8 de enero de 2022

Lo consigue la confianza

Mc 6,34-44

 

En aquel tiempo, vio Jesús una gran multitud y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tienen pastor, y comenzó a enseñarles muchas cosas. Y como fuese muy tarde, se llegaron a Él sus discípulos y le dijeron: ‘Este lugar es desierto y la hora es ya pasada; despídelos para que vayan a las granjas y aldeas de la comarca a comprar de comer’. Y Él les respondió y dijo: ‘Dadles vosotros de comer’. Y le dijeron: ‘¿Es que vamos a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?’. Él les contestó: ‘¿Cuántos panes tenéis? Id a verlo’. Y habiéndolo visto, dicen: ‘Cinco, y dos peces’.


Entonces les mandó que se acomodaran todos por grupos de comensales sobre la hierba verde. Y se sentaron en grupos de ciento y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces y levantando los ojos al cielo, bendijo, partió los panes y los dio a sus discípulos para que los distribuyesen; también partió los dos peces para todos. Y comieron todos hasta que quedaron satisfechos. Y recogieron doce cestas llenas de los trozos que sobraron de los panes y de los peces. Los que comieron eran cinco mil hombres
”.

 

 

COMENTARIO

 

 

Cuando Jesús se encontraba ante una situación difícil de solucionar siempre hacia lo mismo: se dirigía a su Padre y le pedía por aquellos necesitados que, en efecto, lo estaban del cuerpo o del alma.

 

En aquella ocasión prueba a sus apóstoles. Les pide que sean ellos los que ayuden a los muchos necesitados de comida que allí se encuentra. Sin embargo ellos no saben cómo enfrentarse a una situación tan difícil. Les falta, aún, algo de fe.

 

Pero Jesús sabe qué hacer: bendice aquellos pocos bienes que se entregan y pide a Dios. Pide con tal intensidad y tal confianza en su santa Providencia que consigue lo imposible: aún sobraron doce cestas de pan y peces después de alimentar a miles de personas.

 

 

 

 

 

JESÚS, ayúdanos a tener más fe que aquellos apóstoles tuyos.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

7 de enero de 2022

Y cumplió Cristo con su misión

Mt 4, 12-17.23-25

 

12 Cuando oyó que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea. 13 Y dejando Nazará, vino a residir en Cafarnaúm junto al mar, en el término de Zabulón y Neftalí; 14 para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: 15 ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles! 16 El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha amanecido. 17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: «Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado». 23 Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. 24 Su fama llegó a toda Siria; y le trajeron todos los que se encontraban mal con enfermedades y sufrimientos diversos, endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los curó. 25 Y le siguió una gran muchedumbre de Galilea, Decápolis, Jerusalén y Judea, y del otro lado del Jordán.”

 

 

COMENTARIO

 

Jesucristo, que sabía más que bien que era el Mesías, sabe que, cuando llegue el momento oportuno, sabrá que debe dar comienzo su misión predicadora. Y llega cuando conoce que su primo Juan había sido apresado porque sabe que su futuro no puede ser muy alentador al haber caído en manos de un pecador. Y comienza a predicar la conversión porque es bien cierto que tiene conocimiento perfecto acerca de cómo se alcanza la salvación. Y tal es la Buena Nueva, la Buena Noticia que lleva al mundo conocido entonces. Y, por eso, no nos extraña nada de nada que hubiese un gran número de personas que, escuchando la voz y la palabra de quien enseñaba con autoridad, les prometía el Cielo a cambio de una conversión verdadera y no falsa.

 

 

 

JESÚS, gracias por predicar la conversión de los corazones.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

6 de enero de 2022

Se volvieron por otro camino

Mt 2, 1-12


1 Después de nacer Jesús en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes, unos Magos llegaron de Oriente a Jerusalén 2 preguntando: ‘¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle.’

