de un hijo suyo.
Y, por su parte, San Pío de Pietrelcina, nos dice (en su Testamento
Espiritual): “Este es mi testamento y mi herencia: ‘Amad a la Virgen y
hacedla amar. Rezad siempre el Rosario’” porque entendió, a lo largo de
su gozosa y sufriente vida, que acercarse de tal manera a Jesús y a
María sólo podía tener buenas consecuencias espirituales.
También San Josemaría, en el prólogo de su “Santo Rosario” nos dice
que “Como en otros días —¡Lepanto!—, ha de ser hoy el Rosario arma
poderosa, para vencer a los enemigos de la Santa Iglesia Romana y de la
Patria”.
Y es que, en realidad, saber que María está en cada oración que le
dedicamos y que Jesús está en cada momento del rezo del Santo Rosario,
deberían ser razones más que suficientes como para que nunca se nos
cayese de las manos pero, sobre todo, del corazón.
Eleuterio Fernández Guzmán
Publicado en Análisis Digital
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