Jn 6, 52-29
"52 Discutían entre sí los judíos y decían: '¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?' 53 Jesús les dijo: 'En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. 55 Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. 57 Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. 58 Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.' 59 Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm."
COMENTARIO
Lo
que dice el Hijo de Dios en este texto del Evangelio de San Juan no fue del
gusto de muchos de los que le escuchaban. Sin embargo, cada palabra que dijo
entonces tuvo y tiene pleno sentido de cara a la salvación de cada hijo de
Dios.
El
Cuerpo y la Sangre de Cristo, según nos dice el Mesías, no son el cuerpo y la
sangre, en sentido espiritual, de cualquier otra persona. No. En realidad, lo
dice todo Él: hay que comer su Cuerpo y beber su sangre para tener vida eterna.
En
realidad, el Cuerpo y la Sangre de Cristo son, como dice el Hijo de Dios,
verdadera comida y verdadera bebida en el sentido de que son l que vale y sirve
para alcanzar el Cielo.
JESÚS, gracias
por entregar tu Cuerpo y tu Sangre para que tus hermanos los hombres nos
salvarámos.
Eleuterio
Fernández Guzmán
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