9 de enero de 2021

No tener miedo

Mc 6, 45-52


"Inmediatamente obligó a sus discípulos a subir a la barca y a ir por delante hacia Betsaida, mientras él despedía a la gente. Después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar.
Al atardecer, estaba la barca en medio del mar y él, solo, en tierra. Viendo que ellos se fatigaban remando, pues el viento les era contrario, a eso de la cuarta vigilia de la noche viene hacia ellos caminando sobre el mar y quería pasarles de largo. Pero ellos, viéndole caminar sobre el mar, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar, pues todos le habían visto y estaban turbados. Pero él, al instante, les habló, diciéndoles: '¡Ánimo!, que soy yo, no temáis.' Subió entonces junto a ellos a la barca, y amainó el viento, y quedaron en su interior completamente estupefactos, pues no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba embotada."



COMENTARIO

No podemos dejar de reconocer que el episodio que el Evangelio de San Marcos recoge es más que especial. Y es que aquellos que ya llevaban tiempo siguiendo muy de cerca al Hijo de Dios, al parecer, comprendían poco lo que estaba pasando.

Ellos tienen miedo de ver a su Maestro que anda sobre las aguas. Sin embargo, al parecer les parecía normal que casi de la nada hubiera alimentado a miles de personas hacía bien poco.

Nos dice el texto bíblico que ellos tenían, por decirlo así, el pensamiento como tapado para que no acabaran de comprender lo que estaba pasando. Por eso tienen miedo de Aquel que tanto había hecho por ellos. Aún no ha llegado el momento de entenderlo todo...


JESÚSgracias por tranquilizar a tus discípulos.



Eleuterio Fernández Guzmán


8 de enero de 2021

Multiplicar con Amor

Mc 6, 34-44


"Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas. Era ya una hora muy avanzada cuando se le acercaron sus discípulos y le dijeron: 'El lugar está deshabitado y ya es hora avanzada. Despídelos para que vayan a las aldeas y pueblos del contorno a comprarse de comer.' Él les contestó: 'Dadles vosotros de comer.' Ellos le dicen: '¿Vamos nosotros a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?' Él les dice: '¿Cuántos panes tenéis? Id a ver.' Después de haberse cerciorado, le dicen: 'Cinco, y dos peces.' Entonces les mandó que se acomodaran todos por grupos sobre la verde hierba. Y se acomodaron por grupos de cien y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los fueran sirviendo. También repartió entre todos los dos peces. Comieron todos y se saciaron. Y recogieron las sobras, doce canastos llenos y también lo de los peces. Los que comieron los panes fueron cinco mil hombres."


COMENTARIO


El caso es que aquellas personas que seguían al Hijo de Dios, al parecer, ni siquiera pensaron que en algún momento tendrían que llevarse algo al estómago. Y es que habían escogido lo mejor que era escuchar a Cristo.

El Señor sabía, de todas formas, que el alimento del cuerpo también es necesario. Y le pide a sus Apóstoles que les den de comer pero ellos actúan como hombres y no como Dios haría.

Jesucristo, sin duda alguna, confiando en su Padre del Cielo, cumple con su misión de alimentar el alma pero también el cuerpo. Y ya podemos imaginar cómo se quedarían los Apóstoles...



JESÚS, gracias por cumplir con la Voluntad de Dios.


Eleuterio Fernández Guzmán

7 de enero de 2021

Y cumplió Cristo con su misión

 Mt 4, 12-17.23-25

 

12 Cuando oyó que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea. 13 Y dejando Nazará, vino a residir en Cafarnaúm junto al mar, en el término de Zabulón y Neftalí; 14 para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: 15 ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles! 16 El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha amanecido. 17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: «Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado». 23 Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. 24 Su fama llegó a toda Siria; y le trajeron todos los que se encontraban mal con enfermedades y sufrimientos diversos, endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los curó. 25 Y le siguió una gran muchedumbre de Galilea, Decápolis, Jerusalén y Judea, y del otro lado del Jordán.”

 

 

COMENTARIO

 

Jesucristo, que sabía más que bien que era el Mesías, sabe que, cuando llegue el momento oportuno, sabrá que debe dar comienzo su misión predicadora. Y llega cuando conoce que su primo Juan había sido apresado porque sabe que su futuro no puede ser muy alentador al haber caído en manos de un pecador. Y comienza a predicar la conversión porque es bien cierto que tiene conocimiento perfecto acerca de cómo se alcanza la salvación. Y tal es la Buena Nueva, la Buena Noticia que lleva al mundo conocido entonces. Y, por eso, no nos extraña nada de nada que hubiese un gran número de personas que, escuchando la voz y la palabra de quien enseñaba con autoridad, les prometía el Cielo a cambio de una conversión verdadera y no falsa.

 

  

JESÚS, gracias por predicar la conversión de los corazones.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

6 de enero de 2021

Se presentó al mundo

  

Mt 2,1-12

 

Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: ‘¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle». En oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: ‘En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: ‘Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel’’. 

Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, enviándolos a Belén, les dijo: ‘Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle’. 


Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el Niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al Niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino
”.

 

 

COMENTARIO

 

Aquellos hombres sabios que habían recorrido un gran trecho desde sus tierras hasta Belén habían ido tras una estrella. Pero Herodes quería saber algo más acerca de quién iba a nacer. En realidad no podía admitir otro rey más que él mismo.