3 Al oír esto, el rey Herodes se inquietó, y con él toda Jerusalén. 4 Y, reuniendo a todos los príncipes de los sacerdotes y a los escribas del pueblo, les interrogaba dónde había de nacer el Mesías. 5 ‘En Belén de Judá’, le dijeron, pues así está escrito por medio del Profeta: 6 ‘Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que apacentará a mi pueblo, Israel.’

7 Entonces, Herodes, llamando en secreto a los Magos, se informó cuidadosamente por ellos del tiempo en que había aparecido la estrella; 8 y les envió a Belén, diciéndoles: Id e informaos bien acerca del niño; y cuando lo encontréis, avisadme para que también yo vaya a adorarle.

9 Ellos, después de oír al rey, se pusieron en marcha. Y entonces, la estrella que habían visto en el Oriente se colocó delante de ellos, hasta pararse sobre el sitio donde estaba el niño. 10 Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. 11 Y entrando en la casa, vieron al niño con María, su madre, y postrándose le adoraron; luego, abrieron sus cofres y le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. 12 Y, después de recibir en sueños aviso de no volver a Herodes, regresaron a su país por otro camino.’


COMENTARIO


Es verdad que es algo verdaderamente prodigioso que unos personajes tan importantes como eran aquellos Reyes que venían de muy lejos supieran dónde tenían que ira para adorar al Rey de Reyes. Sin embargo, lo supieron y allí se presentaron.

Los presentes que le llevaban, que era propio de una costumbre de aquel tiempo el llevar un presente cuando alguien se presentaba en casa ajena, eran, como sabemos, oro, incienso y mirra. Y, como también sabemos, mucho se ha escrito sobre el significado de aquellos regalos que mostraban a Quién se dirigían con los mismos.

Y, sin embargo, las sorpresas aún no habían acabado porque aquellos Reyes, que eran tan poderosos en sus tierras, en aquellas a las que habían llegado, estaban perdidos si caían en manos de Herodes. Y estamos que algún Ángel les avisó del peligro que corrían. Y, claro, se fuero por otro camino a sus casas...


JESÚS, gracias por haber recibido a los Reyes Magos y aceptado sus regalos.


Eleuterio Fernández Guzmán

5 de enero de 2022

Encontrar a Cristo

Jn 1, 43-52



Jesús resolvió partir hacia Galilea. Encontró a Felipe y le dijo: ‘Sígueme’.

Felipe encontró a Natanael y le dijo: ‘Hemos hallado a aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret’.

Natanael le preguntó: ‘¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?’. ‘Ven y verás’, le dijo Felipe.

Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: ‘Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez’.

‘¿De dónde me conoces?», le preguntó Natanael. Jesús le respondió: «Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera’.

Natanael le respondió: ‘Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel’.

Jesús continuó: ‘Porque te dije: ‘Te vi debajo de la higuera’, crees . Verás cosas más grandes todavía’.

Y agregó: ‘Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.’”


COMENTARIO

En realidad, no es nada extraño la reacción primera de aquel hombre justo llamado Natanael. Y es que el pueblo elegido por Dios, el judío, llevaba muchos siglos esperando que la promesa de Dios de enviar al Mesías se cumpliera. Por eso cuando le dice Felipe a Natanael que han encontrado al Mesías se extraña un poco y pregunta eso de que si es posible que de Nazaret salga algo nuevo. Y es que estamos seguros de que Jesús, cuando ve a Felipe tras el Jordán le debió decir que Él venía de Nazaret para ser bautizado por Juan.

El caso es que Natanael aún se sorprende más de que Jesús le diga que lo ha visto debajo de una higuera. Por eso sólo cree Natanael que aquel hombre es el Mesías cuando, aunque no es el caso, podría haberlo visto Jesucristo con su vista, a la distancia…

Sin embargo, eso no es nada para lo que aún tiene que ver ellos...



JESÚS, gracias por hacerle ver a Natanael la verdad de las cosas del alma.



