Lc 2, 21-24
Ocho días después, llegó el tiempo de
circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido
dado por el Ángel antes de su concepción. Cuando llegó el día fijado por la Ley
de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo
al Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado
al Señor. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones
de paloma, como ordena la Ley del Señor.
COMENTARIO
Como
se ve en otras ocasiones, la Sagrada Familia era muy reacia a no cumplir la Ley
y con todo lo que la misma decía. Y es que ellos, teniendo un Niño como el que
tenían debían ser ejemplo de todos aquellos a los que llegara conocimiento de
su existencia.
El
nombre del Niño, Jesús, le había sido indicado de parte de Dios a María aquel
día en el que se presentó en su casa el Ángel del Señor a hacerle aquella
propuesta irrechazable de si querías ser Madre del Creador.
De
todas formas, la realidad “humana” se manifiesta en el mismo ser de aquella Familia
que, sí, era Sagrada, pero en lo tocante a las cosas del mundo apenas tenían,
al presentar a Jesús en el Templo, para poder sacrificar dos tórtolas o
pichones de paloma.
JESÚS, gracias por haber permanecido fiel a tu padre y tu Madre.
Eleuterio Fernández Guzmán
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