21 de abril de 2018

Lo que importa de verdad

Jn 6, 60-69

"60 Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: 'Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?' 61 Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: '¿Esto os escandaliza? 62 ¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?... 63 El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. 64 Pero hay entre vosotros algunos que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. 65 Y decía: 'Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí si no se

lo concede el Padre.' 66 Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él. 67 Jesús dijo entonces a los Doce: '¿También vosotros queréis marcharos?' 68 Le respondió Simón Pedro: 'Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, 69 y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.'"

COMENTARIO

No se puede negar que cuando el Hijo de Dios habla para los que le quieren escuchar dice muchas que, bien, no gusta o bien no acaban de ser entendidas. Y, seguramente, abunda más lo primero que lo segundo.

En las palabras que dirige en este texto del Evangelio de San Juan hay muchas verdades. Una de ellas es la que considera importante al espíritu, al alma, y pone a la carne en el sitio que le corresponde: muere y no sigue; muere y se pudre; muere y no vale nada.

Hay, sin embargo, quien se da cuenta de todo. Pedro, que toma la palabra en ese momento, sabe que la verdad es que el Maestro es el Hijo de Dios, el Santo del Todopoderoso. Y eso lo dice porque lo conoce a la perfección.


JESÚS, ayúdanos a creer en Ti siempre.

Eleuterio Fernández Guzmán

20 de abril de 2018

Cuerpo y Sangre de Cristo


Jn 6, 52-29



"52 Discutían entre sí los judíos y decían: '¿Cómo puede éste darnos a  comer su carne?' 53 Jesús les dijo: 'En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. 55 Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. 57 Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. 58 Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.' 59 Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm."

  
COMENTARIO

Lo que dice el Hijo de Dios en este texto del Evangelio de San Juan no fue del gusto de muchos de los que le escuchaban. Sin embargo, cada palabra que dijo entonces tuvo y tiene pleno sentido de cara a la salvación de cada hijo de Dios.

El Cuerpo y la Sangre de Cristo, según nos dice el Mesías, no son el cuerpo y la sangre, en sentido espiritual, de cualquier otra persona. No. En realidad, lo dice todo Él: hay que comer su Cuerpo y beber su sangre para tener vida eterna.

En realidad, el Cuerpo y la Sangre de Cristo son, como dice el Hijo de Dios, verdadera comida y verdadera bebida en el sentido de que son l que vale y sirve para alcanzar el Cielo.


JESÚS,  gracias por entregar tu Cuerpo y tu Sangre para que tus hermanos los hombres nos salvarámos. 

Eleuterio Fernández Guzmán

19 de abril de 2018

Creer para alcanzar la vida eterna



Jn 6,44-51

En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: ’Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; éste es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo’”.

COMENTARIO


Hasta tres veces habla Jesús del pan que es Él, de lo que esto supone y que se infiere de su ingestión (física, luego, en la Eucaristía que constituyó en la última cena, pero sobre todo, espiritual); hasta dos veces habla, de esas tres, de que baja del cielo. 

Cuando el Mesías habla de pan vivo entiendo que se refiere a que el pan  tiene vida en sí, que en sí es alimento para la eternidad. El que come de este pan adquiere una vida que es distinta a la que ha llevado hasta ese  momento, vida que cambia para ser, siendo en esta vida, un acercamiento  al Reino de Dios en este lado de ese Reino, en este mundo. 

Jesús, con aquellas palabras, quería que los que le escuchaban supiesen cuál era el camino hacia la vida que no termina y que discurre junto a Dios Todopoderoso. Él es el camino porque es la verdad y es la vida.



JESÚS,  ayúdanos a no despreciar el Pan de Vida.


Eleuterio Fernández Guzmán

18 de abril de 2018

El Pan de Vida; en Pan de la Vida eterna


Jn 6,35-40

En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: ‘Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis. Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera; porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en Él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día’”.

COMENTARIO

Ir a Cristo

Jesús vino al mundo enviado por el Padre Dios todopoderoso para que aquellos que se habían alejado del Creador volvieran a su seno y, también, para que aquellos que no lo conocían, lo llevasen a su corazón.

Hambre y sed verdaderas

Querer alcanzar la vida eterna supone tener hambre y sed de Dios. Y Cristo nos da el Pan de vida y el Agua Viva que nos permitirá no morir para siempre sino, al contrario, llegar a la vida eterna y habitar una de las mansiones que el Hijo de Dios está preparando.

La resurrección

La gran promesa de Jesús tiene todo que ver con lo que hacemos y queremos tener en nuestro corazón. Él resucitará todo cuerpo que, cuando vuelva en su Parusía, haya muerto. La resurrección es manifestación de la voluntad de Dios que, por tanto, ha de cumplirse y se cumplirá a su debido tiempo.


JESÚS, ayúdanos a querer ir siempre a Ti.

Eleuterio Fernández Guzmán

17 de abril de 2018

El Pan bajado del cielo


Jn 6,30-35

En aquel tiempo, la gente dijo a Jesús: ‘¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: Pan del cielo les dio a comer’. Jesús les respondió: ‘En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo’. Entonces le dijeron: ‘Señor, danos siempre de ese pan’. Les dijo Jesús: ‘Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed’”.

COMENTARIO

Los que escuchaban a Jesús quería saber todo sobre el Maestro, sobre su vida espiritual y sobre su relación con Dios Padre Todopoderoso. Y continuamente le preguntan acerca de eso que, para ellos, es verdaderamente crucial.

Jesús sabe que debe transmitir aquello que es esencial, aquello que les puede ayudar. Lo más importante, por eso, es que sepan que lo que le pasó a Moisés con el maná, en el desierto, era un antecedente del Pan que alimenta para siempre.

Danos de tal pan. Ellos saben que lo que Jesús les dice es la verdad. Por eso quieren del Pan que lleva a la vida de eterna. Y Jesús, que es el Pan de vida, revela la verdad: es el Pan bajado del cielo y, además, el Agua que quita la sed para siempre.


JESÚS, ayúdanos a tenerte como el Pan del cielo.

Eleuterio Fernández Guzmán

16 de abril de 2018

Muchos lo buscaban

Jn 6,22-29

“22 Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar, vio que allí no había más que una barca y que Jesús no había montado en la barca con sus discípulos, sino que los discípulos se habían marchado solos. 23 Pero llegaron barcas de Tiberíades cerca del lugar donde habían comido pan. 24 Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús. 25 Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: ‘Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?’
26 Jesús les respondió: ‘En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. 27 Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.’ 28 Ellos le dijeron: ‘¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?’ 29 Jesús les respondió: ‘La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado.’”


COMENTARIO

Ciertamente, la multiplicación de los panes y de los panes había hecho ver a muchos que aquel hombre no era un hombre cualquiera sino que tenía mucho que ver con Dios. Otros, sin embargo, creían que aquel hombre les había saciado el hambre y eso era, al parecer, más que suficiente.

Jesús, que conocía más que bien el pensamiento de aquellos hermanos suyos, sabía que no todos lo querían por lo que decía sino, a veces, sólo por lo que hacía.

El Hijo de Dios pone sobre el aviso de qué es lo que deben hacer aquellos que le quieren seguir. Deben trabajar por lo que vale la pena que no es el mundo sin la vida eterna.


JESÚS,  ayúdanos a creer en Ti por quien eres.

Eleuterio Fernández Guzmán