Jn 6,35-40
“En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: ‘Yo soy el pan de la vida. El
que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed.
Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis. Todo lo que me dé el Padre
vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera; porque he bajado del
cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y
esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me
ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi
Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en Él, tenga vida eterna y que yo le
resucite el último día’”.
COMENTARIO
Ir
a Cristo
Jesús vino al mundo
enviado por el Padre Dios todopoderoso para que aquellos que se habían alejado
del Creador volvieran a su seno y, también, para que aquellos que no lo
conocían, lo llevasen a su corazón.
Hambre
y sed verdaderas
Querer alcanzar la vida
eterna supone tener hambre y sed de Dios. Y Cristo nos da el Pan de vida y el
Agua Viva que nos permitirá no morir para siempre sino, al contrario, llegar a
la vida eterna y habitar una de las mansiones que el Hijo de Dios está
preparando.
La
resurrección
La gran promesa de Jesús
tiene todo que ver con lo que hacemos y queremos tener en nuestro corazón. Él
resucitará todo cuerpo que, cuando vuelva en su Parusía, haya muerto. La
resurrección es manifestación de la voluntad de Dios que, por tanto, ha de
cumplirse y se cumplirá a su debido tiempo.
JESÚS,
ayúdanos a querer ir
siempre a Ti.
Eleuterio Fernández
Guzmán
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