 

Los Reyes Magos acuden al lugar donde la estrella les indica. Saben el lugar exacto donde ha nacido el niño porque han sido guiados por el Espíritu Santo. Y le llevan regalos como era costumbre en aquella época cuando alguien iba de visita a la casa de alguien.

 

Los tres regalos que le llevan son más que conocidos: oro, incienso y mirra. Cada uno de ellos tiene un significado que es más que conocido, también. Y la actitud de Herodes, tras darse cuenta de que no sabía, tiempo después, dónde había nacido aquel rey, también la conocemos…

 

 

JESÚS, ayúdanos a regalarte aquello que tenemos y que es nuestra vida misma.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

5 de enero de 2021

Conocer a Cristo, Quién es

Jn 1, 43-51

"Al día siguiente, Jesús quiso partir para Galilea y encuentra a Felipe. Y Jesús le dice: 'Sígueme.' Felipe era de Betsaida, de la ciudad de Andrés y Pedro.
Felipe encuentra a Natanael y le dice: 'Aquel de quien escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, el hijo de José, el de Nazaret.' Le respondió Natanael: '¿De Nazaret puede haber cosa buena?' Le dice Felipe: 'Ven y lo verás.' Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: 'Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.' Le dice Natanael: '¿De qué me conoces?' Le respondió Jesús: 'Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.' Le respondió Natanael: 'Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel.' Jesús le contestó: '¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.' Y le añadió: 'En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.'"


COMENTARIO


En aquel momento, según nos dice San Juan en su Evangelio, eran pocos los que había decidido seguir al Hijo de Dios. Y ellos, como no puede ser de otra forma, hacen su primer apostolado con aquellos que conocen.

Es cierto que Natanael no creyó, en un principio, del todo lo que le decía Felipe porque, al parecer, de Nazaret, que sería casi una aldea de Israel, no podía nacer nadie que fuera a ser importante. Sin embargo, el hombre propone y Dios dispone.

Jesucristo dice aquello a Natanael de que lo ha visto y, enseguida, cree. Y es que sólo con signos parecen creer aquellos contemporáneos del Hijo de Dios. Y, sin embargo, como bien dice Cristo, aún tendrán que ver cosas mucho mejores y más gozosas.


JESÚS, gracias por tener tanta paciencia con Natanael y con todos nosotros.


Eleuterio Fernández Guzmán

4 de enero de 2021

Dejan todo por Cristo

 

Jn 1, 35-42

 

En aquel tiempo, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: ‘He ahí el Cordero de Dios’. Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: ‘¿Qué buscáis?’. Ellos le respondieron: ‘Rabbí —que quiere decir, ‘Maestro’— ¿dónde vives?’. Les respondió: ‘Venid y lo veréis’. Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día. Era más o menos la hora décima. Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Éste se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: ‘Hemos encontrado al Mesías’ —que quiere decir, Cristo—. Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: ‘Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas’ —que quiere decir, ‘Piedra’.

 

COMENTARIO

 

Qué tendría Jesús que unos hombres, apenas conocerlo quieren seguirle… Jesús les pregunta que qué es lo que buscan. Les pregunta acerca de sus verdaderas necesidades. Y ellos contestan con la verdad: quieren saber dónde vive Él, el Maestro.

 

Empieza, Jesús, a escoger a los que le han de servir como apóstoles. Muy bien sabe uno de los jóvenes que lo siguió, el propio Juan autor de este evangelio, lo que hizo porque indica la hora exacta en la que sucedió aquello.

 

Andrés no puede callar aquello que ha escuchado. Sabe que ha visto al Mesías y se lo dice a su hermano Simón. Lo lleva donde Jesús y éste, porque sabe que será muy importante, le cambia el nombre.  Ya no será Simón sino Pedro, Piedra, porque sobre aquella Piedra iba a edificar su Iglesia.

 

 

JESÚS,  todos los que te conocen lo dejan todo por Ti. Ayúdanos a no ser como aquellos que no quieren escucharte ni tenerte en cuenta en sus vidas.

 

Eleuterio Fernández Guzmán


3 de enero de 2021

En el Principio… y luego

 

Jn 1, 1-18

 

1 En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. 2 Ella estaba en el principio con Dios.  3 Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. 4 En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, 5 y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. 6 Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. 7 Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. 8 No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. 9 La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. 10 En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no  la conoció. 11 Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. 12 Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; 13 la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. 14 Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. 15 Juan da testimonio de él y clama: ‘Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.’ 16 Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. 17 Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. 18 A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

   

COMENTARIO

 

Es verdaderamente importante este texto del Evangelio de San Juan. Y es que no podía comenzar mejor su obra el discípulo amado de Cristo porque lo hace, justamente, con el principio de todo, aquello que sucedió y, luego, lo que vino.

 

Esa todo demasiado importante: la Luz del mundo vino y el mundo no la recibió; hubo quien la anunció; a quien la recibía, y reciba, los convertía y convierte en hijos de Dios; y, para terminar, que seamos conscientes que sólo Cristo ha visto a Dios.

 

En el aquel Principio, cuando nada era… todo fue para que perviviese.

  

JESÚS,  gracias por estar allí, en aquel Principio.

 

Eleuterio Fernández Guzmán