Eleuterio Fernández Guzmán

4 de enero de 2022

Saber reconocer a Cristo

Jn 1, 35-42



Estaba Juan Bautista con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: ‘Éste es el Cordero de Dios’.

Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús. Él se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: ‘¿Qué quieren?’

Ellos le respondieron: ‘Rabbí -que traducido significa Maestro- ¿dónde vives?’
Vengan y lo verán’, les dijo.

Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con Él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde.

Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro. Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: ‘Hemos encontrado al Mesías’, que traducido significa Cristo.
Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo: ‘Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas’, que traducido significa Pedro.’”


COMENTARIO


Podemos darnos cuenta de que en aquel momento concreto de la vida de Cristo había personas que querían conocerlo. Y es que su maestro, Juan el Bautista, lo había señalado, nada más y nada menos, que como el Cordero de Dios.


Ellos podrían haber hecho otra cosa y no querer conocer a Aquel que había señalado por el Bautista. Sin embargo quisieron saber dónde vivía. Y Jesucristo los llevó donde vivía y allí, según podemos entender de este texto del Evangelio de San Juan, se dieron cuenta de que era el Mesías.


Cuando Andrés llama a su hermano Simón para que acuda donde Cristo, es seguro que no sabía que Cristo le iba a cambiar el nombre por el de Cefas o, lo que es lo mismo, Pedro, pues iba a ser la piedra sobre la que cimentar Su Iglesia.



JESÚS, gracias por haber mostrado abierto con aquellos que querían conocerte.


Eleuterio Fernández Guzmán


3 de enero de 2022

Cumplir con la Ley


Lc 2, 21-24

 

Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción. Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor. 

 

COMENTARIO

 

Como se ve en otras ocasiones, la Sagrada Familia era muy reacia a no cumplir la Ley y con todo lo que la misma decía. Y es que ellos, teniendo un Niño como el que tenían debían ser ejemplo de todos aquellos a los que llegara conocimiento de su existencia.

 

El nombre del Niño, Jesús, le había sido indicado de parte de Dios a María aquel día en el que se presentó en su casa el Ángel del Señor a hacerle aquella propuesta irrechazable de si querías ser Madre del Creador.

 

De todas formas, la realidad “humana” se manifiesta en el mismo ser de aquella Familia que, sí, era Sagrada, pero en lo tocante a las cosas del mundo apenas tenían, al presentar a Jesús en el Templo, para poder sacrificar dos tórtolas o pichones de paloma.

 

JESÚS,  gracias por haber permanecido fiel a tu padre y tu Madre.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

2 de enero de 2022

El Principio

 Jn 1, 1-18


1 En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. 2 Ella estaba en el principio con Dios. 3 Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. 4 En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, 5 y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. 6 Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. 7 Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. 8 No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. 9 La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.10 En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. 11 Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. 12 Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; 13 la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. 14 Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. 15 Juan da testimonio de él y clama: ‘Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.’ 16 Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. 17 Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. 18 A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.”

 

 

COMENTARIO

 

Es cierto y verdad que el comienzo del Evangelio de San Juan es, verdaderamente, espeluznante. Y es que estamos de acuerdo con aquellos que creen que este texto lo escribió después de ver, digamos, el Apocalipsis y por eso sabía eso de “El Principio”.

 

El caso es que no es nada bueno que se diga de la humanidad que Dios, que envía a su Hijo al mundo, no ve recompensada su Voluntad con la aceptación de la Luz que ha querido que ilumine al mundo pero, al parecer y según sabemos, es lo que pasó.

 

Y lo último que nos dice Juan es que sólo Cristo ha visto a Dios y, por tanto, debemos saber que lo que hará a lo largo de su vida es mandato inmediato del Todopoderoso. Y todo esto para que lo tengamos siempre en cuenta.

 

JESÚS,  gracias por haber sido y ser la luz que ilumina al mundo.

 

Eleuterio Fernández Guzmán